Caminaba entre las sombras que, poco a poco, iban desapareciendo, por los callejones de la ciudad. Apenas quedaba media hora para que el sol dejara de alumbrar y se sumiera en una profunda oscuridad. Entonces, algo se iluminó en el cielo, el muchacho levantó la mirada cayéndose le la capucha sobre los hombros, dejando su rostro al descubierto, tenía unos ojos verdes de intensa mirada y su pelo negro azabache le caía por las orejas, parecía una estrella fugaz que se dirigía directamente hacia el castillo del rey.
Aceleró la marcha y, tras varias encrucijadas, se paró enfrente de una puerta de madera de roble bastante robusta y resistente, a simple vista parecía una vivienda nada fuera de lo común, el encapuchado llamó a la puerta con los nudillos dando varios golpes en forma de contraseña. Se escucharon pasos acercándose y varios pestillos y, por fin, la puerta se abrió.
Al otro lado le esperaba un hombre con ropas humildes: una camisa blanca , un chaleco marrón y unos pantalones a juego. Y mirada desconfiada, era bastante más alto que él y de fuerte musculatura, su pelo negro y corto, ya se tornaba grisáceo por los años, le dedicó una mueca como sonrisa y le dejo pasar.
- Ya ha comenzado.- le dijo el encapuchado y éste frunció el ceño.
- ¿Estás seguro?
- Sí, lo he visto en el cielo.
- Avisaré a los demás, Lux, esto se va a convertir en una masacre.
La entrada desembocaba en un pasillo apenas iluminado por unas pocas lámparas de aceite, tan solo había tres puertas de madera oscura, el muchacho fue detrás del hombre hasta la puerta que se encontraba el fondo. La abrió y al otro lado había un salón modesto con varias mesas de madera desgastada, alargadas con dos bancos cada uno anclados con clavos. La sala estaba desierta con una fina capa de polvo, hacía las veces de salón de reuniones y comedor.
El hombre salió de la vivienda ha avisar a los demás y lo dejo solo en aquella habitación. Mientras tanto el muchacho se quedó esperando sentado en uno de los bancos cabizbajo, estaba preocupado, había llegado el momento, pero la decisión que siempre le había caracterizado por un momento parecía que flaqueaba, no era miedo, pero en algún lugar de su mente se había sembrado la duda, ¿lo lograrían? o su meta era tan imposible como muchos querían hacerle creer, apartó ese pensamiento de su cabeza, y ese sentimiento de duda, ya no había tiempo para eso, había llegado el momento de levantar la cabeza y luchar.
En menos de una hora, el salón se lleno de hombres y mujeres con mirada sombría, en el ambiente había una halo de preocupación.
Fueron sentándose a las mesas que estaban en el centro de la sala, había más de una veintena de personas, todos ellos representantes de los grupos de la Orden de cada zona del reino. Vivían en la ciudad, pero se encargaban de mantener informados y servían de enlace para los miembros que habitaban fuera de las murallas.
El muchacho encapuchado estaba de pie frente a ellos, se quitó la capucha y dejo ver sus ojos de un azul profundo con una mirada determinante, a su lado se encontraba el hombre que lo había recibido, con el rostro sombrío, hizo una inclinación con la cabeza a modo de aprobación y se sentó con los demás representantes.
- Hoy ha llegado el día que todos estábamos esperando, por el que nos hemos esforzado y trabajado tanto. Tenemos que reunir a todos, cada enlace tiene que ir a por el resto de la Orden a el lugar en el que nos esperan. Hoy es el primer día de la guerra contra el mal, muchos perecerán en el camino pero llegaremos a la victoria. Llevamos años preparándonos para esto, no pararemos hasta que lo hayamos derrotado, aunque tengamos que caer en una batalla, ganaremos la guerra.
Los miembros asintieron con la cabeza y se fueron marchando, no sin antes despedirse y deseando fuerza a sus compañeros, para reunir al resto de la rebelión. En pocos días, habría en la ciudad cientos de personas de la Orden preparados y dispuestos a planear el primer ataque.

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Fuego y Cenizas
FantasiUna historia más de fantasía con algo de amor. "Dos personas destinadas a encontrarse, un enemigo en común. ¿Lograrán acabar con el mal que acecha o sucumbirán a él?"