Después de pasar el sábado entero en la casa que compartían los chicos debido a la gran resaca que todos teníamos; Kala y yo decidimos regresar a casa para poder cambiarnos y relajarnos un poco antes de regresar a clases el lunes. Al llegar a nuestro pequeño hogar nos dimos cuenta de que estaba hecho un total desastre, la sala estaba repleta de libros, maquetas y trastes sucios del desayuno del viernes. Un espacio digno de dos estudiantes de primer y segundo año de universidad. Nuestro departamento era lo suficientemente grande como para albergar a las dos sin ningún problema, sencillo y céntrico, lo cual era conveniente para nosotras porque quedaba muy cerca del campus. Las paredes blancas le daban un toque pulcro y amplio, las pequeñas decoraciones que habíamos adquirido a lo largo del tiempo le daban un toque especial, muy nuestro.
—No estoy lista para traer las manos destrozadas por las cortadas que me hago.—musitó mi hermana dejándose caer en el sillón ya despejado de toda nuestra basura.
—Ni yo, juro que si me vuelven a poner a hacer un modelo a escala de la cocina voy a llorar.—me quejé y mi hermana solo soltó una pequeña risa ante mi comentario dramático.
Nos quedamos un buen rato en silencio hasta que ella se levantó, dejándome sola con el ruido de la televisión de fondo.
—Voy a preparar café, ¿quieres?—la chica de los mechones rubios de dirigió hacia la cocina y puso la tetera en la lumbre. Yo asentí.
El ruido proveniente de mi celular hizo que me removiera en mi lugar para poder sacarlo del bolsillo trasero de mi pantalón, tenía varias notificaciones del correo de la escuela pero entre ellas era un mensaje de nuestro vecino de abajo.
Dejaron un paquete para ti en mi puerta, deja de ser paranoica y pon el número de apartamento real. jaja
Nunca, para eso te tengo a ti. Bajo en 5.
Tomé un hoodie color rosa palo del perchero que se encontraba en el pequeño recibidor y salí del departamento, bajé las escaleras y cuando llegué a la puerta tomé la caja, con cierta emoción. Amaba recibir paquetes. Una vez que pasé la puerta no dudé en abrirlo para develar lo que había dentro; plumones, lápices de dibujo y todo lo necesario de papelería para mí y mi hermana.
El resto del domingo me la pasé ordenando mi habitación la cual estaba destrozada, había ropa y material de la escuela por todos lados, cuando terminé de levantar todo me dispuse a darme un baño para no tener que hacerlo al día siguiente porque hacía frío en las mañanas, al salir deposité la ropa sucia en el cesto pero el sonido de algo chocando con el plástico del mismo me hizo meter la mano al bolsillo de mi chamarra y sacar el encendedor. Tuve la oportunidad de observarlo más a detalle, a simple vista parecía un encendedor común y corriente pero en la esquina inferior derecha tenía marcada la inicial de Luke.
Tengo que devolver esto.
El lunes por la mañana sonó la alarma y yo me rehusaba a levantarme de mi preciada cama pero mi hermana ya se encontraba tocando a mi puerta para que nos fuéramos.
—¡Hadly, levanta ese trasero y muévete que vamos a llegar tarde!—la voz de mi hermana resonó en toda la casa. Como pude me peiné y me puse una ropa decente junto con el mismo hoodie del día de ayer. Tomé mi mochila no sin antes guardar el encendedor de Luke.
—Te estaba esperando hermanita.—le dije y solo negó divertida, fui por un par de manzanas del frutero y le di una a mi hermana menor.—Vámonos.
Al salir del edificio nos encaminamos hacia la parada del autobús pero el sonido de un auto apagándose y el chico de cabellera escarlata saliendo del mismo se encaminó hacia nosotras.