5. Ejercicio

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Steve es alguien disciplinado, incluso a su corta edad. La disciplina es algo que le ha ayudado mucho, sobre todo cuando hablamos de ejercicio.

En su niñez, era el chico escuálido, ese al que siempre molestaban por su complexión física. Gracias a eso y a sus enfermedades, la pasó muy mal. Pero en cuanto conoció lo que era ejercitarse, su vida cambió.

Pasó de no poder ni subir una escalera sin usar su inhalador, hasta correr seis vueltas a un parque sin mucho esfuerzo. Su envidiable físico y salud no habían salido de la noche a la mañana, y, aunque era consciente de que vivía bajo un régimen autoimpuesto muy desgastante, como tener una dieta y las agotantes rutinas diarias, sabía que su ritmo de vida era el correcto.

Todos sus amigos y conocidos sabían de las horas que pasaba en el gimnasio o practicando deporte. Entre ellos, Tony Stark.

Él, el genio del colegio, aquel hombre de ciencia que decía que los músculos no te servían para nada si no tenías cerebro. Él, que no tocaba una pesa ni por equivocación, ese que su alimento se basa en donas o cosas fritas. Él, ahora se encontraba en un gimnasio.

Era raro y hasta cómico. Y no, no lo hacía porque quisiera ponerse en forma, en sus palabras "Yo soy guapo, por, como y donde me vean, incluso si no tengo el abdomen como lavadero". Y por salud, pffffff, como diría su padre "Estoy más sano que un roble... ¿O, cómo iba? ". No, no estaba en ese lugar por eso.

Rogers y él se habían hecho amigos hace algunos meses, mientras tomaban una clase juntos. Fue tiempo suficiente como para que le gustara, y es que, eso de que si tienes músculos no tienes cerebro, era la única regla que Steve rompía. Era perfecto, o casi, porque a veces pasaba más tiempo con la máquina de correr que con él.

Bueno, aún no eran pareja, pero sólo era porque Steve no entiende mucho sobre coqueteo. Tony muchas veces le había lanzado miradas o frases, de esas que siempre funcionaban con las chicas, pero por alguna extraña razón, con Steve no. Un reto, y a Stark le gustan los retos.

Y, al querer tener su atención, simplemente se le ocurrió que podrían estar más tiempo juntos si hacían sus actividades diarias con él. Y a pesar de ser un genio, no calculó que de verdad sería un martirio.

Juraba que esa era la primera y última vez que lo acompañaba a algo así.

Lo citó a las malditas 5 de la mañana en el gimnasio donde tenía membrecía. Pero bueno, se dijo que normalmente no dormía mucho. No importaba, todo iba a estar bien.

Sí, habían conversado, pero sólo hasta que iniciaron las rutinas y Steve se tomó muy enserio el favor que le había pedido sobre entrenarlo. Le puso ejercicios súper complicados.

"Tony, veinte sentadillas.

Tony, más abajo.

Tony, las estás haciendo mal.

Tony, te vas a lastimar.

Tony, así no se usa la máquina..."

Agggg, mejor no hacía nada si se la iba a pasar regañandolo.

Aunque, cuando lo corregía no estaba mal. Una vez se puso detrás de él y bajaron juntos, obviamente para hacer la sentadilla. Sujetaba su torso con un brazo y mantenía su espalda pegada a su pecho para que no se encorvara. Por un segundo, creyó sentir algo presionando una de sus nalgas, pero no estaba seguro, Steve se apartó al instante. Y ese había sido su acercamiento más fuerte hasta entonces, pero la sonrisa de victoria nadie se la quitaba.

Aunque le gustaba la idea de que lo siguiera ayudando con su postura, ya no podía más. Le dolían las piernas, tanto que no creía poder caminar al día siguiente.

One shots · Stony, SuperfamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora