Prólogo

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Dogtown es un reino creado hace miles de años, un lugar donde cuatro tipos de hadas existen.
Sus tierras se dividen entre Fuego, Aire, Agua y Tierra. Reinado por una familia que puede controlar todos los elementos.

Cada espacio tiene su vegetación, su clima, sus colores, incluso cada especie tiene rasgos específicos con los que se diferencian.

Cerca de los límites de ese reino, pocos años despues de su colonización, en una pequeña cabaña, dos hermanas practicaban la magia ortorgada. Ambas nacidas de una humana, pero de distintos padres.

Una de ellas, Kira, la mayor y mitad bruja, le gustaba crear pociones para después venderlas al mejor postor. Mientras la otra, Nila, la menor y mitad hada, jugaba con su elemento, el agua.

La belleza de ambas era inigualable en el mundo humano gracias a su parte mágica, lo que les facilitaba, en ocasiones, estafar a humanos comunes.

Vivían de lo que se podía, ya que a raíz de la muerte de su madre, debieron pagar todos lo que ella debia. Aunque muchas veces sus pagos o estafas, las hacian parecer millonarias. Su cabaña de madera, no muy grande u ostentosa servia para que ambas estuvieran cómodamente y para disimular su origen. Su patio formado por plantas medicinales y comestibles, funcionaba para tener alimento en caso de escasez.

De pronto, Nila dejo caer la burbuja de agua que estaba creando al suelo, mojándolo todo. Sus ojos azules cambiaron a blanco, tomo una pluma, un pedazo de pergamino y comenzó a escribir rápidamente. Segundos después Kira perdió el color avellana de sus ojos, para ser reemplazados por un blanco idéntico al de su hermana. Quitando la mano de Nila de la pluma, tomo su lugar y continuó escribiendo.

Cuando ambas salieron de su trance varios minutos después, se miraron entre si, para después volver su vista al escrito.

"Dentro de unos años, tal vez muchos, tal vez pocos, habrá un nuevo heredero.

Un hombre, mitad humano, su otra mitad desconocida para él, gobernará el reino de las hadas, Dogtown. No deberá cuestionarse, puesto que no es un sueño, es el destino quien lo ha decidido.

Para que puedan distinguirlo, tendrá una marca el muñeca izquierda en forma de herradura.

No sera por capricho o algún tipo de orden, ya que él no querrá serlo. Él junto al que sería el futuro heredero, deberán enfrentarse a un enemigo, uniendo a dos razas separadas por el rencor.

Tomen en cuenta este escrito, guárdenlo y ténganlo muy presente, pues se cumplirá.

Es lo que dicta esta profecía."

Eso fue lo que leyeron las hermanas al mismo tiempo, dándose cuenta de la importancia del texto, decidieron enviarlo al reino junto a la siguiente explicación.

"Queridos reyes.

Les enviamos esto que hemos escrito hace unos minutos, no sabemos cómo la razón por la que existe ni porqué nosotras fuimos las escogidas para transmitirlo, pero confiamos en que se cumplirá y ustedes sabrán que hacer.
Por eso mismo debemos mandarla inmediatamente para que ustedes, los reyes actuales, estén enterados. Como esta escrito, no sabemos cuando se cumplirá, pero lo hará. El destino así lo quiere.

No es necesaria una respuesta, pero es indispensable que sea guardado y todo aquel que forme parte de la familia real este enterado.

Confiamos en que así sera."

Guardaron ambas cartas en un sobre, el cual enviaron por medio de una paloma hasta el reino. Donde fue recibido por un guardia, este al leer a quien era dirigido, corrió dentro del palacio.

Abrió las enormes puertas que dirigían al salón de los reyes, para encontrarlos en sus respectivos tronos.

—Mis señores— saludó aquel guardia haciendo una reverencia.

—¿Que lo trae hasta acá?—pregunto el Rey.

—Ha llegado esta carta, he venido enseguida a entregarla.

—¿Quien la mandado?

—Las hermanas Loannidis— contestó acercándose.

Estando a unos pasos, el Rey se levanto de su asiento tomando la carta entre sus manos.

Después de leer ambas cartas, con el rostro serio se las entregó a su esposa. Esta las leyó rápidamente, para levantarse angustiada.

–Esto no es real– comentó.

–Ellas están seguras que se cumplirá– respondió el rey.

El sabía de la rareza de las hermanas, además de las acciones algo ruines que hacían, pero dudaba que pudieran jugar con algo tan serio como el futuro del reino.

–Pero no puede ser, no es posible.

–Lo es– dijo pensativo el Rey.

–¿Que haremos?

–Quiero que se reúna a todos los altos cargos del reino, aquí mismo y los más pronto posible– ordenó el Rey al guardia.

—Enseguida— contestó el guardia haciendo otra reverencia y saliendo rápidamente.

No se sabía cuando, ni siquiera estaban seguros de que llegara a suceder.

Hasta el día de hoy.

PROFECÍA. [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora