-¿Quién eres? - le preguntó Sacink.Parecía haberla reconocido pero ella no recordaba haberle visto nunca, ambos se quitaron la capucha.
-Soy Lux. Siento el golpe, no te había visto. - dijo dedicándole una suave sonrisa.
Sacink no se inmutó, se quedó quieta, sin devolverle la sonrisa, con una mirada impenetrable.
-¿Y tú cómo te llamas?
-Me llamo Sacink.
-Curioso nombre. - dijo sin dejar de sonreír aunque ya se sentía algo incómodo ante la seriedad de la joven.
Es cierto que en el día anterior apenas la había observado un par de minutos, pero no la recordaba así, le había parecido una joven risueña y alegre y aquella que tenía enfrente no se asemejaba en nada a aquella chica, se preguntó qué era lo que le había ocurrido para cambiar de aquella forma tan radical.
-Pareces cansada y con sed, si quieres puedo llevarte a mi casa para que repongas fuerzas. ¿Sabes lo que ha ocurrido en la ciudad? No estás a salvo aquí en la calle
Por un momento ella no contestó, estaba escrutándole y analizando con la mirada con toda su atención.
-Creo que ayer atacaron el castillo. ¿Si tan peligroso es que haces tú merodeando por las calles?
-Estoy inspeccionando.
-¿Inspeccionando que...? - Se calló, se oyeron unos pasos y aguantó la respiración.
Lux la agarró del brazo y la instó a que le siguiera. Estuvieron callejeando por unos minutos sin aparente rumbo fijo y al fin pararon.
-¿Quiénes eran?
-Mejor que no lo sepas.
En ese momento le vino a Sacink una idea a la cabeza. ¿Y si los rebeldes eran los que les habían atacado? ¿Y si esos pasos eran de los guardias buscando a los rebeldes? Entonces aquel chico que se hacía llamar Lux era uno de ellos. Entonces tenían que ser ellos los que habían matado a sus padres.
-¡Eres un rebelde!- exclamó pegando un salto hacia atrás y sacando el cuchillo para colocarlo en el cuello del muchacho.
Lux se quedó sin habla por un momento, le había pillado desprevenido. Probablemente había salvado su vida pero parecía que ella no se daba cuenta. Se quedó unos segundos mirándola a los ojos y percibió cómo sus pupilas ardían de rabia. Y entonces contestó:
-Sí, lo soy. Pero no entiendo ese odio hacia nosotros. - dijo intentando aparentar calma y serenidad.
-¿Qué habéis hecho? - le contestó casi gritando y acercando aún más el cuchillo hacia su cuello hasta que de él salió un hilillo de sangre.- Matasteis a mis padres, no sé de dónde sacasteis esos engendros ni qué brujería negra habéis usado, pero en vuestro ataque al rey teníais que infundir miedo,¿no es así?
-Nosotros nunca mataríamos a nadie, Sacink, baja ese cuchillo y te lo explicaré con más calma. No estás pensando con claridad, deberías descansar.
Dudó por un momento, notó cómo le temblaban las piernas, en aquel momento sabía que no habría dudado en matarlo, pero aquel chico parecía sincero y tenía razón, no estaba en condiciones de pensar en ello y había algo que no cuadraba en todo lo que había ocurrido. Guardó el cuchillo, el dolor y la rabia la habían cegado por completo.
El muchacho le ofreció su hombro para que se apoyara. No sabía por lo que tenía que haber pasado pero tenía muy mal aspecto y a veces temblaba involuntariamente, en cualquier momento podría desmayarse. La guió por las callejuelas hasta llegar a la puerta del cuartel de la Orden, llamó con urgencia y al principio nadie contestó, llamó de nuevo y esta vez entonado la clave secreta. Se oyeron pasos y abrieron la puerta, al otro lado, se encontraba Arest, como siempre.

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Fuego y Cenizas
ФэнтезиUna historia más de fantasía con algo de amor. "Dos personas destinadas a encontrarse, un enemigo en común. ¿Lograrán acabar con el mal que acecha o sucumbirán a él?"