✨❄7️❄️✨

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— ¿Amor?— le llamó. Su pobre Kitty se veía más desorientado que nunca. Sudando a mares — ¿Puedo hacerte una pregunta? — observó a su amado Desaulnier, quien en aquel momento se veía más que adorable. Arropado entre las sábanas y enfermo por primera vez, tal como un lindo niño pequeño.

¿Porque era tan perfecto?

— bueno, prácticamente ya hiciste la pregunta — se acercó a este con suma delicadeza, el chico de ojos azules deliraba en fiebre. Ojitos acuosos...cabellos revueltos...toda su preciosa carita ruborizada.

Había colocado una toalla húmeda sobre su frente que poco a poco le hacía sentir más fresco. Un poco menos adolorido y más adormecido de lo que ya estaba. En su rostro se reflejaba todo eso y más, era tan fácil leerlo.

Y muy divertido verlo todos los días, sabía que tramaba algo...¿Tal vez tenía que ver con la pregunta que quería hacerle?

Joseph había ignorado por completo su broma, estaba más que distraído...el estar enfermo no le favorecía en lo absoluto.

Hacía cosas fuera de su propio rango de restricción.

— ¿Porque siempre llevas esos guantes? — sonrió con cariño antes de poder acariciarle la mejilla con lo que sería su toque más suave. El albino reaccionaba a aquellas caricias adormeciéndose más.

Era una lastima pero, tenía que ayudarlo a dormir.

— ¿Es eso lo que te angustia? — Joseph asintió, titubeando en su lucha contra quedarse dormido. Tan tierno. Rió con levedad, ¿Porque el chico no le había preguntado antes y ya está?

Pensaba contestarle, por supuesto. El esperaba esa interrogativa desde hace dos años. Teniendo más que en claro su respuesta.

Más el mayor nunca le preguntó, hasta ahora. Que estaba enfermo y probablemente delirando por la fiebre.

Además de que...ya se había quedado completamente dormido.

Volvió a reír con gracia, era tan adorable que apenas podía contenerse. Pero el tenía su aguante, por supuesto.

Le besó las mejillas y la punta de la nariz, deleitándose con su belleza y lo cálido que se sentía su corazón al estar junto a él.

Lo amaba tanto...

— descansa, pequeño corderito curioso — susurró a los oídos ajenos, logrando que saliera una sonrisa de labios producida por el mayor entre sus sueños.

Siempre que le deseaba dulces sueños, parecía relajarse y tener un buen descanso.

Pronto salió de la habitación, cerrando con sumo cuidado para dejarle descansar.

— ¿Ya se durmió? — asintió ante Emily Dyer, quien esperaba fuera de los apocentros bastante preocupada. Pues está trabajaba como enfermera en la central y cualquier caso similar a la gripe le preocupaba.

— como un bebé, no creo que despierte hasta mañana — pronunció, dirigiendo sus pasos hacia la cocina — ¿Dónde están los demás? — miró a su alrededor mientras se introducía a su salón favorito de la casa. Amaba estar en la cocinar, solo que no era muy consciente del porque.

— fueron a comprar suministros, el señor Clark los arrastró asegurando que necesitaban fideos y demás cosas...el se preocupa mucho por el señor Desaulnier, como todos nosotros — negó con diversión. Estas personas que ahora eran sus amigos, no eran nada resguardados en cuanto a preocupaciones se tratase — ¿Puedo hacerle una pregunta? — rió ante la ironía.

Hace unos minutos el que preguntaba era su delirante amor, ahora una persona más en aquel hogar.

— por supuesto, adelante — le siguió con la mirada mientras está tomaba asiento sobre uno de los taburetes colocados allí en la cocina. Mirándole.

— ¿Usted y el Señor Desaulnier están saliendo? — vaya, hasta que alguien en la casa se daba cuenta. Además de Jack...aunque aquel fue un evento a parte y más que obvio.

— ¿Se nota mucho? — sonrió de lado, mientras está se ruborizaba un poco. En aquel momento surco su mente un "mi albino se ve más adorable". Que le hizo enrojecer por igual, más no perder su sonrisa.

Ambos se internaron en un gran silencio. Él pensando en su amado...y ella pensando en la chica de sus sueños.

Los dos atrapados en lo que algunos llamaban amor.

Para cuando se puso a cocinar alguna cosa de origen dulce para el chico de ojos azules, la chica tras de él ya tenía otra pregunta.

— por cierto, ahora que me doy cuenta. Ustedes siempre lleva esos guantes con sigo, ¿Verdad? — asintió en respuesta — ¿porque razón? — sonrío con añoranza. Mientras encendía la estufa y baja la temperatura de está un poco.

— es una historia muy larga que les contaré algún día. Pero antes... — se propuso a concentrarse, sabiendo que tenía la atención de la dama sobre sí.

Su sonrisa ya no podía ser más cariñosa y su mente no podría estar más llena de aquel albino. Los latidos de su corazón no corresponderían a nadie más.

"Antes quisiera contestarle esa historia a la persona que amo"

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