2

42 7 5
                                    

Cuatro años después.

- Es en serio, aléjate bicho peludo!!

Como ya era costumbre de los últimos tiempos, Sungmin, quien ahora contaba con trece años al igual que sus hermanos, reñía a un triste y cabizbajo Kyunnie.

- Yaish!! Conejo, no deberías ser así, Kyunnie es muy juguetón, nos quiere y nos cuida mucho. En especial a tí. No lo trates mal, pobrecito.

Sungmin rodó los ojos ante las palabras de Donghae.

Los tres hermanos se hallaban en el salón de juegos que, con el tiempo se había ido modificando para adecuarse a las necesidades -por no decir caprichos- que los "solecitos de la casa" requirieran.

Conforme los años pasaban se hacían mas notorias no sólo las diferencias físicas de los hermanos, a pesar de ser trillizos, sino también las diferentes personalidades que poseían. Ninguno era igual a los otros.

Ryeowook estaba en una de las esquinas del gran salón y mientras Hae y Min jugaban videojuegos y discutían acerca del pequeño lobo, él tocaba suavemente el piano. Era uno de los mejores en su clase de artes en el secundario de la ciudad vecina y el único de sus hermanos que tenía ese don musical, aunque de vez en cuando también disfrutaba de salir a correr o jugar con el lodo y treparse en los árboles junto a sus dos hermanos mayores.

Donghae era el más "salvaje" de los tres, por así decirlo.
Amaba el fútbol y cualquier tipo de deporte, también gustaba de ir a nadar al hermoso lago que estaba dentro de la gran extensión se tierra perteneciente a su familia.
Era un niño hiperactivo y algo -demasiado- torpe, tanto que no había día en que cualquier parte de su pequeña anatomía no precisara de alguna bandita o en el peor de los casos, de una benda.

Sungmin, por su parte, era un niño algo solitario, y no es que fuera tímido, él era demasiado sociable con sus padres y hermanos y con Moonbyul y Joy, las chicas que cada tercer día ayudaban a su mami con el aseo del castillo. Y con Minho y Yunho, que eran quienes ayudaban a papi con las tareas más pesadas que iban desde limpiar los alrededores hasta hacer el jardín.

No señor! El problema no era ese, el problema era...

No sabía cuál era el tonto problema!!

Sus hermanos tenían muchos amigos en el secundario y ellos trataron arduamente de agregarlo a su circulo de amistades pero cuando él se acercaba lo suficiente todos y cada uno de los niños lo miraban como si vieran a un fantasma y huían despavoridos. Ni él ni sus hermanos podían explicarse el por qué, de hecho, ni los mismos niños que escapaban de él podían, sólo decían que daba miedo y no querían tenerlo cerca, así que desistió de su idea de relacionarse con más niños.
Al principio Hae y Wookie, en un gesto de solidaridad hacia su hermano, no se juntaban con nadie que no fuera él pero Sungmin les dijo que todo estaba bien, que no le afectaba y que ellos podían ir y jugar con sus amigos.

La realidad era que no se sentía para nada bien pero tampoco quería que sus hermanos fueran unos marginados sociales -Palabras feas que escuchó en su clase de Ética y que concordaban a la perfección con lo que él sentía que era-.

Para colmo, no podía tener ni una pequeña mascota, pues apenas el tonto peluso de Kyunnie los olfateaba, les daba caza a los pequeños animalitos hasta hacerlos huir o hasta que sus padres descubrieran la existencia de las criaturitas.

Y es que desde aquella vez que espantó al pobre "Manchas", el peluso -Como en ocasiones le decía, evitando hablarle por su nombre para hacerle saber que era un "Lobo malo"- no había parado!!!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 02, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El guardián perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora