Like human

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La vida en los Santos había aumentado en calidad, aquel año, Jack Conway juraba matarse para dejar de soportar a bastardos que no dejaban de tocarle las pelotas a diario. Ser el superintendente de aquella ciudad era cansado y estresante, a diario se preguntaba qué sería de él si su vida no hubiese dado un giro redondo para dejarlo a la deriva de una vida inútil.

Si no fuese por su amigo que con una taza de café se acercó hasta él, seguramente su cerebro se hubiese hundido y drogado con miles de preguntas y lamentaciones.

—Si te consigues uno de esos, seguro te ayudará a despejarte —el peligris señaló con su dedo a una curiosa revista de publicidad sobre los papeles importantes de Jack. Era un anuncio peculiar: la venta de robots de compañía capaces de satisfacer necesidades variadas del ser humano, con el fin de facilitar la vida o ayudar en el desarrollo temprano de la misma.

Era extraño, las veces que había leído ese maldito anuncio su estómago daba vueltas. También, era jodidamente raro tener a una máquina humanoide siguiéndote a todos lados, suficiente tenía con soportar a sus subirdinados para cargar con un trozo de metal más. Sumándole que de por sí era muy extraño tener uno de esos, ¿tan solo se veía para que su amigo le sugiera la idea de comprarse uno?

Sin despegar los ojos de su compañero, resopló. Se llevó un cigarrillo a los labios para lograr despejar su mente de la absurda idea de comprarse unos de esos. Odiaba la idea de tener un sirviente en casa, ¿esa máquina no sería exactamente uno?

Volkov terminó su café y le anunció a su superior su retirada, ni siquiera le preguntó si lo acompañaría a patrullar, simplemente se levantó y se fue. Conway en verdad se veía muy cansado, tanto trabajo lo estaba consumiendo vivo. Tener que hacer papeleo, salir a persecuciones e interrogar, era cansado y aburrido.

No supo cuánto tiempo estuvo revisando documentos ni cuándo sus dedos habían tocado la revista para leer más a profundidad. La manera en la que describían a esas máquinas juraba no verse como esclavos, ni siquiera usaban la palabra robot para referirse a esa máquina de hojalata. Eran tan sofisticados que la palabra compañero era la más acertada para ellos.

—Veamos... —siguió leyendo hasta tomar su portátil y abrirlo para investigar mucho más. Esas cosas eran capaces de hacer de todo, desde asear, hasta brindar un masaje a su respectivo dueño. Su sistema operativo funcionaba de tal manera que eran capaces de sólo reconocer un rostro como su dueño y tomar precaución con aquellos que no eran cercanos a él.

También, contaban con un sistema de reflejos y expresiones sumamente humanas, de tal manera que podían cambiar su nombre, lo que llevaría a un cambio total de su sistema operativo, pues cada robot contaba con una personalidad única programada.

Mientras más veía Jack, más se fascinaba por la copia exacta a un ser humano que habían creado. Su impresión fue tan grande que, cuando leyó sobre satisfacción sexual, cerró el portátil dejando atrás su estupefacción por la belleza que simples máquinas tenían. Tanto el cabello como la mirada era de un humano, ni siquiera parecían ser irreales.

Suspiró cansado y se relajó sobre su silla, en verdad necesitaba un aliento y descanso. Pero no creía que la mejor forma era contratando, se corrigió, "comprando" una copia de un asistente. Se preguntó qué más podría perder, tenía dinero de sobra y sería una experiencia graciosa tener uno de esos, sus colegas podrían reírse un rato y él al cansarse, apagarlo o devolverlo. Porque sí, había leído sobre resetearlos que conllevaba al apagón total de su sistema y eso implicaría borrarle los recuerdos que con la experiencia y el tiempo, el robot iba obteniendo.

Abrió de nuevo el portátil y deslizó hasta encontrar uno que le llame la atención, habían copias de mujeres muy hermosas, inclusive sintió su pecho contraerse cuando una se parecía a ella. Removió cualquier sentimiento de su ser y llegó hasta uno que le pareció decente, era un chico rubio con ojos completamente azules como el mar.

Su precio era ridículamente alto, pero había muchos más que rozaban el doble o triple que él. Esa máquina lucía bastante bien, claramente la gente, al mirarlo, no pensarían que era un pervertido al tenerlo. Se veía mucho más joven, se acercó a la pantalla y calculó mentalmente la edad según su apariencia y confirmó que era menor de treinta años pero no mayor.

Se armó de valor y compró esa máquina arrepintiéndose al instante, su entrega sería mañana a primera hora, pues la fábrica expendedora residía en esa misma ciudad, en verdad no creía haber comprado un robot y mucho menos haberlo hecho con el plan de devolverlo a los dos días de tenerlo.

Bueno, tuve esta idea de la nada y espero no dejarla como muchas otras. Las actualizaciones serán cortas y por ende, un au corto (eso creo). Espero que les guste esta idea que es lo más tierno/rude que tal vez escriba de esta pareja. ¡Adiós!

( ◜‿◝ )♡

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