A lost letter

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𝟐 𝐲𝐞𝐚𝐫𝐬 𝐚𝐠𝐨.
𝐏𝐡𝐨𝐞𝐧𝐢𝐱, 𝐀𝐫𝐢𝐳𝐨𝐧𝐚.

Sólo un rayo de luz que entraba por la única ventana, iluminaba el polvoriento ático. Decenas de cajas, maniquíes y cosas a las que Delphine no le encontraba forma, predominaban en el lugar. Era claro que nadie se había preocupado en limpiar en años y por un segundo se preguntó si en realidad podría encontrar las sabanas de las que le habló el amigo de Blue.

Se abrió paso por entre las cajas con cuidado de no tropezar y fue hacia los estantes en donde pudo divisar en lo alto, lo más parecido a una manta.

─¿Y ahora con qué demonios bajo esto? ─Miró a su alrededor buscando algo lo suficientemente duro como para soportar su peso y le sirviera para alcanzar su objetivo. Finalmente dio con una vieja butaca de madera, la cual no tardó en acomodar para subirse en ella y jalar la sabana, pero esta no cedió fácilmente, así que tuvo que emplear un poco más de fuerza hasta que la liberó y junto con ella, un libro que cayó estrepitosamente al suelo.

Delphine bajó con el trozo de tela en la mano y reparó en el libro forrado en una especie de piel marrón que yacía a sus pies. Se sentó en el suelo abriéndolo con interés y se percató de que no era un libro común, sino un diario, que sea quien fuese el escritor, tenía una caligrafía preciosa. Pasó las páginas con sumo cuidado sin detenerse a leer ninguna, aunque no sabía a quién pertenecía, lo último que deseaba era leer lo pensamientos de alguien sin su permiso... ella no querría que leyeran los suyos. Todo hasta que, llegando al final, encontró un sobre amarillento junto a una flor totalmente seca. El nombre de un tal "Albert" se leía en todo el centro y Delphine, ganada por la curiosidad, sacó la carta, pues a fin de cuentas, no era parte del diario.

La misma preciosa caligrafía...

«𝘘𝘶𝘦𝘳𝘪𝘥𝘰 𝘈𝘭𝘣𝘦𝘳𝘵:

