Capítulo 4

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Nick Casi Decapitado, el fantasma de Gryffindor, observaba con gran tristeza los platos de los chicos mientras estos comían y charlaban tranquilamente.

—Ah, <esdo esdá me'or> —dijo el pelirrojo con la boca llena de puré de papa, Sophie lo miró con desagrado.

—Tienen suerte de que haya banquete esta noche ¿saben? —les comentó el fantasma—. Más temprano hubo problemas en las cocinas.

—¿<Po' gué>? ¿<Gué ha sudedido>? —preguntó Harry con la boca llena con un buen pedazo de carne.

—¿No pueden esperar a tragar? —cuestionó la castaña, visiblemente asqueada, se volteó a observar a Hermione— ¿siempre son así?

La muchacha asintió.

—Peeves, por supuesto —Explicó Nick Casi Decapitado, ante la pregunta de Harry— Lo de siempre, ya saben. Quería asistir al banquete. Bueno, eso está completamente fuera de cuestión, porque ya lo conocen: es un salvaje; no puede ver un plato de comida y resistir el impulso de tirárselo a alguien.

—¿Y que hizo en las cocinas?—preguntó Ron, que ya había tragado.

—¡Oh, lo normal! —respondió Nick Casi Decapitado, encogiéndose de hombros— Alborotó y rompió cosas. Tiro cacerolas y sartenes. Lo encontraron nadando en la sopa. A los elfos domésticos los sacó de sus casillas...

¡Paf!

Hermione acababa de golpear su copa de oro. El jugo de calabaza se extendió rápidamente por el mantel, manchando de color naranja una ancha superficie de la tela blanca, pero la joven no se inmutó por ello.

—¿Aquí hay elfos domésticos? —preguntó, clavando los ojos en Nick Casi Decapitado, con expresión horrorizada— ¿Aquí en Hogwarts?

—Claro que sí —respondió Nick Casi Decapitado, sorprendido de la reacción de Hermione— Más que en ninguna otra morada de Gran Bretaña, según creo. Más de un centenar.

—¡Si nunca he visto ninguno! —objetó Hermione.

—Bueno, apenas abandonan las cocinas durante el día —explicó Nick Casi Decapitado—. Salen en la noche para hacer un poco de limpieza...ocuparse de los fuegos y esas cosas. Se supone que no hay que verlos. Eso es lo que distingue a un buen elfo doméstico, que nadie sabe que está ahí.

Sophie rodó los ojos al oír aquello, odiaba la esclavitud de los elfos domésticos, creía que merecían ser tratados mejor. Sin embargo, la chica sentada frente a ella parecía más histérica.

—Pero, ¿les pagan? —preguntó Hermione—. Tendrán vacaciones, ¿no? Y...y licencia por enfermedad, pensiones y todo eso...

"Ojalá tuvieran todo eso" —pensó la joven de ojos miel.

Nick Casi Decapitado se rio con tantas ganas que la gorguera se le bajó y la cabeza se le cayó y quedó colgando del fantasmal trocito de piel y músculo que todavía la mantenía unida al cuello.

—¿Licencia por enfermedad y pensiones? —repitió, volviendo a colocarse la cabeza sobre los hombros y asegurándola de nuevo en la gorguera—. ¡Los elfos domésticos no quieren licencias por enfermedad ni pensiones!

Hermione miró su plato, que estaba casi intacto, puso encima el tenedor y el cuchillo y lo apartó de ella.

—< Vamo, He 'mione> —dijo Ron, rociando sin querer a Harry con trocitos de pastel de Yorkshire— <Va'a> lo siento, <Arry> —tragó— ¡Porque te mueras de hambre no vas a conseguir que tengan licencias por enfermedad!

—Estoy de acuerdo con él —asintió Sophie—, sé que los elfos domésticos son tratados de una espantosa forma, pero, ¡hay mejores formas de luchar por sus derechos que una huelga de hambre! Lo único que lograrás sin comer, es morirte de hambre.

—Esclavitud —escupió Hermione, respirando con dificultad—. Así es como se hizo esta cena: mediante la esclavitud.

Y se negó a probar otro bocado.

Afuera estaba lloviendo. La lluvia golpeaba con fuerza los altos y oscuros ventanales. Otro trueno hizo vibrar los vidrios, y el techo que reproducía la tormenta del cielo brilló iluminando la vajilla de oro justo en el momento en que los restos del plato principal se desvanecieron y fueron reemplazados, en un abrir y cerrar los ojos, por los postres.

—¡Tarta de melaza, Hermione! —dijo Ron, dándosela a oler—. ¡Bollo de pasas, mira! ¡Y pastel de chocolate!

Pero la mirada que le dirigió Hermione le recordó a tal punto a la profesora McGonagall que decidió desistir.

—¿Por qué Hermione se puso tan mal por lo de los elfos domésticos? —le pregunto Sophie a Harry.

—Larga historia —contestó el chico, mirándola— Am...Sophie, ¿Te puedo preguntar algo? —inquirió el pelinegro vacilando.

—Ya lo estas haciendo —señaló la chica riéndose—. Pero sí, claro, ¿Qué pasa?

—Pues...tu dijiste que entraste a Hogwarts el año pasado, ¿no es así?

—Sí...

—Entonces, ¿Por qué nunca te había visto por aquí? —preguntó el chico, que aún tenía la esperanza de que ella fuera a quien había estado buscando.

Sophie se puso nerviosa y sintió el calor subir a su rostro, había sospechado que en algún momento le preguntarían eso y de hecho le sorprendía que se hubieran tardado tanto.

—Digamos que no era una persona muy sociable —respondió ella, y en realidad no estaba mintiendo.

El chico de lentes asintió y sonrió. Eso hacía más probable su teoría. Estaba seguro de que era ella, ella era la chica de la capucha, tenía que serlo. Ahora solo dejaría que el tiempo pase y así, tal vez, conocería la verdad.

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⏰ Última actualización: May 08, 2022 ⏰

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&quot;La Chica de la Capucha&quot; (Harry Potter y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora