𝐍𝐄𝐕𝐄𝐒 𝐑𝐄𝐐𝐔𝐈𝐄𝐌 || Levi Ackerman
❝ Neves Requiem se traduce del alemán: "Nuevo Réquiem". Réquiem, del latín, significa" descanso eterno" . En Roma, el réquiem o misa de réquiem, es una misa que se realiza para rogar por el alma de los dif...
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❝Mierda, gracias. Creí que moriría.❞ ⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯
AÑO 835
DISTRITO SHIGANSHINA, MURO MARÍA
El sol acaricia suavemente los altos muros que protegen a la humanidad, proyectando una cálida luz dorada sobre las piedras desgastadas y calles bulliciosas. El cielo está despejado, de un azul casi perfecto apenas interrumpido por unas pocas nubes; el aire es fresco, y el canto de los pájaros mantiene conscientes a los soldados reunidos fuera de la puerta exterior de Shiganshina. La tensión se respira dolorosamente entre los miembros de la legión de reconocimiento.
Los caballos relinchaban inquietos, raspando el suelo con sus cascos, como si también percibieran el nerviosismo que impregnaba el ambiente. Los nuevos reclutas, en filas apenas formadas, intentaban controlar sus temblores. Algunos sudaban, otros respiraban con dificultad, lanzándose miradas nerviosas, sabiendo que lo que les esperaba fuera de los muros era la incertidumbre, el miedo… Y los titanes. Este sería el primer paso hacia lo desconocido, la primera vez que muchos de ellos abandonarían la relativa seguridad de los muros para enfrentarse cara a cara con el peligro.
A diferencia de sus compañeros, Silke está en completa calma. Su rostro sereno no muestra signo alguno de miedo, un contraste bastante claro con el resto de novatos. Ninguno de ellos cree que en realidad esa también sería su primera vez fuera de los muros, está demasiado tranquila como para ser verdad. Su mirada azulada está fija en el horizonte, observando, como si los peligros que le esperan detrás de esos muros no fuese más que una extensión del paisaje.
El sol ilumina su cabello, dando la ilusión de que sus hebras son de oro. La fémina acaricia con gentileza el cuello de Aurus — su corcel — el cual relincha suavemente bajo su toque. Silke inhala profundamente, dejando que el aroma de la hierba y la tierra se mezcle con el aire de sus pulmones; mientras el resto de reclutas lucha por controlar sus emociones, ella parece aislada, ajena de todo, como si perteneciera más a la serenidad del cielo despejado qué a la tormenta que está a punto de desatarse.
