Dinastía de Fuego

09-Felicidad

Se abrieron paso los azabaches en la desolada recepción de la posada mientras blandían sus espadas ferozmente intentando ganar la ventaja del otro. Gracias a un paso en falso por parte de Nara, el Uchiha logró tomarla y acorralarlo contra el escritorio en la habitación. El noble de verde al verse frustrado echó una mirada a su alrededor y vio una daga cerca de él, con una patada, mando hacia atrás al criminal y extendió su brazo izquierdo para tomar el arma blanca, al retomar su estancia encontró la pistola del Uchiha apuntándole, no tuvo de otra más que quedarse en su lugar.

—Sabes que no pueden estar juntos, tu eres un criminal y ella una dama de la corte —hablo serio Shikamaru

—Ja, ¿en serio crees que me importa? ¿qué le importa a ella? Después de tantos años por fin soy feliz, y no me importa las reglas que nos impongan, haré lo que sea para proteger esta felicidad —escupió molesto el oji carmín.

—No pueden huir de su destino todas sus vidas, Uchiha —mencionó una tercera voz masculina a su lado derecho, el mencionado, sorprendido giró levemente su cuerpo y al igual que el tercer hombre puso su espada a la altura del cuello del contrario.

—Neji...no creí que estarías aquí, ¿que tal la promoción ahora que tu prima es reina eh? —pregunto con burla

—Cállate, no es como si pudieras decir nada como criminal y con una espada al cuello —escupió el ojiperla con desprecio, mientras activaba el poder de sus ojos al igual que su contrincante.

—La verdad si puedo, para empezar tu también tienes mi espada en tu cuello, y acá Shikamaru tiene mi arma apuntándole —argumento el Uchiha mientras presionaba su espada en el cuello del Hyuuga, provocando que un hilo de sangre bajara por este.

Rojo contra blanco y marrón, tenía que armar un plan si quería salir de ahí rápidamente.

Los segundos pasaron tortuosamente para el par de nobles, intentando descifrar lo que el criminal azabache estaba planeando.

En un rápido abrir y cerrar de ojos, Sasuke cambió el usual patrón de tres comas en sus ojos, por uno parecido al de un átomo con tres puntas dentro de él. Desconcertado por el cambio, Neji dio un paso hacia atrás erróneamente. El azabache tomó la oportunidad y regreso la mirada a la mano derecha del rey para disparar cerca de él con la intención de distraerlo, guardar su arma, y luego regresar con el otro noble para emplear su poder ocular en el Hyuuga, usar su fuerza en su contra y tomarlo como rehén.

—Ahora, como dije antes, mi pelea no es contra ninguno de ustedes. Así que si me disculpan, me iré de aquí y dejaré de quitarles tiempo. —comentó el oji carmín de manera seria y directa mientras tenía al primo de la reina retenido con la espada al cuello.

A paso lento, retrocedió hacia una de las salidas, vigilando a los dos hombres. Ya cerca de las grandes puertas, sus ojos retomaron su profundo color negro como el carbón, y tenso su agarre en la espada, listo para tan pronto y llegar al exterior, deshacerse del rehén y echarse a correr y reunirse con su familia.

—¿Te irás sin despedirte, Teme? —habló una voz a sus espaldas.

El Halcón Sangriento abrió ligeramente sus ojos sorprendido, y luego los entrecerró lleno de ira y apretó su mandíbula como un perro rabioso.

—Vaya, vaya. No pensé que te fueras a dignar a venir a verme, ¿cómo esta el mini-dobe, Dobe? ¿O debería de llamarlo príncipe? —pregunto de manera afilada mientras se daba la vuelta con su reavivada mirada roja sangre, con su patrón único, para darle la cara al Rey.

Azul cielo luchó contra rojo sangre en un intenso duelo de miradas. El monarca, vestido con un fino traje anaranjado con detalles dorados, una cinta celeste a lo largo de su pecho, y una medalla brillante en forma de cruz, dándole el ultimo toque, todo acompañado de unas finas botas negras y pantalones del mismo color, con un cinturón sosteniendo en su lugar la espada que le fue heredada por su padre, tomó un paso, luego otro, y uno más; obligando a su rival a retroceder hasta que las puertas se cerraran detrás de él, al igual que todas las entradas del edificio.