En el vigésimo noveno año de la República de China (1940), la época más trágica de su historia; las guerras finalmente dejaron de librarse en las áreas locales.
Desde que el ejército japonés invadió China en 1937, desde las ciudades costeras hasta las ciudades importantes en el centro de China central, el ejército nacional y el ejército comunista finalmente dejaron sus prejuicios de lado para luchar juntos en contra de los japoneses.
Aún así, las ciudades seguían perdiéndose una tras otra.
Cada pie de montaña y río llevaba sangre, y cada centímetro de tierra tenía los huesos de la nación enterrados en ella.
En el otoño de 1940, las tropas japonesas se estacionaron en algunas ciudades y pueblos del sudoeste. Cuando estuvieron a punto de ser totalmente derrotados, Shui San reunió a todos los hermanos del sudoeste, contó las provisiones y los caballos, y acogió a los refugiados en el camino.
Después de despedirse del vino y lamer la sangre de la punta de su cuchillo, subió a la plataforma acompañado del viento otoñal. Las personas bajo el escenario lo miraban con caras severas.
Toda la montaña estaba terriblemente tranquila, y sólo la voz de Shui San resonaba y se superponía en el valle. Era como un sonido sánscrito a través de los oídos.
— Hermanos, solo soy un matón que no entiende la rectitud de la familia y el país. Lo único que sé es que los japoneses entraron en nuestro territorio e intimidaron tanto a hombres como mujeres, corrompiendo la moral. ¡Enseñémosles cuáles son las reglas de nuestros antepasados! ¡Esta es nuestra tierra, no dejaremos que se la queden! ¡Si eres un verdadero hombre, lucharás hasta la muerte para proteger esta hermosa montaña y sus ríos! ¡Quizás no podamos verlo, pero nuestros hijos y nietos sí! ¡Nuestro país será glorificado por nuestras propias manos, y serán ellas mismas las que impartan la derrota al enemigo! ¡Los japoneses en el suroeste son solo rezagados, el verdadero campo de batalla está en el norte! En los próximos días, partiré hacia allí para reunirme con el gran ejército. ¡Los que estén dispuestos a ir conmigo son hombres buenos! No importa si no quieres ir conmigo, siempre y cuando recojas tu propia comida y consigas tu propio dinero. ¡Despidámonos y volvamos a encontrarnos!
Qin Shu lo miró desde el escenario. Los ojos de Shui San se encontraron con los suyos y los dos fruncieron los labios en un acuerdo silencioso.
Acostado en la cama esa noche, Shui San abrazó a Qin Shu, peinando su cabello empapado de sudor, mientras su barbilla descansaba en el cuello de Qin Shu. Dijo sin rodeos – Los hermanos se irán mañana.
—Mmm—Qin Shu no sabía que trataba de decir. Estaba un poco distraído.
—Tú te quedarás aquí— Shui San lo besó en la frente–Espérame en casa, volveré por ti después de la guerra, no dejes que me preocupe.
—No me voy a quedar—Qin Shu, como si ya hubiera adivinado lo que iba a decir, le dio una respuesta simple y clara. Parpadeó en su dirección y enterró su rostro en la palma de la mano de Shui San —Puedo luchar y soportar las dificultades, soy un hombre.
Shui San se rió al escuchar sus palabras, le frotó el cabello, tomó a la persona en sus brazos y lo abrazó con fuerza – Eres tan tierno como una mujer. Si realmente vas al campo de batalla, me temo que solo los trucos de belleza podrían salvar tu vida. Si te lastimas, aunque sea un poco, a ti no te importa; pero ¿Y si este maestro se vuelve loco?
—¡Huh! Entonces usaré el truco de la belleza — Qin Shu se dio la vuelta y se acurrucó en los brazos de Shui San.
Aunque la guerra afuera era feroz, mientras Shui San estaba a su lado, siempre se sentía particularmente a gusto. Estando un poco aturdido y somnoliento, le dijo a Shui San–Debes llevarme mañana, no quiero quedarme solo...
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Yi Bai Tian Di
Historical Fiction• Título original : 一拜天地 • Autor : 公子非狐 Fue novio tres veces en su vida. La primera vez, fue el líder de unos bandidos. Robó al hijo de un terrateniente, lo confundió con una hija, y presionó al joven maestro para que se convirtiera en su esposa. L...