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Al principio no sintió nada.

Se dejó guiar de regreso a la pista de baile por esa mano experta que estaba enseñándole en esa noche una nueva manera de enfrentarse a la vida. La gente bailaba efusivamente a su alrededor, saltaban y gritaban al son de la música y las luces destellaban más fuerte de lo que sus ojos eran capaces de soportar.

Todo parecía estar igual.

Apenas podía entender la letra de la canción que estaba sonando y de pronto sus pies eran tan ligeros que creía estar flotando, pero definitivamente esa mierda que se había metido por la nariz no estaba funcionando.

Alcanzó a ver a Lu junto a Pablo, este la abrazaba estrechamente por la cintura y ella se dejaba querer pero manteniendo la distancia suficiente para evitar que pasase algo más.

Por primera vez no sintió dolor en su corazón y en su lugar le entró la risa. Esa era Lu, haría lo que fuera por tener a cualquiera a su disposición para lograr lo que se propusiese, pero no con él. Nunca más.

- Necesito más de eso – le susurró a Vico en el oído mientras bailaba muy cerca del trasero de la chica.

Esta imitó los movimientos del chico pero negó suavemente con la cabeza.

- Tómalo con calma. No queremos sustos.

- Pero esto no me está haciendo efecto. Debe ser por mi tamaño... la dosis que me diste era pequeña.

Vico soltó una carcajada pero se dio la vuelta y besó profundamente a Valerio en la boca, dispuesta a darle paciencia a través de sus besos, aquella que no era capaz de encontrar en el disfrute de la fiesta. Y él, por primera vez en su vida, disfrutó de un beso de forma completa. Agarró las mejillas de la chica y tomó la voz cantante, profundizando su lengua dentro de la boca de Victoria y acariciando la de la chica.

Pero de pronto algo cambió dentro de él. Empezó a sentirse eufórico. Concebía como las notas musicales penetraban dentro de su piel y como su corazón bombeaba al ritmo de la base de cada tema. Frente a él, Vico parecía estar sintiendo algo muy parecido a él. Brillaba como si hubiese una estrella dentro de ella. Los problemas se empezaron a evaporar y en su cabeza solo residía la idea de seguir bailando, seguir saltando, seguir mirando a esa muchacha que solo tenía ojos para él.

- Eres tan bonita – la musitó al oído.

- Y tú eres tan apetecible.

Se fusionaron en un apasionado beso en mitad de la pista de baile, rodeados de gente de colores chillones que empezaron chillar al verles. No les importó, ambos estaban absortos en una batalla de lenguas y labios que se chocaban con fiereza buscando el control. Su excitación crecía por momentos y creía estar al borde del abismo cuando ella le volvió a arrastrar hacía los aseos.

Y cuando ella se puso de rodilla y libero su erección para satisfacerle con la boca se creyó volver loco de placer. Nunca había tenido relaciones. Nunca nadie había hecho algo así para él y allí estaba esa chica. Entregada totalmente a satisfacerle y él solo podía pensar en el placer tan grande que estaba sintiendo. Como todo parecía brillar y como parecía dirigirse hacia una vorágine de emociones que se catapultaría con la eyaculación de su miembro.

Perdió el control de la noche. Las horas parecieron segundos. Los labios le dolían de tantos besos. Se sintió más sociable que nunca, con ella de su brazo. Volvieron al baño con frecuencia o bien para tomar más cocaína o para volver a tener relaciones.

Era justo lo que siempre había necesitado.

Todo era felicidad. Todo era perfecto. Todos lo estaban pasando en grande.

Menos Lu.

Jamás había visto a Valerio así.

Desenfrenado. Tan seductor. Tan sociable.

Jamás le había visto besar a nadie y mucho menos besar a una chica con tal pasión. Ella había besado a chicos, pero no sentía que nunca la hubiesen besado así. Y sin poder evitarlo, deseo estar en los brazos de su medio hermano. Ser esa rubia tonta y poder entregarse sin pensar en que dirían los demás.

Pero eso nunca pasaría.

Harta de la situación se encaminó hacía el y de un tirón lo separó del grupito que ahora le rodeaba.

- ¿Se puede saber que estás haciendo?

- ¡LUUUUUUUUUUUUUU!

- Ya parale cabrón. Vámonos a casa.

- No, no, no. Esta siendo el mejor cumpleaños de mi vida. ¡Y es gracias a ti! ¡Tú preparaste todo esto!

- Valerio, ¿se puede saber que has tomado? Dios mío, tienes las pupilas muy dilatadas

- He tomado felicidad – y rompió a reír absurdamente – ojala haberla descubierto antes... habría solucionado muchas cosas.

Lu se preparaba para una réplica cortante, cuando la voz de Victoria la cortó antes de empezar. Tenía las pupilas tan o más dilatadas que Valerio, pero al contrario que este parecía controlar mejor la situación.

- ¿Por qué no le dejas un poquito en paz? No ves que lo estamos pasando genial. ¿No te apetece unirte y dejar de ser una amargada?

- Mira bonita, lo que yo hable con mi hermano es mi problema. ¿Por qué no te vas a comprar unas extensiones nuevas? Estas que llevas se están decolorando.

Valerio volvió a reirá mientras pasaba un brazo por la cintura de Vico sensualmente.

- ¿Qué te dije? ¡Lo quiere controlar todo!

- ¡Ya, Valerio! – chilló Lu sobrepasada por la situación y empezando a asustarse de verdad.

El muchacho soltó a su amiga un segundo y se acercó a Lu, con gesto serio y ligeramente compungido. Tragó saliva y pareció costarle un mundo hablar, pero cuando lo hizo fue tajante.

- Si quieres regresar a casa, puedes hacerlo. Pero yo, yo me quedo aquí.

- Está bien. – contestó Lu haciendo un gran esfuerzo por aguantar las lágrimas – Pásatelo bien. ¡No es mi problema! ¡Nunca debió ser mi problema!

Y sin decir más se dio la vuelta casi corriendo, destino a casa. Maldiciendo el momento en el que pensó que sería una buena idea ir a Santiago para pasar con él su cumpleaños. Maldiciendo su idea de la fiesta. Maldiciendo a esa rubia oxigenada que le estaba cambiando y le estaba adentrando a un mundo al que no podía seguirle. Y maldiciendo el dolor creciente que residía en su corazón. Aquel que no podía controlar y que jamás había experimentado en tal magnitud como esa noche.

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⏰ Last updated: Jan 12, 2021 ⏰

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PLUMA, LÁPIZ Y VENENOWhere stories live. Discover now