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—¿Qué te pareció, Sakuraba-san?

—Intenso.— Dijo divertida. —¿Siempre es así? Todo tan organizado, metódico, puntual...— ¿Qué clase de pregunta era esa? Las tres palabras recién dichas eran la definición de su padre y de todo lo que su madre le había comentado de cuando vivía en ese mismo país... Incluso el mismo azabache era así en todo lo que hacía.

La joven pareja caminaba en dirección al auto del mayor conversando de banalidades como siempre lo hacían. Akaashi se había ofrecido a llevarla luego de pasar su tercer de actividades introductorias, puesto que ya era algo tarde y la zona en la que se encontraban era bastante fácil confundirse entre calles para luego terminar extraviado.


Narumi había conseguido sobrevivir a su primer semana universitaria con éxito. En el proceso de bienvenida se vio envuelta en diversas actividades tanto para conocer mejor las instalaciones del campus, demás compañeros de programa, catedráticos y estudiantes voluntarios con los que se relacionarían. Claro estaba que para Narumi, esto último ya era un check en el programa desde hace semanas.

—¿Ya viste?

—¿Qué?

TK Shibuya tendrá una noche especial de música latina.

—¿No has tenido suficiente con esta semana?

—No tiene comparación. Los encuentros que hemos tenido han sido todos de día y organizados por la universidad.

—¿Y los nijikai qué?— La miró divertida.

[Nijikai: After party / Segunda reunión.]

—¿Me dirás que no extrañas salir a bailar?

—No. Sí lo extraño, pero hemos tenido una semana ajetreada, Kya.— Kya Miller. 21 años, estudiante del programa de intercambio. Originaria de Estados Unidos, California. —Necesito un respiro de fiestas y reuniones.

—Estás pasando mucho tiempo con Akashi.

¿Una semana apenas hablando y ya le quitó el honorífico?— Pensó.

—Ya hablas como él.

—No es cierto, Akaashi-san ni siquiera va a fiestas.— Rió. —¿Cuándo es la dichosa fiesta?— Con esa pregunta Kya sabía que ya había convencido a Narumi de acompañarla.

TK Shibuya, un famoso club nocturno en el que no era nada extraño que los fines de semana se viera en la calle abarrotadas filas para entrar un rato a aquel lugar y esa noche no era la excepción. Los sábados por la noche el ambiente era mucho más ruidoso, no solo producto de los altos decibeles de la música en vivo, sino que mucha más gente hacía ingreso a este lugar por las distintas temáticas que variaban semana a semana.

—¿Seguro que no quieres acompañarnos, Akaashi-san?— Preguntó a través de la línea. —Kya dice que es noche latina... Entiendo, está bien... Sí, no te preocupes.

—¿Y? ¿Viene?

—Noup. Dijo que estaba algo cansado.— El plan de la californiana había fracasado rotundamente. No era secreto que desde que lo vio en la ceremonia de bienvenida le había puesto el ojo encima. No, no era que estuviese enamorada del azabache, mucho menos querer entablar una relación con él, sin embargo lo encontraba lo suficientemente atractivo como para quizá tener un touch and go y ya. —Olvídate de ese plan absurdo. De lo poco que conozco del pobre chico, puedo decirte no lograrás tu cometido. Además por si no lo habías notado, los hombres son bastante tímidos y reservados... A excepción de algunos claro.— Dijo esto último recordando al rubio Konoha Akinori.

—¿Cómo estás tan segura? Apenas lo conoces hace una semana.

—La verdad, son 3.— Dijo aguantando la risa al ver la cara de sorpresa en su reciente amiga.

—Mentirosa.

—Es verdad. Él pasó por mi al aeropuerto, me llevó hasta el departamento y hemos estado saliendo desde entonces.— La rubia no podía creerlo.

—¡Exijo pruebas!— Ante el escepticismo de Kya, a la castaña no le quedó más que sacar nuevamente su teléfono celular y al abrir la galería la rubia pudo ver diversas fotos con ella y el azabache en distintos días y varios sitios de la ciudad.

—Te lo dije.— La molestó sacando la lengua para luego ganarse un suave empujón de la contraria.

Mientras la norteamericana le reñía a la chilena por su cercanía con aquel "Dios Griego" como la primera lo había apodado en confidencia de la segunda, el ascensor que las llevaba al piso donde se encontraba su destino se había abierto dándoles una panorámica vista de un lugar lleno de gente, pero para su sorpresa con más locales que extranjeros.

—¿No dijiste que era noche latina?— Cuestionó la castaña ante la escases de Latinos.

—Eso decía la publicidad en redes sociales.

El par se adentró en el lugar con luces de colores y música a tope en busca del resto de sus compañeros con los que habían quedado de juntarse.

—Las reseñas tenían razón, luego de las 11 esto se llena... Por allá.— Dijo Kya señalando unos sillones con caras conocidas y tomando a su amiga de la muñeca para no perderla entre el mar de gente, ya que la muy lista había olvidado sus anteojos y convengamos en que entre la luz intermitente y tamaño de aquel lugar para una miope como Narumi era casi imposible distinguir a alguien a más de dos metros delante de ella. En esos momentos una total inválida en palabras de la rubia.


—¿Oya?

—¿Oya, oya?— Se unió su amigo.

—¿Oya, oya, oya?— Volvió a repetir sin separar la vista de las recién llegadas.

—¿Qué? ¿Qué viste? ¿Alguien conocido?— Bombardeó impaciente al ver a su amigo sonreír ladino viendo a alguien a lo lejos pero entre tantas personas no reconocía ninguna cara.

El par de figuras femeninas bastante arregladas llamó la atención del más astuto. —Una pena por ti que no sepas inglés decentemente, Bro.— Molestó. Se notaba que aquellas eran extranjeras. Tanto sus cuerpos como sus caras no coincidían con el perfil de una joven japonesa.

—¿De qué hablas?— Sin responder a sus preguntas y aún mirándolas a lo lejos desde la barra donde se encontraba disfrutando de su vaso de Ron Zacapa XO. Nada barato he decir.

Bueno. No había sido solo él quien había quedado prendado de las figuras femeninas recién llegadas al lugar. Era obvio que eran extranjeras. Siempre existía la posibilidad de que sus respectivos padres fuesen extranjeros y ellas hubiesen nacido en tierra nipona obteniendo así la nacionalidad, pero hasta su forma de vestir las delataba. No portaban ropas provocativas a sus ojos o los de sus amigos, pero para la mayoría ahí dentro sí, ganándose varias miradas.

Kya vestía un bonito pero corto vestido negro ajustado a la cintura con tirantes en la parte superior en conjunto a una chaqueta de cuero para su regreso a casa, de calzado se había decidido por unas sandalias finas de taco alto también negras. Pero como dicen, toda rubia tiene a su morena, ahí estaba ella. Narumi, a diferencia de su amiga, no era de mostrar mucha piel. No porque no se sintiera a gusto con su cuerpo, por el contrario, estaba conforme con su anatomía. Peso promedio, sin mucho por aquí o por allá. Lo justo y necesario donde debía. La castaña había optado por un pantalón blanco ajustado de tiro alto con un top color vino de hombros descubiertos y plataformas cómodas, sin duda era un look más sport que el de Kya, pero no la hacía ver menos llamativa.

EDITANDO // Del otro lado del mundo [Bokuto Kotaro x OC] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora