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*Recuerdo de T/N*

Tenía 4 años... me encontraba con mis padres fuera de nuestra pequeña casa acostados mirando el cielo, hacíamos un día de campo.

—¿Vamos a ser felices por siempre verdad?—pregunté sonriente.

—Si hija, lo seremos— respondió mamá con el mismo gesto.

De un momento a otro se escuchó el tono de llamada de papá, atendió el teléfono y se alejó.

El seguía con su celular pegado a la oreja y no se le veían intensiones de volver, pero lo notaba enojado... probablemente discutía con alguien tras él teléfono.

Mi mamá me dijo que entrara a la casa, realmente sería inútil seguir esperando, asentí y subí a mi cuarto.

Después de un rato, me enfadé de estar haciendo nada, así que, baje a cenar. Mi papá ya no estaba hablando por teléfono, quería sacar plática pero ellos siempre me contestaban serios y secos.

Era extraño, en realidad no recuerdo haber hecho algo que les hubiese molestado.

Ignore mi pensamiento y seguía cenando con tranquilidad.

***

—Ya no podemos mantenerla Madeleine—dijo papá frustrado.

—Pero es nuestra hija Dave, no podemos abandonarla— dijo mamá triste.

—Lo se, pero me han corrido del trabajo y era lo único que teníamos para vivir— dijo papá y bajo la mirada— No tenemos dinero— termina diciendo frustrado.

Ahora lo entendía todo, su sequedad y sus duras y crueles palabras.

Me sentía triste, porque sabía perfectamente que hablaban de mi; termine llorando silenciosamente en las escaleras, recargando mi espalda sobre la pared hasta deslizarme hacia abajo quedando en posición fetal.

Notaba que mi mamá también lloraba, ella estaba sentada sobre la silla apoyando sus codos sobre la mesa y con la cabeza abajo; mi padre de la misma manera pero con las manos en la cabeza.

***

Al siguiente día desperté y sentí unos brazos sobre mi espalda, era mi papá, me estaba cargando; me llevo a la planta baja para después salir e ir al auto, mi mamá ya estaba dentro.

—Papá, A donde vamos?— pregunte con una sonrisa

—Es una sorpresa, hija— dijo intentando soñar feliz y con una sonrisa que apenas si se le notaba

Tardamos mucho en llegar, el sueño me gano y me quede dormida.

***

Cuando me desperté, me di cuenta de que ya no estaba en el auto, me encontraba en un callejón, estaba oscuro y hacía mucho frío. Me levanté y mire a todos lados, no había nadie...

—Papá...— dije casi en susurro, hice una pausa— mamá...— mis ojos se llenaron de lágrimas— ¡¿PAPÁ ... DONDE ESTAS?!— grite pero nadie contestaba— ¡QUIERO IRME A CASA!— lloraba, pues sabía de lo que hablaban ayer mis papás...

En ese momento supe que el amor no era verdadero, no importa de la persona que venga o reciba... ni de qué tipo de amor se trate... ya no creía en el.

***

No sabía que hacer... caminaba por todos lados y ni una señal de ellos. Regrese al lugar donde me habían dejado mis padres y me volví a sentar esperando que llegaran.

No fue así, pasaron horas tras horas... me empezaba a dar hambre, pero de ninguna manera iba a agarrar algo de la basura; era asqueroso, no podía ponerme delicada ante estas circunstancias, pero igual quería evitar agarrar algo del bote. Volví a levantarme y seguí caminando con los pocos ánimos que llevaba.

A lo lejos alcance a ver un local, vendían donas; corrí rápido hacia este, lo miré un poco dudando si entrar o no, pero tenía demasiada hambre. Abrí la puerta; tenía unos cuantos clientes, no muchos en realidad.

Me acerqué lentamente hacia el mostrador, la gente me miraba raro pero no le di importancia.

Al estar más cerca del mostrador vi que una señora de mediana edad salió de la cocina, supongo.

Era rubia, con la piel de su cara un poco arrugada...

—¡Hola! Bienvenida, ¿Se te ofrece algo?—me pregunto muy sonriente la señora.

No conteste nada... mi rostro tenía una linda sonrisa dibujada, sin embargo no respondí.

—¿Todo bien?— volvió a hablar, al notar que no respondí.

Su rostro reflejaba confusión. Que una niña pequeña entrara a su local, vestida de la forma que iba y todavía con una sonrisa. Confundía y bastante.

—¿Como te llamas pequeña?— pregunta nuevamente sin cambiar su sonrisa.

Algo que siempre recordé de mis "padres" era no decir ningún dato sobre mi a gente desconocida, pero en estos momentos me valía todo y un poco dudosa me anime a contestarle. 

—S-soy T/N...

—Hola T/N, soy Agnes— dijo sonriente—ven pequeña— caminó fuera de la barra, y yo desconfiada la seguí y me ofreció una mesa aislada de los demás clientes, se sentó ella en una silla y me hizo una seña de que me sentara a lado de ella.

—Gracias...— agradecí con una sonrisa

—No hay de que— sonrió de la misma manera— te traeré algo de tomar, permíteme— dicho esto, se fue y yo me quede a esperarla.

Minutos después llegó ella con una vaso de leche en una de sus manos y me lo puso sobre la mesa, lentamente acerque mi mano al vaso y empecé a beber su contenido.

Volvió a sentarse—¿Tienes donde pasar la noche?—pregunta, notando mi mal vestimenta y mi ropa poco limpia.

Moví mi cabeza a ambos lados en señal de negación, era la realidad.

—Bien... puedes quedarte aquí— levantó mi cabeza suavemente, volvió a poner su sonrisa— No es mucho lo que tengo como casa, pero es pequeña y acogedora...

—Es perfecta, muchas gracias de verdad— agradezco sin quitar la sonrisa de mi rostro y ella me devuelve el gesto.

—Ahorita vuelvo contigo ¿si?, voy a esperar a que acaben los clientes para poder cerrar

Asiento con la cabeza y se fue a seguir con lo suyo.

***

Horas después los clientes se habían ido, entró a su despacho y un rato después salió.

Me hizo señas para que entrara, asentí y la seguí.

Al entrar vi su despacho y una puerta que daba a una habitación, la abrió y había una cama matrimonial adornada con una linda colcha blanca, enseguida otra puerta que seguramente daba al baño

—Ponte cómoda— sonríe— voy a cerrar el local.

Me recosté sobre cama suave y me acurruqué.

Un rato después, escuché la manija de la puerta de la habitación, era Agnes. Apagó las luces y se acostó del otro lado de cama que estaba libre.

Me prometí que no volvería a confiar en la gente, hace unas horas me habían abandonado mis padres. Pero, Agnes no me daba pinta de ser mala persona. Si yo no le hubiera importado, no me hubiese ofrecido su casa.

—Buenas noches— me dijo y yo respondí lo mismo.

Y finalmente me quede dormida.

¿Te amo o te odio? [Cinco Hargreeves]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora