Parte 5

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Bruno.

            Todos los días, sin falta, he estado visitando a Ámbar desde que me dieron de alta. Dos semanas después del accidente. Un par de muletas me ayudan a sostenerme cuando me canso de estar sentado, gracias a una fractura que tengo en mi pierna derecha. Hay veces en las que me gana la impotencia y quisiera tirarlas, pero sólo son momentos y evito pensar que todo esto es por culpa de Manuel. No me gustaría convertirme en alguien como él. Mejor me concentro en la pronta recuperación de Ámbar, aunque esté en coma sé que le alegraría saber que hoy termino de leer un libro que se titula El Poeta de Michael Connelly, cumplía tres meses con él desde que lo comencé, porque si le sumábamos los cuatro meses que estuvo sobre mi escritorio… es otra historia.

            El tiempo pasaba acompañados de varias posiciones y juegos tontos, tenía que admitir que era un poco aburrido estar ahí, esperando a que despertara en uno de mis turnos. Su mamá no tardaría en llegar, tomé la guitarra que estaba en la silla de al lado y comencé a tocar sus cuerdas, una por una, luego en conjunto, mezclando, hasta que al ritmo de Oasis ya en mis manos, “don’t go away” canté imitando a Liam Gallagher.

     

So don't go away
Say what you say
But say that you'll stay
Forever and a day
In the time of my life
'Cause I need more time, yes, I need more time
Just to make things right

           

           

            –Espero, no interrumpir. –Dice Vanessa Burgos, dejando en el suelo un par de bolsas. Mira a la camilla de Ámbar, como siempre al entrar a la habitación y luego cabizbaja propone un tema diferente, aunque sin darse cuenta es el mismo de todos los días. – ¿Qué tal las vacaciones?, ¿tienes pensado salir a algún lugar? Sabes, creo que deberías de distraerte, no sé. Entiendo que estés preocupado por mi niña, pero no por eso vas a estar aquí encerrado.               

            –Lo sé.­–Asentí. Para estas alturas, sabía que tenía toda la razón pero me empeñaba a hacerle un poco de compañía aunque no supiera ella sobre mi presencia. Que no estaba ahí, que yo no formaba parte en este momento de algún sueño loco suyo. Anhelaba que despertara pronto.– Mañana pienso quedarme todo el día en la casa, viendo telenovelas malas y comiendo un montón de dulces, sodas y sabritas, mientras me rasco el estómago para ver si eso la hace sentir mejor a usted. –Comento sarcásticamente, cojo las muletas para pararme y continúo con el discurso. –Porque, para ser sincero, sería una lástima que alguien tan guapo y con un muy buen cuerpo como el mío, engorde de azúcar y se comporte como un verdadero holgazán en lugar de hacer ejercicio con mi nuevo equipo llamado “muletas mágicas” que saqué de un comercial que decía como título: si buscas tener brazos enormes, rómpete una pierna y lo conseguirás, guapetón. –Antes de salir de la habitación, miro cómo la sonrisa de Ámbar es la misma que la de su mamá. –Pero si es lo que usted, en realidad, desea… Regresaré el miércoles con unos kilitos encima.

            Dicho y hecho, era casi la hora de la comida y yo seguía acostado. La mujer de clase baja no era aceptada por la familia del hombre rico, eso me partía el corazón. La cambié a un canal de caricaturas, resultaba mejor. Escuché un leve sonido que provenía de mi celular que estaba sobre el escritorio, a duras penas me decidí por el camino largo apoyado por muletas mágicas para moverme un poco. Extrañado desbloqueo el celular para ver un mensaje de Edeline Vera, estaba en el mismo grupo de Ámbar y, aunque con menos frecuencia, seguía siendo su amiga. Ha estado acompañándome algunos días a verla, se ve que está preocupada por Ámbar, y por mi parte, me he estado acostumbrando a su persona. Es simpática y siempre hay algo de qué hablar cuando estoy con ella.

Entonces, ¿qué somos tú y yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora