3.3
Algo organizado por Lu, definitivamente no podía decepcionar. Había alquilado una nave de grandes proporciones y se las había arreglado para contratar a un equipo que la convirtiese en una discoteca improvisada. La habían limpiado en profundidad hasta el último rincón y la habían decorado simulando un ambiente hawaiano. Era increíble lo que el dinero y el poder podían lograr, y por suerte para ella poseía sobradamente de ambas.
Un gran equipo de música con su zona para pinchar discos residía en el medio de la estancia y multitud de enormes altavoces colgaban de las columnas haciendo que la música resonara brutalmente. A cada extremo del pabellón había dos largas barras con cámaras frigoríficas para surtir de bebidas a todos los invitados y en las esquinas dos baños amplios y un guardarropas.
Había pensado en cada mínimo detalle, dispuesta a dejar un grato recuerdo en la menta de cada invitado. Se informó sobre los camareros más eficientes de la zona. Preguntó a la empresa líder en seguridad de la zona para contratar algo de personal por si la cosa se iba de control y consiguió los servicios de uno de los DJs de moda de Chile.
Estaba convencida de que su padre la regañaría enormemente por ese gasto de dinero que ha sus ojos sería innecesario, pero nada que una sonrisa y un abrazo tierno no pudiesen arreglar. Tenía que montar una fiesta para la historia. No se conformaba con menos.
Y lo iba a lograr por él.
Sabía que Valerio no se sentía muy querido. La relación con su padre no era buena y su madre era un ente viviente así que su misión como hermana era hacerle feliz. Después de todo él lograba lo mismo con ella. Siempre estaba ahí, a pesar de la distancia. Dispuesta a quedarse hasta altas horas de la noche despierto, con tal de compartir charlas, confidencias y anécdotas. Y la miraba de esa manera que le hacía sentirse la chica más especial del mundo.
Sacudió su cabeza un poco intentado focalizar sus pensamientos y evitar unas divagaciones que últimamente se hacían demasiado frecuentes y se repitió con un intento de determinación. Era su deber de hermana.
Pero su mente no parecía estar por la labor de obedecerla y la imagen de Valerio, dormido a su lado se fijó en su memoria.
Cuando él salió a su cita, la tarde anterior, ella se quedó con un extraño sentimiento de abandono, pero se negó a pensar en ello. Llamó a Guzmán para distraerse y lo logró al menos durante una hora, pero tras colgar y despedirse tiernamente, comprobó que su hermano no había regresado. Se pintó las uñas de los pies con un esmalte que encontró en el salón. Se probó diferentes modelitos pensando cual sería el más óptimo para la fiesta sin que ninguno le pareciera lo suficientemente bueno y bajó a la cocina para que la doncella le preparase un sándwich de salmón, pero al no encontrar a nadie del personal acabo comiendo galletas prefabricadas con sabor a canela.
Y tras todo eso, él todavía no había regresado.
Notando como su malestar crecía y enojándose al paso de los minutos, acabó entrando en el dormitorio de Valerio y procedió a distraerse un poco, curioseando entre sus cosas. Había muchos libros y algunas maquetas que él mismo había debido montar. Pero en general la ausencia de decoración inundaba la estancia. La cama era amplia y las sábanas grises estaban revueltas, como si nadie se hubiese tomado la molestia de hacer la cama con cuidado. En la mesita de noche una lámpara de niño, de esas que cuando se encendían hacían formas en la pared y junto a ella un portaretrato. Se acercó, y sentándose en la cama lo cogió entre sus manos para sonreír profundamente al descubrir la fotografía. Eran ellos dos. El primer verano que se había conocido. Estaban junto a la piscina, envueltos en la misma toalla y sonriendo felices. Colocó la foto en su sitio y se tumbó en la cama, sintiéndose más sola que antes.
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PLUMA, LÁPIZ Y VENENO
FanfictionPequeñas historias independientes basadas en la relación entre Lucrecia y Valerio. Los personajes pertenecen a la serie de Netflix, Elite.