Le despertó un grito grave, no sabía de quien era la voz, no la reconoció. Tampoco reconoció la habitación en la que se hallaba, grande, tan grande que entraban diez literas a lo ancho en el largo de la habitación y dos literas de largo a lo ancho del cuarto, todas ellas ocupadas, sin duda más grande que cualquier habitación que Rou hubiese visto, volvió a oír el mismo grito grave de antes, esta vez más cerca y fuerte pero todavía no alcanzaba a entender lo que aquella voz decía. Hasta que de repente asomó una cabeza por la puerta, dos literas a la derecha de la que estaba él.
- ¡Arriba gandules! ¡ Ya es hora de que os levantéis!
La voz sonó tan fuerte que a Rou le pareció que se lo gritaban casi al oído, del susto casi se cae de la cama, antes de que pudiese recuperar el ritmo habitual de sus latidos casi todos sus compañeros de habitación ya estaban saliendo del cuarto. Sólo entonces recordó donde estaba, que hacía allí.
Recordó cómo se había despertado igual de confuso el día anterior, pero en esa ocasión despertó en un cuarto más pequeño, tal vez un despacho, y en un sofá en vez de en una cama aunque no menos cómodo. Recordó cómo un hombre canoso, de visible edad avanzada, levantaba la cabeza al sentir que su huésped despertó. Recordó cómo el hombre canoso se presentó cómo un maestro de la escuela Gersom y maestre de la orden del Lyf llamado Dorbin, y cómo éste le contó que su padre le había dejado al cuidado de ellos pidiéndoles que le tratasen igual que a cualquier otro huérfano, por raro que parezca el anciano lo dijo con una voz tan dulce y cargada de preocupación por el pequeño Rou que en ese instante no alcanzó a procesar lo que eso significaba.
No fue hasta la mañana siguiente, cuando rememoró la conversación que entendió lo que ocurría. Su padre, al cuál admiraba desde que recordaba, le había abandonado, todavía no podía creer que fuese cierto, en una parte dentro de él todavía quería creer que era un error, que su padre no podía haberle abandonado, pero sabía que era verdad, que estaba sólo, en nada más y nada menos que la escuela Gersom, la famosa escuela que adiestra a la élite del ejercito, de la que se dice que casi la mitad son huérfanos que terminan sirviendo en la orden del Lyf.
Abandonó la habitación siguiendo al último de sus compañeros. Antes de entrar en lo que le pareció el comedor se detuvo en el marco de la puerta, se secó una lágrima que amenazaba con derramarse por su cara y decidió que no pensaría en su situación, por lo menos hasta después de desayunar, se moría de hambre, cómo si hiciese semanas en vez de horas que no comía.
Siguiendo los pasos del chico que iba delante de él se colocó en una cola. No tardaron en aparecer otros detrás suyo, al avanzar unos pasos se encontró con una pila de platos de madera, cogió uno y siguió avanzando al ritmo del resto de la cola. Se le antojaba lento y aburrido pero el hambre le podía a la impaciencia por lo que decidió seguir la cola en silencio. Tras avanzar durante un rato por la cola le llenaron el plato semiesférico con arroz.
Acababa de llegar el día anterior y lo poco que sabía de aquel lugar era que a todos los que entraban aproximadamente al tiempo los alojaban en la misma habitación, separados por género, comían en la misma mesa y, en general, los enseñaban juntos durante el primer mes. Después del primer mes los reagrupaban según sus capacidades y habilidades.
Sólo después de sentarse se paró a observar la sala en la que se encontraba, era enorme, en ella entraban dos filas de cinco mesas de unos diez metros de largo, todas ellas ocupadas. Todos los presentes tenían aproximadamente la misma edad que Rou.
Al terminar el desayuno se levantó, dejó el plato vació encima de los que habían terminado antes de él y se dirigió, tal y cómo le había dicho Dorbin, hacía el pabellón de la escuela. el pabellón era empleado para el entrenamiento cuando el clima no lo permitía en el exterior. Atravesó la puerta de doble hoja del comedor, justo en frente de donde estaba la puerta por la que entró, cruzó el recinto vallado y llegó al pabellón. Aunque Dorbin no le hubiese dicho cómo encontrarlo tampoco habría sido difícil, era la única parte que era un edificio propiamente dicho separado del principal, a más de doscientos metros.
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La orden del Lyf: Rou
Fantasy"Seréis la élite del ejercito, pero no esperéis ni recompensas ni gloria. Sereis adiestrados y entrenados para cumplir cada misión sin fracasar. Si caéis, levantaos, si creéis no poder hacer algo, redoblad los esfuerzos, si os hieren, no flaqueéis...