Introducción

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Un 25 de Septiembre de un año desconocido, nació una chica, a la que pusieron de nombre Aretha.

Aretha nació con un problema circulatorio y sin un pulmón. La lucha incansable de sus padres, Rachel y John, permitió que saliese del hospital, viva y sana.

Era un bebé gordinflón, con los ojos claros, como su padre, y los cabellos rojizos, como su madre. Al nacer, tenía la tez tan pálida, que parecía una muñeca de porcelana. Cosa poco común en bebés. A su vez, todos estos rasgos, se unían en armonía, creando un bello rostro.

La infancia de Aretha fue feliz. Tubo un hermano, Mickel. Entre ellos, se llevaban 3 años. Su relación era divertida.

Aretha fue creciendo y madurando a su vez. Su físico también creció y se desarrolló. Su figura se hizo más esbelta, aunque seguía teniendo un poco de tripa, pues no estaba del todo delgada. Era alta, bastante guapa y de pelos alborotados y castaños con reflejos pelirrojos. Ojos grises, labios carnosos y mejillas sonrojadas.

A los 12 años, a la entrar al instituto, se dio cuenta que la vida no era un cuento de hadas, como sus padres le habían hecho creer.

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