𝘏𝘦 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘮𝘪𝘭𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢 𝘵𝘪 𝘺 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘢 𝘧𝘶𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘥𝘰... 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘦𝘴 𝘮𝘪 𝘶́𝘭𝘵𝘪𝘮𝘰 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘰. ¿𝘙𝘦𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘢𝘴 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴 𝘷𝘪𝘮𝘰𝘴? 𝘠𝘰 𝘴𝘪́, 𝘵𝘢𝘯 𝘤𝘭𝘢𝘳𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘩𝘶𝘣𝘪𝘦𝘴𝘦 𝘴𝘶𝘤𝘦𝘥𝘪𝘥𝘰 𝘩𝘢𝘤𝘦 𝘶𝘯 𝘮𝘪𝘯𝘶𝘵𝘰; 𝘩𝘢𝘤𝘪́𝘢𝘴 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘵𝘶 𝘢𝘭𝘤𝘢𝘯𝘤𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘳 𝘮𝘪 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯, 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘴𝘪𝘴𝘵𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘢 𝘮𝘪 𝘱𝘢𝘥𝘳𝘦 𝘱𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦́𝘳𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶́𝘯 𝘪𝘮𝘱𝘦𝘥𝘪𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘧𝘪𝘯 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘳𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘢𝘮𝘰𝘳𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘵𝘪, 𝘺 𝘭𝘰 𝘩𝘪𝘤𝘪𝘴𝘵𝘦, 𝘭𝘰 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘴𝘵𝘦. 𝘔𝘦 𝘦𝘯𝘢𝘮𝘰𝘳𝘦́ 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘥𝘶𝘥𝘦́ 𝘯𝘪 𝘶𝘯 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘢𝘤𝘦𝘱𝘵𝘢𝘳 𝘴𝘦𝘳 𝘵𝘶 𝘦𝘴𝘱𝘰𝘴𝘢, 𝘦𝘯 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘦𝘳 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘢𝘮𝘪𝘭𝘪𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘨𝘰.
𝘌𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘵𝘢𝘯 𝘰𝘳𝘨𝘶𝘭𝘭𝘰𝘴𝘢 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘢 𝘵𝘶 𝘭𝘢𝘥𝘰. 𝘓𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘰́ 𝘓𝘪𝘻𝘻𝘺 𝘺 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘰́ 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘧𝘦𝘭𝘪𝘤𝘪𝘥𝘢𝘥.
𝘛𝘦𝘯𝘪́𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵𝘢, 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘪́𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪𝘥𝘰, 𝘺... 𝘯𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰. 𝘕𝘰 𝘦𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰́. 𝘌𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘶𝘯 𝘩𝘶𝘳𝘢𝘤𝘢́𝘯 𝘩𝘶𝘣𝘪𝘦𝘴𝘦 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘺 𝘦𝘯 𝘤𝘶𝘦𝘴𝘵𝘪𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘰𝘴 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘴𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘢𝘮𝘰𝘳. 𝘌𝘮𝘱𝘦𝘻𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘢 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘶𝘵𝘪𝘯𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘪𝘰́ 𝘢𝘨𝘰𝘵𝘢𝘥𝘰𝘳𝘢 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘓𝘪𝘻𝘻𝘺, ¿𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘭𝘰 𝘮𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪́ 𝘦𝘭 𝘥𝘪́𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘰́ 𝘴𝘪 𝘵𝘶́ 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘤𝘢𝘴𝘢 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘢𝘲𝘶𝘪́?
𝘌𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘢𝘯̃𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘯𝘴𝘢𝘯, 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰𝘳𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢, 𝘺 𝘦𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘧𝘶𝘪 𝘺𝘰 𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘰́ 𝘣𝘶𝘴𝘤𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘢𝘳 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘺 𝘭𝘰 𝘶́𝘯𝘪𝘤𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘪𝘣𝘪́ 𝘥𝘦 𝘵𝘶 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘧𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘧𝘳𝘪𝘢𝘭𝘥𝘢𝘥 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘤𝘢𝘭𝘰́ 𝘩𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘩𝘶𝘦𝘴𝘰𝘴 𝘺 𝘶𝘯 𝘳𝘦𝘤𝘩𝘢𝘻𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘫𝘢𝘮𝘢́𝘴 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘦́ 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳𝘢.
𝘌𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘦𝘴𝘤𝘳𝘪𝘣𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘵𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘩𝘰𝘺: 𝘮𝘦 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘩𝘰, 𝘈𝘭𝘣𝘦𝘳𝘵. 𝘛𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘥𝘦 𝘓𝘪𝘻𝘻𝘺 𝘺 𝘺𝘢 𝘩𝘪𝘤𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘮𝘪 𝘢𝘭𝘤𝘢𝘯𝘤𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘳 𝘵𝘶 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯... 𝘴𝘶𝘱𝘰𝘯𝘨𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘵𝘢𝘯 𝘧𝘢́𝘤𝘪𝘭 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘺𝘰.

𝘛𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘶𝘦𝘯𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢.

ㅤ ㅤ ㅤ   ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤ   ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ𝘚𝘪𝘯𝘤𝘦𝘳𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦
ㅤ ㅤ ㅤ   ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤ ㅤ ㅤ   ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ ㅤ   𝘔𝘢𝘳𝘺 𝘈𝘯𝘯𝘦.»

─Josie.

Delphine sostenía el papel entre sus manos con una fuerza aterradora, su corazón latía frenético y sus ojos estaban húmedos por las lágrimas que aún no había derramado, inmersa en aquella historia en donde el amor no lo había podido todo y que le habia llegado al alma. Ni siquiera notó cuando Blue subió al ático y mucho menos la escuchó llamándola.

─Josephine. ─Blue se acercó a la joven que sentada de espaldas a ella, se hacía de toda su fuerza de voluntad para no llorar, y puso la mano en su hombro. Esto logró que Delphine se estremeciera y volviera al ahora, respirando profundo y tragándose el nudo que se había formado en su garganta. Dejó rápidamente la carta en el libro y lo cerró, se puso de pie y con la sabana en mano, se giró para toparse con los claros y despiertos ojos de su novia. ─¿Qué estabas haciendo ahí?

─Estaba buscando la manta y sin querer dejé caer un libro, lo estaba recogiendo.

─Pues no te preocupes y déjalo. ─Dijo Blue en tono despreocupado mientras que con la mirada recorría el ático. ─Esto es un verdadero basurero y no notarán si hay un libro en el suelo o no. Vamos, Hunter nos dejó el sofá-cama por esta noche y ya mañana cogeremos un autobús a El Gran Cañón.

Delphine asintió con una sonrisa ladina cuando Blue puso una mano en su mejilla y le acarició esta con el pulgar, la observó unos segundos y finalmente le dio una palmadita antes de retirarla y dirigirse a las escaleras.

─Ah, y tengo hambre, prepárame algo de cenar.

Cuando la perdió de vista, Delphine corrió hacia el libro y tomó nuevamente la carta entre sus manos para guardarla en el bolsillo de sus pantalones.

¿Por qué se había sentido tan identificada con Mary Anne?

The Prodigal DaughterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora