Ganando en su propio juego

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"LECCION 3; TODO PASA POR ALGO... NO TE SIENTAS MAL POR LOS ERRORES YA QUE ESOS ERRORES PODRAN CONVERTIRSE EN TUS VICTORIAS"

Mi padre me lleva hasta el punto de quedada, es un centro comercial, me dirijo al restaurante Italiano donde se supone que nos íbamos a reunir y espero varios minutos, por un momento pienso que me han dejado plantada, tirada con la intensión de humillarme, pero a lo lejos veo una sonrisa inocente que se acerca, es Sam Faith.

—Monet, ¿Qué tal? Luces genial. —Me dice Sam, acercándose a mí para darme los dos besos típicos de España.

—Muchas gracias, tu igual. —Le digo poniéndome de puntillas para alcanzar su hombro, al acercarse a mi puedo oler su delicioso perfume y su voz enciende en mi pensamientos salvajes, estoy tan ensimismada que no escucho el ruido de los coches ni de nada de lo que pasa a mi alrededor... solo veo sus ojos.

— ¡Ey! ¡Ey! ¡Monet Sarabi! ¿Estás bien? —Me pegunta Sam sacudiendo mis hombros, yo reacciono y trago saliva.

—Si... lo siento ¿Qué paso? —Le pregunto.

—Te vi mirándome, yo te hablaba y no reaccionabas, y luego vi que tu ojo izquierdo se movía a otro lado mientras el derecho aun me observaba. —Explica un poco asustado, como si estuviese muy preocupado por mí, en ese momento yo me tapo los ojos con mis manos como si me hubiese caído un bicho.

— ¿Qué dices? ¿De verdad? ¡¿Soy bizca?! —Le pregunto asustada, el suelta una carcajada que casi puedo asegurar que se escuchó en mi casa.

—Es mentira, solo me estabas observando y ya, no tienes nada en los ojos... solo que son muy bonitos y ya está, y si fueses bizca seguirías teniendo los ojos bonitos. —Responde, yo suspiro de alivio y bajo mu mano derecha descubriendo solo un ojo.

— ¿Lo juras? Mañana mismo iré a un oculista. —Le digo sonriendo un poco, aliviada por no ser bizca.

—Lo juro... Estas bizca—Responde.

— ¡Me quiero ir! —Le digo, él se acerca a mí y me abraza afirmándome que solo lo hacía por molestar, le perdono las bromas pesadas y nos dirigimos dentro del restaurante para esperar a las chicas en él.

Pasan muchos minutos, duramos incluso una hora y media riendo de nuestras anécdotas, incluso el camarero nos pide ordenar algo ya que hemos tardado mucho.

—Yo pediré una lasaña de pato con ensalada ¿Y tú? —Me pregunta Sam, yo veo detenidamente la carta y veo los precios, no me traje mucho dinero como para pedir lo que quiero así que simplemente pido un calzone.

— ¿Tienen algo especial? —Le pregunta Sam al camarero, el camarero nos pide que lo esperemos unos segundos para preguntarle al Chef.

— ¿Qué fue eso? Comes mucho. —Le comento entre risas, el levanta una ceja y toca mi mano con la punta de sus dedos.

—Pensaba que como estábamos solos podíamos probar otra cosa, es un restaurante de comida italiana pero me dijeron que también hacen comida latina, solo quiero que probemos algo nuevo. —Responde ruborizado y en mi mente pienso... ¿acepto o no? Regresa el camarero y nos da una pequeña carta, el día de hoy habrá comida Venezolana.

—quiero que nos traigas arepas, las mejores que tengas, por cierto... ¿Qué es una arepa? —Le pregunta Sam al camarero, el camarero se toca la barbilla y pide que lo disculpemos unos segundos más.

— ¡Sam! Te pagaré esto. —Le digo, el hace un gesto con sus manos así como para que me tranquilice y en eso llega nuevamente el camarero.

—Es como un pan pero no es un pan, está hecha con un tipo de harina de maíz, parece un bollo relleno pero no es un bollo, y redondo... y aplastado. —Responde el camarero inseguro leyendo sus anotaciones en la libreta.

Call Me MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora