Al día siguiente extrañamente amanecí en el sofá, es muy extraño porque después de haberle dicho al niño que lo veía caí profundamente dormida, no sé porqué pero también me dió un sueño indescriptible y un dolor horrible en el cuerpo. Era muy extraño, aterrador a decir verdad. Pero eso parecía ser algo común ahora. A mi lado estaba mi mamá con una sonrisa, me estaba mirando. Le sonreí y después de bostezar le doy los buenos días, ella no respondía, sólo sonreía y cuando iba a decirle algo ella preguntó:
— ¿Cómo te sientes, cariño?
— Bien...
Su mirada comenzaba a asustarme...
Ella comenzó a acariciar mi cabello con una delicadeza bastante extraña, no recuerdo que mamá pusiera tanto cuidado al mimarme, pero quería disfrutar ese momento tan inusual, creo que esta es la primera vez que podía estar de esta manera con mi madre. Sus caricias comenzaban a darme sueño, pero una pequeña gota cae en mi mejilla provocando que me despertara de mí pequeña ensoñación, quise removerla, me estaba dando una pequeña picazón en la mejilla, pero cuando quise retirarla mi brazo dolió un infierno, de mí boca salió un chillido, como si mi brazo fuera la fuente del dolor todo mi cuerpo dolió de una manera indescriptible, empezé a llorar, traté de mirar a mi mamá, pero a cambio noté el cabestrillo en mi brazo derecho, con dolor moví como pude mi cabeza para ver a mi mamá y ella, estaba llorando. «¿Por qué llorará?», pensé.
Me quise moverme, pero mi cuerpo dolió. Quise hablar, pero mi boca solo emitía quejidos. Quise mirarla, pero las lágrimas me nublaban la vista.
«¿Qué me a pasado?», pensé.
— Mamá... — Susurré con dolor.
— Tranquila, cariño, todo está bien.
— Pero, ¿Qué me...? — me interrumpió.
— Sólo descansa, cariño. Cuando despiertes estarás bien.
Sólo me dediqué a cerrar los ojos, la verdad no podía hacer más. Me dolía todo, lo único que rondaba en mi cabeza en esos momentos era el como terminé así. Pero sabía que mi mamá no me lo iba a decir en ese instante así que decidí hacer lo único que podía hacer en mi situación. Dormir.
***
«Salta...»
No. No quiero hacerlo.
«Estarás bien... Sólo salta»
Tengo miedo...
«Yo saltaré contigo. Por favor no me dejes solo...»
Pero...
«¡Que saltes!»
Abrí los ojos abruptamente, estaba sudando y mi respiración era irregular, parecía que me iba asfixiar. «¿Pero que había sido eso?», pensé, no creo que halla sido un sueño, esa voz había sonado demasiado real como para que fuera un sueño. Traté de incorporarme pero recordé que tenía el cabestrillo. Me dediqué a mirar mi entorno, «estoy en mi habitación, qué extraño». Hice intentos en vano, no podía levantarme, aunque la verdad no quería hacerlo. Noté la oscuridad en mi habitación y miré mi "esquina favorita", él no estaba allí. Con dolor había girado un poco más mi cabeza para ver la ventana, pero estaba cerrada y cubierta por las cortinas. Todavía era de día, «tal vez por eso no está allí» ya se me había hecho una costumbre verlo ahí de pié.
Miré el techo, era el único lugar al que podía mirar sin que mi brazo doliera tanto, había decidido no pensar demasiado en ello, pero el pensamiento de como terminé en esta situación no me dejaba en paz «¿Qué me ocurrió? ¿Qué habré hecho ayer por la noche para quedar así? Solo recuerdo haberle dicho que lo veía y sin más me dormí, pero ¿por qué? Esto lo habrá causado él? No, no lo creo, él jamás me hizo daño, no tiene porqué hacerlo ahora», pensé. Mi cabeza dolía, dejé de pensar en tonterías y cerré mis ojos para relajar el dolor. Pero una vez más el sueño me dominaba.
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Entre Las Sombras
Paranormal-No sabía que le tenías miedo a la oscuridad. - No es eso - logré hacer un sonido con mi garganta en modo de pregunta -. Le tengo miedo a no saber con qué puedo toparme, al no ver nada es muy díficil saber qué te rodea. O mejor dicho quién...