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Era un final de agosto cálido. Alex iba a comenzar su primer año como profesora de encantamientos en Hogwarts. Se sentía nerviosa viendo que el día del comienzo del curso era inminente. Decidió que antes de trasladarse al castillo sería buena idea celebrar una fiesta con sus mejores amigos, Leah y Jake. Se conocieron en la escuela de Magia de Australia, país en el que vivió durante su adolescencia. Leah trabajaba en un hospital Muggle de Londres y Jake trabajaba gestionando burocracia del Ministerio.

- Tenemos reserva en El Caldero Chorreante - dijo Jake bailando de alegría - Nos vamos a poner tibios.

- ¿Qué te vas a poner? - preguntó Leah a Alex

- Algo rompedor, hay que despedir esta etapa por todo lo alto.

Alex se puso un ceñido vestido rosa palo dejando ver la piel pálida de sus muslos. Dejó su largo pelo oscuro caer sobre sus hombros y destacó sus ojos verdes con eyeliner y una sobra de ojos rosada.

- ¿Nos vamos? - preguntó Leah mientras sus dos amigos se levantaban para dirigirse a la puerta.

Llegaron al bar y se sentaron en la mesa que reservó Jake. Comenzaron a beber y reír recordando anécdotas de cuando eran estudiantes. Alex llevaba unas copas de más cuando se levantó para pedir otra en la barra.

- Hola, preciosa - dijo un hombre desconocido. Ella simplemente sonrió y prosiguió a ignorarle. - Te invito a una copa.

- No, gracias.

- Me llamo Joseph. - dijo alargando su mano hacia la de ella. Esta no la tomó. - Podemos pasar una noche estupenda - la agarró del brazo.

- Claramente la señorita ya le ha rechazado, deje de arrastrarse que es patético - dijo otro hombre que se encontraba al otro lado de la barra bebiendo un whisky de fuego.

- ¿Y tú quién te crees que eres? - dijo Joseph con voz chulesca.

El hombre al otro lado de la barra ignoró la pregunta del alterado que sacó su varita para herirle. En ese momento, Alex reaccionó.

Depulso - el hombre comenzó a flotar dejando caer su varita. Con un movimiento seco tiró por la puerta a aquel hombre. - Camarera, póngale otra copa a aquel hombre por las molestias.

Alex se acercó a él con su copa de vino contoneando su hermosa figura y se sentó al lado del hombre de cabellos negros.

- Gracias - dijo ella dejando su copa sobre la barra.

- No hay de qué. - él no la miraba - debe tener más cuidado con lo que lleva.

- ¿Qué? - dijo asombrada mientras él recorría con sus ojos sus curvas.

- No todos tienen el mismo autocontrol.

- Será cerdo.

Alex se fue con sus amigos para acabar con buen sabor la noche.

Algún día quizá (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora