IV

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Ya era casi Navidad y Dumbledore había decidido darles un capricho a los profesores por su duro trabajo y les regaló un fin de semana en un spa a todos ellos.

La relación entre Paul y Alex iba viento en popa, o al menos eso pensaba él. Le había dicho que le quería pero ella aún no estaba preparada para ese paso. Estaba indecisa y pensó que aquel fin de semana podría ayudarle a aclarar su mente. Severus hacía meses que apenas le dirigía la palabra y se veían lo mínimo, se limitaban a encontrarse en reuniones comunes y mantener la cordialidad.

Severus iba al spa a regañadientes, lo último que le apetecía era ir allí. Podía aparentar indiferencia, pero aquel hermetismo era todo inseguridad. La única persona a la que verdaderamente había amado fue a su amiga de la infancia y no ha dado ninguna posibilidad a otra mujer en acercarse tanto como ella. Se auto castigaba recordándola. Albus le animaba a abrirse, alguna vez incluso le sacó a tomarse unas copas y actuó de celestino, pero nada cuajó, básicamente porque él nunca quería. A veces se preguntaba si todo aquel sufrimiento era realmente necesario.

Preparó su pequeña maleta y se dirigió con el resto de profesores al tren. Al ver a Rickman sintió náuseas. Detestaba a aquel tipo, Alexandra no se veía muy feliz a su lado, pero hacía tiempo que decidió no entrometerse en su camino.

***

Llegó la primera noche. Alexandra y Paul habían discutido porque ella no quería pasar la noche con él en la misma habitación y él estaba harto de esperar. En todos esos meses Alex simplemente le dejaba besarle y él necesitaba más.

Se puso un bikini rosa y se fue a la piscina de aguas termales. Cuando llegó vio que alguien más tuvo su misma idea. Severus salió con el agua chorreando por su cuerpo y al verla llegar corrió vergonzosamente a taparse con una toalla.

Se saludaron tímidamente y Alex metió sus pies en el agua.

- Puedo irme si le molesto - dijo ella al ver la incomodidad en el profesor de pociones.

- No, no, está bien - dijo sin mirarle a los ojos.

Ella se sumergió lentamente en el agua. Los ojos oscuros de Snape la seguían. Cuando ella volvió de su primer largo él no pudo evitar preguntar.

- ¿Problemas en el paraíso con el romántico de Paul? - ella rodó sus ojos en claro signo de hartazgo. - No puede ser tan grave ¿no?

- Vamos a ritmos distintos - ella hablaba mientras jugaba con el agua. Severus entró de nuevo en el agua perdiendo un poco la vergüenza que sentía.

- Lynn, podría tener a cualquiera.

- ¿Incluso a usted? - Alex se acercó peligrosamente a un Snape nervioso. Le resultaba adorable. Él bajó la mirada sin contestar.

Le robó un beso. Si quería aclararse necesitaba saber si aquellos sueños que seguía teniendo con él significaban algo. Él la apretó contra su pecho. Pasó sus manos por su voluptuoso cuerpo, tenía unas curvas de infarto. La llevó hasta los escalones de la piscina y continuó besándola ahí. Alexandra rodeó con sus piernas la cintura de Severus, notando su erección contra su sexo. Le encantaba que reaccionase así ante ella. Se apartó y le dejó sólo con ganas de más.

- Maldita sea, Alexandra Lynn.

A la mañana siguiente cada uno siguió el itinerario que más le apetecía. Minerva optó por la sauna y los baños turcos. Paul desapareció tras el desayuno y Alexandra estaba emocionada por un masaje relajante.

El masajista la acompañó hasta la camilla y le pidió que se pusiese una braguita de papel.

- Ahora vuelvo -dijo el masajista.

Escuchó cómo volvía a entrar y posaba sus manos sobre su espalda. Tenía unas manos milagrosas, pensaba Alex. A los 10 minutos de masaje notó cómo le daban un beso en el hombro. Esta sorprendida se giró de golpe.

- ¿Está más relajada? - preguntó Severus. - ¡Auch! - Alexandra le había dado una patada en la entrepierna y salió corriendo tomando su albornoz.

Alexandra no quiso salir de la habitación el resto del día. Le gustó el masaje pero no quería admitirlo por la osadía de Snape. Tenía miedo de que una vez se acostasen, no quisiera saber nada más de ella. Veía la televisión cuando escuchó que un búho repicaba la ventana. Este dejó caer un pequeño sobre.

"Siento haber arruinado su masaje. No le volveré a molestar.

S.S"

Algún día quizá (Severus Snape)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora