⚜️ Pasión ⚜️

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(N.O)

Las manos del azabache parecían fuego sobre la piel blanca del chico platinado, con cada movimiento sus dedos parecían reclamarlo como suyo y sin resistencia alguna el chico se entregó a él igual que antes.

Al llegar a su habitación, Samuel abrió y cerró la puerta en dos segundos, estampo el cuerpo de Rubén contra ella, haciéndolo quejar dentro de su boca que no había dejado de besarlo en ningún momento.

Sus juguetonas manos exploraron con ímpetu su cuerpo, su espalda, su trasero, sus piernas, su pecho por debajo de la camiseta, su cuello y todo lo que se le pusiera enfrente.

"La ropa está empezando a estorbar"

Fue lo que pensó Rubén mientras sentía como los dedos de su amado jugaban con sus sensibles pezones.

Casi adivinando sus pensamientos, el dueño de la habitación empezó a caminar hacia la cama lentamente. Al llegar ambos cuerpos se tumbaron sobre ella y sin perder más tiempo empezaron a deshacerse de la ropa desabrochando los botones del pantalón.

Desde arriba, Samuel lo miro con deseo y sus hermosos ojos amatistas se obsesionan con su vientre plano y blanco. Con sus dedos largos acaricio lentamente aquella piel libre de marcas y con lentitud acercó sus labios a su ombligo.

Sus besos eran un poco húmedos, con toques de cariño y erotismo puro. Su camino de besos se alargó hasta llegar al miembro de Rubén que aún estaba escondido debajo de su ropa interior.

Con sus dientes tomó el dobladillo de su ropa interior y tiró con fuerza hacia abajo para así despojarlo de la última tela que lo cubría.

Sus ojos amatistas que ya estaban muy oscurecidos, miraron con apetito su miembro, a su percepción era hermoso y digno de provocar el deseo de cualquier hombre.

Como si no fuera nada, el mayor se llevó a su boca el erecto miembro, su lengua lo recorría desde la base hasta la punta, sus mejillas lo succionaban como si de ello dependiera su vida.

Samuel era un experto en arrancar jadeos a su amado Rubén, eso quedó más que claro cuando sus juguetones dedos se abrieron paso dentro de la apretada entrada de Rubén.

A cientos de kilómetros, ajeno a todo lo que ocurría en aquella habitación, Luzu recibía a su amado en su casa, probablemente todo había ido bien si no fuera por la lengua tan larga y fuera de control de Raúl.

- ¿Entonces dónde está tu hermano?

- Pasará el fin de semana con su novio... - respondió despreocupadamente mientras servía el café en dos tazas.

- Oh... - una sonrisa sugerente apareció en los labios del chico con piercing - Entonces creo que hice bien...

- ¿De qué hablas?

- De nada... - canturreo.

- Raúl... - su tono fue serio pero no enojado.

- Nada, solo pensé que hice bien en darle unos cuantos preservativos a Samuel.

Como si aquello fuera lo, pero que pudo decir, Luzu dejó caer las tazas al suelo, él realmente nunca esperó escuchar aquellas sencillas palabras.

- ¿¡Que hiciste qué!?

- ¿Qué tiene? Son novios... - al ver la cara desconcertada e incluso asustada de Luzu, Raúl empezó a plantearse una nueva posibilidad -... No me digas que pensaste que verían películas y harían tarea.

Luzu no era una persona que se asustara por esa clase de temas, él mismo había iniciado su vida sexual hace ya un buen rato; sin embargo, nunca pensó que su hermano pensaría en ir tan pronto con Samuel. Más que nada, porque esta era su primera relación homosexual.

- ¿Realmente lo pensaste?

- Voy a llamarlos... - susurro apenas mientras se acercaba a la mesa para tomar su celular.

Habría llamado si no fuera porque Raúl fue más rápido, tomo su teléfono y se alejó un par de pasos.

- No lo hagas...

- Raúl... Dame mi celular... tengo que llamarlo, seguro que hay cosas que no sabe...

- Bueno, yo creo que Rubén ya está grandecito y si hace el amor con Samuel ¿Cuál es el problema?

- Auron...

- Deja que tu hermano experimente sus propias cosas, además, no creo que Samuel sea un tipo capaz de hacerle daño.

- Pero... si estaba pensando en esas cosas... ¿Por qué...? ¿Por qué no me dijo nada?

Luzu se sentía un poco herido, esperaba tener la confianza de su hermano para hablar de cualquier cosa, sobre todo de este tipo de cosas que su hermano no conocía.

Pero este chico castaño no tenía la información actualizada, su hermano mayor sabía muchas cosas y de hecho estaba viviendo con alegría cada una de esas cosas.

Después de estar un buen rato estimulando aquella entrada, Samuel alineó su miembro listo para entrar y mientras susurraba su nombre empujo con lentitud.

Los ojos de Rubén se apretaron igual que su boca, aún le causaba dolor sentir el pene de su amado. Reprimió cualquier sonido hasta que sintió la pelvis de Samuel chocar con sus glúteos, solo entonces abrió la boca y ahogó un grito placentero.

Ambos se miraron con la respiración agitada y llena de éxtasis.

- ¿Estás bien? - susurro aquella pregunta mientras limpiaba una pequeña lágrima que pretendía resbalar por el rostro del menor.

- Si... Sam... Mueve ya...

No tardo nada en hacerle caso, inició con movimientos lentos y largos, entraba y salía casi por completo, en su mente graba cada sonido y cada gesto, porque Rubén se veía encantador cuando el color rojizo se adueñaba hasta de su cuello.

El azabache empezó a moverse más aprisa, casi no se despegaba de él, haciendo que el calor y la fricción entre sus cuerpos fuera mayor.

Las pequeñas manos de Rubén se aferraron con fuerza a su espalda desnuda, por otra parte, las grandes manos de Samuel se mantenían apretada en puños junto a la cabeza del menor que no dejaba de gemir con fuerza.

La vergüenza abandonó por completo a Rubén ai que sus ojos se mantenían sobre el rostro de Samuel, quería ver lo mucho que disfrutaba su amado de estar con él.

- No me mires así... chiqui... - regaño tiernamente mientras tomaba las piernas de Rubén y las colocaba sobre sus hombros -... Joder... eres tan hermoso... - jadeo mientras besaba sus delgadas piernas.

Así como un baterista es capaz de mantener un ritmo con sus manos y otro con sus pies, Samuel podía mantener dos ritmos tan diferentes entre sí.

Mientras sus manos sujetaban el rostro de Rubén y sus dedos acariciaban cariñosamente su cabello, sus caderas lo embestía con violencia y sus ojos abusaban sin piedad del alma de Rubén que se mantenía sumisa debajo de su cuerpo.

- Te amo... - grupo contra su boca.

- Sa-Samuel... Te... te... ¡Ah!... Te amo

Con aquella frase ambos jóvenes llegaron a su punto máximo de éxtasis. Samuel dejó libres las piernas de Rubén y dejó caer su cuerpo sobre él.

En aquella habitación ya solo se podían percibir las respiraciones agitadas y como recuerdo de aquel encuentro solo estaban las marcas de mordida, dedos sobre la piel y rasguños que ardían por la pasión.

Con seguridad esas marcas desaparecerán en unos días, pero las marcas que se habían dejado en el alma... esas, no se borrarán con nada.

Con nada. 

Yo te elijo a ti  //Rubegetta// ReescribiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora