Primera misión

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Una sombra silenciosa se movía tras los árboles, alguien normal, un granjero, un agricultor, o cuálquier soldado raso ni tan siquiera la habrían visto. Pero los tres encapuchados no eran granjeros, ni agricultores. Tampoco eran soldados rasos, eso sería cómo llamar a un halcón pajarito, es decir, ofensivo para cualquier miembro del Lyf, incluso para los tres inexpertos encapuchados.

Recorrieron más de cien metros hasta que tendieron la trampa.

Uno se desvió hacía la derecha, otro hacía la izquierda y el tercero mantuvo el rumbo que llevaba. Dos sombras siguieron al de la izquierda, otras dos al de en medio y una al de la derecha. Diez segundos después los encapuchados se cruzaron entre ellos, desenfundaron sus armas, dos dagas, dos espadas y un bastón con filo en los extremos.

El de la derecha hizo un corte diagonal  ascendente seccionando desde la axila derecha hasta el cuello de uno de sus perseguidores, y con el arma arriba giró 180º sobre sí mismo. Y el segundo cayó al suelo con el bastón atravesándole el pecho, entre las costillas, el encapuchado recogió rápidamente su arma y se dirigió a ayudar a sus compañeros, cosa innecesaria puesto que los otros dos encapuchados iban hacía él con la misma intención. A unos metros de ellos otros tres cuerpos en el suelo confirmaban la diferencia de destreza entre las dos cuadrillas, ni siquiera se le podía llamar escaramuza. El cuerpo más alejado presentaba dos orificios de arma blanca, uno en el ojo derecho y otro a la altura del corazón, unos segundos antes habían sido hechos por las dagas de doble filo arrojadas del encapuchado de la izquierda.

El encapuchado del centro volvió a ser el único que no cambio de dirección, solamente se volteó para hacer frente a los perseguidores. De los dos cuerpos más cercanos emanaba la sangre por varios orificios, al más alejado de los dos le recorría un corte horizontal a la altura del ombligo, hecho por el filo diestro del encapuchado, otro corte, hecho por la hoja siniestra, iba desde la cadera derecha hasta el hombro izquierdo. La misma espada le había cercenado su brazo izquierdo, que ahora se encontraba a más de medio metro de él, en un movimiento descendente. Al segundo le dio tiempo de sacar la mitad de la hoja de su espada de su funda, antes de que la espada de su objetivo le seccionase la artería femoral de su pierna derecha, sin siquiera tener tiempo de desangrarse sintió como una segunda espada le atravesaba desde su costado derecho hasta perforar su corazón.

- ¿Estos son todos?- preguntó el dueño del bastón.

- Parece que sí, a no ser que tengan algún compañero que se esconda mejor que ellos.- respondió el propietario de las dagas.- Me siento un tanto defraudado.

- Pues será mejor que guardes la decepción hasta que terminemos la misión, recuerda que estos sólo eran el grupo de exploradores de los bandidos. Todavía queda el grupo principal. Y piensa que sólo es nuestra primera misión, tampoco nos iban a mandar una de rango s- dijo el tercer encapuchado mientras enfundaba sus espadas.

- ¿Que más dá que sea la primera misión oficial? También llevamos diez años entrenándonos Rou.- volvió a decir el dueño del bastón, que cambió la expresión seria que tenía por una de aceptación al ver la cara de reproche de sus dos acompañantes.- ¿Tú también Senk? Bah, da igual. Llevaban un rato siguiéndonos, pero creo que antes de ir tras nosotros iban hacia el sudeste. Igual deberíamos buscar la guarida en las montañas al noroeste del bosque.- sugirió el primer encapuchado al terminar de guardar el bastón.

- No parece mala idea, tampoco es cómo si tuviésemos ninguna pista, ya se podrían haber esmerado un poco más al darnos los detalles de la misión.- se quejó Senk trás terminar de limpiar sus dagas y enfundarlas

- Bueno, quejándonos ahora no ganamos nada, mejor será que nos pongamos en camino.- terminó de añadir Rou.

Una vez el segundo encapuchado dijo esto el pequeño grupo de tres salió corriendo a un ritmo rápido en la dirección acordada.

Tenían que recorrer todavía casi la mitad del bosque, mas de tres kilómetros. Contra antes llegasen mejor, ya pararían y recuperarían fuerzas al llegar al refugio de los bandidos para observar e intentar saber el número de enemigos y su situación en la guarida

La orden del Lyf: RouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora