• Capítulo 2 - ¡¡Úsalo con tu abuelo !!

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Dentro la habitación había una mesa. Dos personas se sentaron una frente a la otra, mirándose con expresiones desagradables.

Shui San tenía el aspecto estándar de un Rey de la Montaña, incluso la vestimenta de boda que llevaba puesta tenía un aire bandolero. Por otro lado, Qin Shu estaba vestido con una túnica carmesí.

Después de medio mes de buena comida y bebida en la fortaleza, su rostro pálido se había vuelto más sanguinolento. La ropa y las velas rojas se reflejaban en su rostro, haciendo que el color se viera cada vez más hermoso.

El joven y guapo maestro Qin inclinó la barbilla con malicia, bebió de un solo trago el té de la taza frente a él y volvió a refunfuñar mientras dejaba caer la copa– ¡Dije que nada de matrimonio! ¿Dos hombres casándose? ¡Shui San'er eres asqueroso!

Shui San'er miró la postura del joven maestro Qin y se burló con extremo desdén sintiendo que miles de alpacas corrían en su corazón.

Cuando regresó de salvar a Qin Shu ese día, él tenía una mirada débil y encantadora. Frente a un joven maestro tan delicado, Shui San se sintió demasiado rudo, por lo que lo animó con buena comida y bebida todos los días. Como resultado, medio mes después, las heridas del joven maestro casi habían sanado.

Aunque Qin Shu enfatizó repetidamente que aquel hecho le había dejado una profunda sombra psicológica y que se disgustaría al ver a los hombres de ahora en adelante; para Shui San aquel trauma era invisible. Él solo pensó que ahora que Qin Shu estaba vivo y coleando de nuevo, debería poder casarse.

Se esforzó mucho en preparar la boda. Algunos hermanos de las montañas vinieron de toda la provincia para felicitarlo. El resultado fue que el casamiento sería inminente.

El joven maestro Qin Shu se enojó mucho. No importa cuánto lo intentaran convencer, él no saldría de esa habitación. Incluso tuvo una disputa con algunos hermanos que Shui San envió para llevarlo.

Al otro lado de la mesa, QinShu seguía discutiendo sobre su identidad como hombre — Shui San, si te falta una esposa puedo ayudarte a engañar a algunas mujeres, aunque no se vean tan bien como este joven maestro. ¡Pero yo soy un hombre! ¡Incluso si el pueblo acorazado te pide que te cases, no puedes estar tan hambriento como para no elegir tu propia comida!

Shui San miró las piezas de porcelana rotas en el piso, y luego posó su mirada en el pequeño hematoma que Qin Shu se había hecho. Con un fuerte golpe, la mesa fue pateada por él, y sus ojos se volvieron sombríos, como si fuera a matar a alguien al segundo siguiente — ¡Cállate!

Qin Shu, obedientemente, no se atrevió a hablar más.

Shui San frunció el ceño, se acercó a Qin Shu y lo miró hacia abajo como si estuviera reprendiéndolo. Qin Shu estaba aterrorizado por su presencia, su estómago estaba lleno del fuego de la ira, pero no se atrevió a desahogarse. Solo desvió su mirada, mordiéndose el labio como si fuese a llorar en cualquier momento.

Shui San se ablandó de inmediato y tocó el moretón de la parte superior de su ceja. Las comisuras de la boca de Qin Shu se curvaron, obviamente asustado — ¿Todavía te duele?

—¡Acaso no fue tu gente la que me dio una paliza! — La boca de Qin Shu se volvió cada vez más agraviada.

Shui San suspiró impotente —  Joven maestro Qin, ¿Puede hablar con conciencia? ¿Acaso se atrevieron a golpearte? Mis pocos hermanos estaban bien cuando entraron, pero cuando salieron, estaban todos destrozados y sangrando. Incluso tiraste las antigüedades que demoré tanto tiempo en coleccionar. Después de hacer el cálculo me he dado cuenta que aunque te vendiera no sería suficiente para cubrir la deuda, ¿quieres...

Yi Bai Tian DiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora