-¿Por qué tuve que acompañarte?...-
-Auch.-
-Perdón. ¿De dónde se te ocurre pelearte así?
-El tipo me cayó bien.-
-¿No crees que pelearte con gente aleatoria del club es algo muy... Macho?-
-Es divertido.-
-Hasta que soy yo la que tengo que ponerte hielo...-
Eve se levantó para mover los objetos de la mesa y dejar la bolsa de hielo. Tenía un golpe en el cuello que parecía que fuera a explotar de lo morado que estaba, aunque su forma de alguna manera hacía que se viera aún más ruda. Volvió hacía ella con una crema en manos.
-Si fuera un señor con ganas de golpear a muerte a alguien ¿qué habías echo?-
-Bueno, no lo fué.-
Su mirada era fría, rozando al enojo, pero claro, estaba más ebria que despechado en cantina. Eve siguió intentando quitarle el dolor.
-Auch, eso dolió mucho.-
-Perdón...-
Las luces moradas del escenario que se reflejaban en dirección a la habitación en la que se encontraban daban una sensación rara, casi tensa, pero no lo suficiente. Bonnie nunca se lastimaba, mucho menos se metía en peleas, pero esta vez algo había cambiado en el ambiente.
-Esto va a tardar en borrarse, ¿Podrás ir al ensayo de Camila?-
-No me importa.-
-No me respondas, no quiero que digas estupideces en frente de mi.-
Sus miradas se cruzaron de nuevo en justa protesta, por alguna razón sus rostros se encontraban más cerca de lo normal, ¿Por qué lo creería? Están como normalmente estarían, ¿no?.
-¿Por qué siempre me haces esto a mi?-
Ni siquiera esperó una respuesta.
-No voy a estar todo el tiempo para cuidarte si sigues de esta manera, ella ni siquiera merece que hagas todas estas cosas, ¿Quieres que tus hijos te vean así? ¿Quieres que yo te vea así?...-
Una vez más, no hubo respuesta, pero sus rostros no se separaron ni un poco.
-Lo que más odio de todo esto es que a pesar de que has echo, no soy capaz de odiarte...-
-...¿Quieres odiarme?- dijo casi susurrando
-¿Que más puedes hacer para que sea capaz de odiarte?...-
