Especial

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Harlem – Manhattan (New York) – Estado de New York, 23 de diciembre de 2019. 06:30. (extra)

Un sonido agudo despertó a Alec, pero no era el de su despertador. Hace tres semanas había sido el ataque, pero su cuerpo aún estaba sintiendo las repercusiones del accidente. Su brazo ya estaba bien y sus heridas casi habían sanado por completo, a excepción de sus piernas, aunque el dolor era mucho más soportable que cuando recién le dieron de alta.

Alec levantó instintivamente su cabeza en dirección al sonido, pero con molestia enterró nuevamente su cabeza en la almohada, ese día se había prometido a sí mismo dormir mucho. Después de empezar a trabajar su familia le dio un gran regaño por estar trabajando horas en la biblioteca y si no descansaba, no le permitirían entrar.

Además, aún tenía licencia médica por el accidente, que para record oficiales se había registrado como un accidente de tránsito, uno muy inusual. El timbre volvió a sonar y Alec, sin ganas de levantarse mandó mentalmente a quien quiera que estuviera en la puerta al diablo, envolviéndose como una oruga en las cobijas.

Lentamente el sueño lo estaba poseyendo por completo hasta que escucha la puerta abrirse y una mano reposar en su rostro. El gesto en sí le gustaba, así que sin pensárselo se acuno a la cálida mano que con cariño lo acariciaba.

—Pareces un cachorrito Alec.

Lentamente abrió los ojos para encontrar la imagen de quien sabía, había perturbado su sueño —Magnus... Por el Ángel, ya ni energía de gritarte me queda —Magnus lucía espléndido de mañana, tanto, que los ojos de Alec dolieron un poco por su cálido resplandor. Solo había visto sus ojos y su sonrisa, su cabeza ignoraba todo aquello que no se reportara como esencial.

Alec se acurrucó más hacía el calor—. Si planeas quedarte aquí a observarme, al menos has un buen trabajo de calentador. —La suave risa de Magnus era somo música en ese momento, haciendo que el mismo sonriera, aún medio dormido.

—No puedo estar mucho rato Alec. Ven siéntate solo un momento. —Con cuidado, Magnus lo sentó en la cama y lo acunó en su pecho. Alec solo suspiró y se dejó hacer, resignado, acurrucándose ahora contra él.

—Magnus, ¿qué es tan importante que me levantas a las... —después de buscar la hora en su celular siguió— ...a las 7 de la mañana cuando no debo ir a estudiar?

—Solo quería ver cómo seguías.

Alec resopló y volvió a cerrar los ojos en su nueva posición. Magnus era tierno aunque un tanto intenso, no le molestaba en realidad pero nadie lo podía culpar por querer dormir un poco más en su día libre —¿Quién te abrió?

—Max.

—Vamos Magnus, no voy a estar mejor hoy de lo estaba ayer. Sabes que las heridas van bien, no te preocupes y déjame volver a dormir. ¿No deberías estar trabajando o algo?

—Empiezo en un ratito más —Magnus hizo un adorable puchero que casi derrite a Alec, casi, pero él no era tan débil.

—Y la mejor actividad mañanera que se te ocurrió fue venir a despertarme. Bravo Magnus, excelente idea —Magnus también soltó la carcajada y lo apretó un poco más—. Eso, eres una cama muy cómoda —respondió, acomodándose en el espacio.

Alec no estaba saliendo con Magnus, al menos no aún. Después del accidente, en cuanto la intoxicación de Alec le permitió pensar con mayor claridad y cayó en cuenta que Magnus le había llamado Alec todo el rato su ritmo cardiaco se disparó tanto que una enfermera preocupada fue a monitorearlo porque la medidora no parada de sonar.

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⏰ Última actualización: Jan 09, 2021 ⏰

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Quebrantado (MALEC) (PARTE 2 DE TRANSGRESIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora