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Cuando nos dirigimos al amor todos vamos ardiendo.
Llevamos amapolas en los labios y una chispa de fuego en la mirada.
Sentimos que la sangre nos golpea las sienes, las ingles, las muñecas.
Damos y recibimos rosas rojas y rojo es el espejo de la alcoba en penumbra.
Cuando volvemos del amor, marchitos, rechazados, culpables
o simplemente absurdos, regresamos muy pálidas, muy fríos.
Con los ojos en blanco, más canas y la cifra de leucocitos por las nubes,
somos un esqueleto y su derrota. Pero seguimos yendo.

Amalia Bautista.

Para Siempre Tu Sonrisa 🌑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora