🎨6: Secretos.

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(T/n) observaba la preciosa mezcla de grises que se presentaba frente a ella con una suave sonrisa en sus labios. Confirmó la hora es su teléfono, esperando no haber llegado demasiado tarde ni demasiado pronto.

La nieve comenzaba a derretirse dejando paso a las primeras floras de abril, y los almendros y cerezos comenzaban a dejarse ver en tonos blancos para ella, y rosas para el resto.
Algunos pájaros comenzaban a cantar con un trino diferente, esperando felices a encontrar su pareja en esa temporada. Los gatos habían salido de sus escondites y se paseaban por los tejados esquivando la nieve acumulada en las tejas para no empaparse las patas.

Cubrió su vista con sus manos para que el sol no deslumbrase su vista con su luz de nívea blancura y buscó al chico con el que había quedado con la mirada.

Cuando vio a Suga corriendo por el otro lado del descampado hacia ella, jadeando y señalizando, supo que no se había equivocado.
La joven sonrió y alzó una ceja mientras se cruzada de brazos.

-Llegas tarde.

-¿Llego tarde? -Preguntó alarmado mirando la hora, totalmente afligido.

-Era broma. -Rió (T/n) volviendo a colocar sus brazos a ambos lados de su cadera. El joven saltó a la pequeña elevación de cemento en la que ella estaba sentada y se acomodó junto a ella. -Estamos aquí un rato y luego nos vamos, he leído que va a llover.

-Sí, yo también lo he visto. Y con la mala suerte que tenemos, todavía nos llueve antes de que nos bajemos de este sitio.

(T/n) se echó a reír y le dio un golpe suave a Suga bromeando con él, cruzando las piernas y suspirando.
La verdad era... Que le daba un poco igual no ver colores.
Llevaba sin verlos desde ese día... Aún incluso si seguía saliendo con Sugawara casi todos los días.
Pero habían pasado casi cuatro años desde entonces, y (T/n) no podía sentirse más estúpida.

-¿Pues sabes qué? Te lo mereces. -Dijo cruzándose de brazos. Suga alzó una ceja con diversión e imitó su postura mirando ahora en su dirección e ignorando el atardecer.

-¿Ah sí?

-Sí.

-¿Por qué?

-Por esa vez que te olvidaste de que tenías entrenamiento y me dejaste a mi sola recogiendo todos los bártulos del picnic.

-Argh, es verdad. Incluso Kiyoko-chan me regañó todo el viaje de ida y de vuelta por eso. -Dijo rascándose la nuca. -Pero eso compensa la vez que me dejaste esperando hora y media en el parque porque decías que te habías echado una "pequeña siesta".

Synesthesia 🎨 Koushi Sugawara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora