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Miércoles

Ten estaba despierto entre los brazos de su novio. Pocas eran las veces que podía despertar y lo primero que veía era el perfecto rostro de Taeyong, por eso cuando sucedía guardaba cada sensación, imagen, olor, cada sonido en su memoria. 

Ya iban a ser las 12 del día, ambos necesitaban levantarse antes de que los padres del mayor fueran a verlos y los encontraran en aquella posición tan comprometedora, pero Ten no tenía ánimos de siquiera moverse un centímetro, mucho menos de sacar de su sueño a Taeyong. 

Se quedó mirando todo lo que su rango de visión le permitía, hasta que los movimientos de su novio comenzaron a ser más bruscos, sabiendo que iba a despertar. 

No se equivocó, Tae abrió sus ojos y al igual que siempre, le sonrió para luego volver a cerrar sus ojos y abrazarlo con fuerza. 

—Buenos días—dijo el mayor, su voz más grave de lo normal al haberse despertado hace menos de 1 minuto

—Buenos días—correspondió Ten—debemos levantarnos, tus padres pueden venir en cualquier momento

—No te preocupes, deben haber ido a hacer las compras y de paso a ver a mi tía, lo dijeron ayer en la cena

Ten sonrió y se recargó en el cuerpo del coreano—En ese caso no me molestará quedarme así más tiempo

Era una hermosa y tranquila mañana. Pudieron abrazarse, besarse e incluso jugar un poco antes de levantarse e ir a comer algo. Ten se había ido a quedar por la noche y parte del día a casa de Taeyong. Se llevaba muy bien con los padres de su novio, aunque estos no supieran que era su yerno en realidad. Sus padres tampoco tenían problema en que fuera a casa de uno de sus amigos, siempre y cuando volviera a la hora acordada y no hiciera destrozos, lo trataban igual que a un niño. 

—¿Crees poder quedarte otra noche? Amo despertar contigo entre mis brazos— Taeyong lo abrazó por las espalda mientras tomaba café, dejando pequeños besos en su mejilla y parte de su cuello.

—Estas pidiendo demasiado, fue un milagro que me dejaran venir en una semana tan caótica—rio mientras dejaba un beso en los labios ajenos—debo volver a mi miserable vida a las 4

—Entonces hay que aprovechar

Y si, tal como lo harían dos adolescentes de 18 y 17 años, se besaron y subieron al cuarto del mayor sin siquiera haber terminado su almuerzayuno. 

Ten terminó sentado arriba de las piernas de Taeyong. Ambos amaban esa posición, se sentía demasiado intima. El menor fue quien se separó de los labios de Tae y comenzó a dejar besos en su mandíbula y cuello, un área demasiado erógena para el contrario. 

Mientras el tailandés dejaba marcas en la piel expuesta del mayor, este tocaba y apretaba con fuerza la cintura, muslos y el trasero de su novio. Dejó que sus manos se guiaran por si solas y terminaron dentro de la polera de Ten, que poco después desapareció. 

Taeyong amaba el cuerpo de Ten, no era marcado y tenía curvas en los lugares correctos. Encajaba perfecto con él, Ten era perfecto a sus ojos. 

Recostó con delicadeza al menor, dejando un suave beso en sus rojizos labios. Sabía que Ten amaba esa parte, cuando todo pasaba de ser ardiente a romántico. 

Se deleitó mientras dejaba besos coquetos por todo el pecho de este, jugueteando con sus pezones, bajando por su blanco abdomen, hasta llegar a su cadera y posar sus manos en esta con algo de fuerza. La piel de Ten era tan sensible que con cualquier tipo de presión algo fuerte podía llegar a dejar un moretón. También sabía que Ten siempre terminaba sonriendo cuando veía aquellas sutiles marcas en su cuerpo.

Taeyong se desnudó, al igual que desnudó a Ten. Ambos se miraron y sonrieron, no era la primera vez que tenían sexo, pero cada vez que lo hacían era única. 

La voz de Ten se volvía aguda siempre que gemía, y se combinaba con los gruesos gemidos de Taeyong, quien sonreía entre besos cuando escuchaba su nombre salir de los labios de su novio. Podría tener a Ten de esa forma todo el día y no se cansaría de escucharlo ni mucho menos verlo. 

Ambos llegaron a su orgasmo al mismo tiempo, Taeyong se comenzó a mover más lento hasta que el cansancio se apodero de ambos y se separaron, solo para luego abrazarse. La mejor parte de todo era esa, cuando terminaban y ambos se mimaban. 

—Debo estar en la iglesia en 30 minutos —suspiró el menor, acomodándose mejor para poder mirar a Tae a los ojos 

—¿Quieres que te acompañe?—preguntó con parsimonia 

—No, esta bien así, odio que escuches las peleas con mi padre. Además, debo seguir investigando para ayudar a Donghyuck.

Taeyong frunció el ceño al escuchar el nombre del moreno, no le había dicho a Ten sobre su encuentro.

—No crees que es mejor que él busque a alguien más, no me gusta que te involucres—trato de decir con tranquilidad, sin que se notara el disgusto en su voz

—Prometí ayudarlo, Tae. Ya hablamos de esto—contestó extrañado—no te preocupes.

—No me gusta verte mal, bebé—murmuró— sabes que aquel es un tema delicado, si algo sale mal, también puedes caer tu. Y, además, sabes que te hace mal estar tan cerca de tu padre.

—No quiero hablar más sobre ese tema.

Taeyong asintió. No le gustaba hacer enojar a Ten. Solo tenía miedo de que algo malo pasara al final, y que no solo Hyuck y Mark terminaran mal.


OH MY GOD! ·Markhyuck·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora