Prólogo

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-¡SÍ!- Gritó emocionada llamando la atención de su madre que asomaba medio cuerpo por el umbral de la puerta viendo a la castaña festejar en su silla como si no hubiese mañana.

-¿Narumi?

-¡La AGU me aceptó! ¡Me voy a Japón!- Una risa nerviosa comenzó a salir de la boca de la chica. -¡LO LOGRÉ, MAMÁ!

Los ojos de la mayor se abrieron como dos platos ante la inesperada noticia. No dudaba para nada de las habilidades de su hija para la literatura, su desempeño siempre había sido de los mejores desde pequeña gracias a la mano dura de su padre respecto a los deberes académicos (propio de un japonés ¿No?). A sus escasos 20 años Naruimi y terminado su segundo año de Universidad, acababa de ser aceptada en la Universidad  de Aoyama Gakuin ubicada en Shibuya, Tokio, Japón; para cursar un semestre completo, es decir, de Abril hasta Julio de ese mismo año.

Los gritos y la pequeña celebración por ambas féminas en la habitación de la castaña menor hacían eco por el resto de la casa, no cualquiera era capaz de decir que se iba a estudiar al otro lado del mundo y más encima becada, así que la alegría en ambas era inmensa. Narumi cosechaba los frutos de tanto años esforzándose.

-¿Cuándo debes presentarte?

-Abril- Rió corta.

-¡¿ABRIL?!- A la pobre mujer le iba a dar algo ¿Cómo que Abril? El calendario en el escritorio dictaba 6 de Enero ¿Cómo se suponía que iba a arreglar el papeleo, estancia?... ¿Si quiera tenía dinero para mantenerse bien todos esos meses en un país al que jamás en su vida había pisado? Si bien su situación económica era buena, no eran una familia millonaria. Sí, sus ingresos superaban la media, pero seamos conscientes, en Japón el sueldo mínimo es por mucho más elevado que el de Chile, por lo que todos los gastos aumentaban considerablemente. -¡¿CÓMO QUE ABRIL?! ¡Narumi tu padre va a matarte!

-Calma, mamá. Tengo todo bajo control.- Y sí, lo tenía. La decisión de postular a la AGU no había tomado a la ligera, jamás lo hacía en ningún aspecto académico por lo menos y eso se lo debía a su padre, en tanto a su vida personal y amistades, era un tiro al aire. La idea de estudiar fuera su país había estado en ella desde pequeña ¿Y qué mejor que hacerlo en el país natal del hombre que le había dado la vida? -Pasaporte, papeles y dinero listos... Solo necesito encontrar un lugar donde alojar el periodo que estaré allá y ahí es dónde necesito de su ayuda.- Dijo tan tranquila que a su madre casi se le cae la boca de la impresión a lo que volvió a reír corta. -Se te meterán las moscas en la boca si no la cierras y respecto a papá... Deberás de ayudarme con él, conociendo lo protector que es seguramente queme mis documentos para que no vaya.

Los ojos castaños de Narumi brillaban a más no poder a lo que su madre no pudo darle la espalda, después de todo ¿Qué más podía hacer? Tenía todo listo, no podía echar pie atrás.

Enero, Febrero... Mediados de Marzo, aquellos calurosos meses habían pasado tan rápido producto de la emoción y los nervios que Narumi no dimensionó de lo que estaba haciendo hasta estar parada cual estatua en aquel enorme aeropuerto del otro lado del mundo después de 25 horas de vuelo y una escala infernalmente larga. Sentía que se había quedado sin trasero después de tanto tiempo sentada una vez tomó consciencia de que debía moverse hacia la salida. Todo se sentía tan irreal, como un sueño, pero no. Ahí estaba en un país (no tan) ajeno. Letras que para cualquier inexperto serían una tortura leer y peor aún, entender. Sin embargo para ella era tan familiares y no había drama alguno para saber qué era lo que querían decir esos "dibujos" estampados por todas partes. Mucho menos le costó entender lo que las personas que transitaban por ese edificio conversaban o lo que la femenina voz decía a través de los altavoces anunciando vuelos que llegaban o abandonaban las pistas.

Enero, Febrero... Mediados de Marzo. Todo ese tiempo desde que supo de se iría a un lugar 12 horas delante de su país natal, su padre la... LAS obligo, tanto a ella como a su madre a hablar japonés desde que se levantaban hasta que se iban a dormir. A preparar todo tipo de comida típica del país nipón y claro que los palillos estaban estaban dentro de este (no tan) descabellado plan. El hombre sabía cuan arraigados son los japoneses a su cultura y costumbres. El simple hecho de tomar mal los palillos o acercase demasiado a alguien eran totalmente mal vistos y de mala educación ¿Qué más le podías pedir al hombre si él mismo era japonés, obviamente instruiría a su hija para dar un ejemplo digno de su crianza.

Narumi caminó por los corredores con sus (pesadas) maletas hasta llegar a la zona donde se suponía que debían de estar esperándola. No demoró mucho en ver su apellido escrito en un cartel en manos de un chico más o menos de su edad. Vestía una camiseta blanca y en el pecho se podía leer en japonés "Universidad de Aoyama Gakuin" "Guía de grupo".

-Kombawa. Watashi wa Sakuraba Narumi des, yoroshiku onegaishimas! (Buenas noches, soy Sakuraba Narumi, mucho gusto)- Saludó al joven quien la miró extrañado respondiendo de la misma manera y amablemente se ofreció a ayudarla con su equipaje a lo que la castaña aceptó.

¿Qué si le había llamado la atención? Claro. Desde el comité del programa le habían dicho que le correspondía ir por una chica extranjera, pero el saludo tan natural y bien pronunciado en su lengua materna le llamó la atención ¿Se había confundido de chica? Obviamente no ¿Cuál era la posibilidad de que dos chicas se llamaran igual y estuviesen en el aeropuerto al mismo tiempo? Además, en la joven no había rasgo que la identificara como japonesa, los rasgos de su madre habían sido los dominantes en ella desde el cabellos castaño claro hasta sus rasgos y estructura física. Y ahí estaba, sobre analizando todo, confundido y en su cara se reflejaba visiblemente por lo que Narumi lo notó.

-¿Akaashi-san, estás bien?

EDITANDO // Del otro lado del mundo [Bokuto Kotaro x OC] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora