¿Qué puede salir mal?

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Tres años después

A las afueras de la comarca Min, se observaba una pequeña casa de madera, piso de roble extraído de la madre naturaleza. Una fogata y en ella una mesa con cuatro asientos.

-¡Dyuna, Kangi, a comer! - avisó un hombre de treinta años, cabello rojizo y una sonrisa rectangular.

En la mesa se encontraba Bogum, devorando las galletas que su abuela había hecho con tanto amor para sus bisnietos.

-¡Bogumie! - la anciana golpeó sutilmente la mano de su nieto - Son para los pequeños - le recalcó con el ceño fruncido.

-¡Abuela! Yo también quiero galletas, esos demonios en miniatura ya comieron suficiente - le reclamó el omega con el ceño fruncido recibiendo un gruñido por parte de su hermano.

-¡Silencio! - golpeó la cabeza del castaño con su palma, Jeon Sani, la abuela de la familia Jeon, la cual habitaba las montañas desde la pérdida de su marido.

Los cachorros llegaron a la mesa y se acercaron a su padre con algunas flores que habían recogido. Jungkook los cargó sin esfuerzo y agradeció el gesto de ambos con una pequeña sonrisa.

-¿Papá Kookie? - llamó la mayor, Min Dyuna, una pequeña de cinco años, cabellos negros, piel canela y ojos de cordero como su padre omega.

-¿Qué pasa muñeca? - preguntó Jungkook a su hija acomodando los mechones rebeldes de su cabello.

-¿Cuando vamos a visitar a Tío Min? - le cuestionó.

-¡Si! Queremos visitar a Tío Min y a Tío Mimi - afirmó el menor de la pequeña familia de montaña, Min Kangi, un niño de cuatro años, cabello negro, ojos filosos como los de su padre alfa, los cachetitos de su padre omega y los dientes de conejo de él mismo.

-Deben comer y luego vamos a partir a la casa real...  Es un viaje que durará dos días en llegar así que deben comer bien - indicó.

Luego de ingerida la merienda, se llevó a su esposo alfa a su recámara donde en medio de besos furtivos y caricias disimuladas, terminaron de preparar las maletas para el viaje.

-¿Estás nervioso? - preguntó Jungkook a Min.

-Mucho - confesó - veré a mi hermano luego de más de tres años - realizó una pequeña mueca que fue sustituida por una resplandeciente sonrisa al sentir los labios de su omega sobre los suyos.

Dos días después

La casa real había sido construida nuevamente en el centro de ambas comarcas. Los reyes gobernaron con dulzura y disciplina, abolieron las leyes que excluían a los pinochos y omegas con menos privilegios y los dotaron de los mismos derechos de todo ciudadano.

Algunos creían que era una estupidez abolir esas leyes, más para un rey pinocho y un omega que desafío a los ancianos de su reino, era lo mínimo que podían hacer para aquellas personas que sus propias leyes habían marginado.

Dos mujeres mayores estaban en el patio delantero recibiendo a las visitas de las montañas con una enorme sonrisa.

Ambas nanas de los reyes Min estaban ansiosas por volver a ver al príncipe menor después de tantos años.

-¡Nana! - gritó el pelirrojo a la mujer mayor, Choi Sooyoung, su cuidadora beta.

-¡Príncipe! - se acercó lentamente debido a su edad al hombre que aún poseía esa energía que parecía nunca acabar, en su espalda yacía dormido un pequeño niño el cuál llamó inmediatamente su atención.

-¿Como has estado nana? - le preguntó - mira, mira - sacó a su pequeño de su amplia espalda y lo movió un poco para despertarlo - él se llama Min Kangi, tiene cuatro años - mostró cuatro dedos a su nana y una radiante sonrisa que hizo a la mujer mayor imitar su acción.

-Es hermoso, príncipe - le sonrió con amabilidad la mayor.

-Nana... - le susurró - solo dime Tae - mira, mira.... - sacó de la espalda del omega a la niña que estaba despierta - ella es Min Dyuna y tiene cinco años - contó emocionado como sí los años que ya cargaban no fueran un impedimento para presentar a su nana, antes que su propio hermano sus hijos.

-Un gusto señola... Soy Dyuna, me alega conocerla - habló la pequeña peli negra con una sonrisa rectangular como la de su padre alfa.

-También un gusto... Soy Kangmi, me alega conocela señora - completó el niño peli negro con una sonrisa donde sus dientes frontales resaltaban un poco como Jungkook.

-¡Bienvenidos! - saludó el mayor de los Min a la familia.

-¡Hermano! - gritó el pelirrojo corriendo con sus dos hijos en brazos para esconderse en el pecho del mayor, el cuál se aferró a su cuerpo con la esperanza que nunca más se fuera de su lado.

La tarde pasó muy amena, entre pláticas de los hermanos Min que se habían reunido luego de diez años.

Los niños por el contrario, jugaban alegremente en el patio trasero de la casa real junto a las dos mujeres mayores.

El tiempo había pasado, ambos castigados por la madre Luna lograron cumplir con los caprichos de está.

El tiempo los unió y la distancia los fortaleció...

¿Qué puede salir mal?

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Gracias por leer esta historia

¿Qué creen que va a pasar por la última interrogante?

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