Jellyfish

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El restaurante no era muy grande, era pequeño y acogedor. Aunque las personas que se encontraban en su interior tenían cara de pocos amigos, se respiraba una paz agradable y un olor delicioso a la comida que se estuviera preparando. Esperanza hizo que John se sentara en una mesa mientras ella se dirigía a la barra para pedir la carta al camarero.

Cuando la chica se sentó en frente de John le ofreció la carta para que mirara las deliciosas comidas que preparaban en ese lugar. A John le costó mucho decidirse, mientras que esperanza desde un primer momento ya sabía que iba a pedir, su plato favorito.

Cuando John por fin se decidió, llamaron al camarero y le dijeron lo que iban a tomar. Poco después les sirvieron la comida. John, sin pensárselo, empezó a devorar ese bocadillo de calamares que había pedido. Tenía tanta hambre que no le duró ni 5 minutos. Esperanza comenzó a comer con una sonrisa dibujada en el rostro, aunque al ver la cara del chico tras haber devorado su comida no pudo evitar soltar una carcajada.

- Si tienes más hambre puedes pedir más comida. No te preocupes, yo invito. – dijo risueña Esperanza

- Me sabe mal que pagues lo que vaya a comer...

- Tú tranquilo, ¿acaso tienes dinero?

- No...

- Pues ya está, yo invito. Mi padrastro siempre me da dinero de más para la comida. No te preocupes.

- Debería empezar a buscar un trabajo dónde pueda cobrar al menos para pagar el hostal en el que me hospedo y la comida... - dijo preocupado John al acordarse de que no le había pagado al señor del hostal.

- Mi padrastro siempre me pide ayuda en el taller y eso hace que pierda clases. Tal vez podría hablar con él para que cuente contigo en vez de conmigo y yo pueda llevar las clases al día y tú obtener un poco de dinero.

- ¿Harías eso por mí? – dijo John con la mirada llena de esperanzas.

- Claro que sí. Así ambos salimos ganando si mi padrastro acepta. A demás que tendré más oportunidades de hablar contigo. – después de decir esto a Esperanza se le escapó una risita tímida y John pudo ver cómo un tono rojizo ruborizaba sus mejillas.

Al final John pidió un par de platos más que no comió tan deprisa. Una vez ambos quedaron bien llenos, Esperanza se dirigió a la barra donde pagó por lo que habían consumido. Salieron del establecimiento y el sol les cegó un poco. Eran las 3 de la tarde y la incidencia de los rayos del sol a la ciudad era fuerte.

Paso a paso, sin prisa, Esperanza guio al joven hasta el taller de su padrastro que ya la esperaba con los brazos cruzados y un semblante entre preocupado y enfadado. A medida que se acercaban vieron que más que preocupado, estaba muy enfadado.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2021 ⏰

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El hijo de MedusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora