Prólogo

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—Oh, mierda Mark...

El moreno descansó sus brazos en los hombros del nombrado mientras este acomodaba los suyos sosteniendo a Donghyuck para poder enterrar su miembro a un ritmo controlado sin que hicieran mucho ruido. 

No era ilegal lo que estaban haciendo, sino más bien donde lo hacían. La iglesia era un lugar al que iban demasiadas personas a escuchar la palabra del señor, confesarse, y purificarse. Ellos no hacían nada de eso, lo contrario. Apenas podían escuchar la voz del cura en aquella estrecha cabina en la que las personas iban a arrodillarse y hablar de sus pecados. Donghyuck se arrodillaba, claro, solo que para chupar el pene de Mark. 

Ambos adolescentes se las ingeniaban para poder escaparse del lado de sus padres y poder verse en aquella cabina. No sabían cómo, pero funcionaba, el único testigo de las cochinadas que hacían ahí dentro era una pequeña estatuilla de Jesús crucificado quien los miraba con pena y dolor. 

Sabían que estaba mal, pero si no era ahí ¿Dónde más? Apenas podían verse fuera de aquel recinto. Sus padres los controlaban demasiado y ambos se tenían muchas ganas. 

Donghyuck siguió gimiendo algo más alto que antes, murmurando entrecortado el nombre del canadiense. Ya estaba cerca. Mark aumento su ritmo, mientras besaba esos rojos labios que lo habían estado tentando desde que se conocieron. Sus lenguas hacían sonidos obscenos que no dejaban nada a la imaginación, ambos querían acabar. 

Lástima que una pobre alma sonriente pasaba por el lugar.

Mark redujo su ritmo, desconcertando al moreno quien lo miro enfadado. Quería correrse. 

—¿Por qué carajos par-

La mano de Mark aterrizo en su boca, callándolo mientras por el descuido dejo caer el cuerpo del menor.

Una sombra extraña apareció entre las rendijas que separan la parte donde se supone debe estar el cura, y quien se confesaría. 

—Señor...—una voz chillona, parecía de un niño de no más 10 años— sé que no debería estar aquí 

Oh ¿Enserio? Pensó Donghyuck rodando los ojos 

—Pero tú sabes que estoy cerca de que sea mi primera comunión, y me siento ansioso...—siguió hablando

—¿No debería hablar con el cura? ¿Por qué habla solo? —susurró Donghyuck a Mark, sin que el niño escuchara 

—se supone que habla con Dios—contestó de la misma forma 

—esto es aburrido... Quiero acabar, Mark—puchereó mientras se movía un poco para sentir la extensión de Mark que aún seguía dentro de él— A-ah...

—Basta Haechan...—dijo apenas, se había vuelto a poner duro 

—Solo hazlo, ni siquiera se dará cuenta, debe estar con los ojos cerrados mientras suelta toda su mierda...

Mark rio y le hizo caso. Se comenzó a mover despacio sin que la cabina se moviera mucho, era incomodo y las ansias le estaban ganando, quería enterrarse fuerte y rápido, no lento. Era estresante.

Y ahí estaban de nuevo, a punto de correrse. 

—¿S-señor...?

Estaban tan concentrados que no se dieron cuenta cuando el menor dejo de hablar y se acercó a la rendija para mirar dentro de la cabina. No había mucha luz ahí dentro, pero juraría haber escuchado a más de una persona hablar. Se acomodó mejor y siguió espiando, hasta que escuchó algo que parecía ser un suspiro algo raro, una mano llegó a la pared y pudo entrar algo de claridad. 

—¿Qué...? 

Pobre e inocente alma, sus ojos ya no eran vírgenes. 

OH MY GOD! ·Markhyuck·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora