7. Daddy

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Contiene: Escenas sexualmente explícitas.

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El timbre de su departamento sonó y Steve tuvo que apagar el fuego de la estufa, mientras tomaba un trapo para limpiarse las manos. Dejó todo listo por si se tardaba y se dirigió a la entrada, anunciando con un grito a quien estuviera esperando que ya casi abría.

Fue una sorpresa encontrar al hijo de Howard del otro lado de la puerta, recargado en el marco de esta. No pudo evitar escanear su vestuario; el traje tan elegante y moderno, a la medida de joven. Se veía muy bien. Tampoco pudo dejar pasar el aroma de su colonia cuando se acercó a él con una sonrisa al saludarlo. Le correspondió con otra y lo invitó a pasar.

—Qué sorpresa, no esperaba verte aquí —se encaminaron a la estancia, donde Anthony se dejó caer en uno de los sillones, a la par que Steve se sentaba en el sofá frente a él—. ¿Pasó algo?, ¿estás bien o...?

—¿Acaso no puedo visitar a un amigo? —interrumpió. Rogers se quedó con las palabras en la boca, negando y riendo nerviosamente. Tony cruzó las piernas y recargó su espalda por completo en el asiento.

—No quise decir eso, simplemente se me hizo inusual que vengas solo, o al menos sin tu padre. Y claro que puedes visitarme cuando quieras —le sonrió amablemente, como cada que le veía. Stark rió por su reacción; era obvio que sólo quería tomarle el pelo—. De hecho estaba cocinando algo para cenar. ¿Te gustaría acompañarme?

Al contrario de lo que esperaba, Anthony negó.

—En realidad, Steve, sí hay una razón por la que vine. No me gustan los rodeos, así que te lo diré de una vez —la seguridad y fluidez en sus palabras sólo podrían venir de un Stark, pensaba Steve. Este asintió y se removió en su asiento.

—¿Quieres algo de beber? Ya sabes, en lo que platicamos.

—Un whisky, por favor.

Rogers se sorprendió, pero no dijo nada. Recordó que Anthony era un adulto con veintiún años cumplidos. Aún cuando lo había visto pocas veces en los últimos meses, debía reconocer que el muchacho ya no era un adolescente. Se notaba más maduro y tenía un cuerpo más varonil. No podía negarle ese trago, porque ya no era el niño que conoció.

Se levantó, fue hacia su reserva de alcohol y sirvió una copa de un licor sin abrir que llevaba en su repisa bastante tiempo. Este había sido un regalo del padre de Tony, seguramente por festejar alguna victoria de batalla. Aunque claro, a Howard se le olvidaba que él no podía emborracharse.

Disipó sus pensamientos y regresó con Tony, quien tomó la bebida y le dio un trago. Steve reconoció la expresión de gusto en su rostro cuando lo hizo, a la vez regresaba a su lugar.

Le seguía impresionando verlo como un adulto, bebiendo y actuando como tal.

Tony dejó el vaso en la mesa frente a él y volvió a mirarlo. Steve le había aplaudido siempre tener una sonrisa en la cara. El castaño era alguien muy alegre, que contagiaba esa felicidad a todos. Pero, ahora, la sonrisa que le dedicaba no denotaba diversión. Un escalofrío le recorrió al sentir ese gesto como de coquetería.

Desvío la vista y se dijo que debía estar equivocado, que no se hiciera ideas erróneas.

—Vengo para proponerte algo que creo que nos beneficia a los dos —el Capitán alzó una ceja y le regresó la mirada. Sus ojos azules chocaron con esos cafés, llenos de brillo y emoción—. Steve, ¿serías mi Daddy?

One shots · Stony, SuperfamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora