Capítulo 1: La Lista

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   Soy el inspector Marcus Williams. Llevo ya más de veinte años trabajando para el departamento de homicidios, pero hasta el día de hoy no había presenciado una escena tan macabra como la del asesinato de La Calle 24.

   El misterio en torno a lo sucedido, es tal, que entre algunos de los vecindarios colindantes empiezan a circular rumores que afirman que, sin lugar a dudas, detrás de este enigmático crimen está la mano de un maquiavélico ente sobrenatural. Algunos, hasta se atreven a decir que ha sido obra del mismísimo Satanás. Pero no son más que habladurías nacidas del desconcierto ante algo que aún nadie se puede explicar.

   La lista de sospechosos no es precisamente corta.

   El sospechoso principal es el gato. Tenía el móvil y la oportunidad. El odio que sentía por Firulais es conocido en todo el barrio, por lo que, en este homicidio, la vieja se podría considerar un mero daño colateral. Interrogamos al sospechoso por más de tres días, sometiéndolo a toda clase de presión psicológica, pero no soltó ni el más mínimo maullido el minino. Su cuartada es sólida. Hay al menos cinco vecinos que afirman que, en el momento del crimen, el minino estaba rebuscando en los contenedores de basura orgánica, probablemente a la caza de algún sabroso bocado que a alguien le hubiera sobrado. Tuvimos que soltarlo, aunque no por ello lo sacamos de la lista. En mi experiencia he aprendido a las malas, que estos casos suelen tener un giro de lo más inesperado, justo cuando creías tenerlo todo controlado.

   Otro de los potenciales sospechosos era el cartero. Firulais le ladraba cada vez que pasaba por su casa a dejar el correo y todos saben del terror que le tiene Ernesto a los perros de gran tamaño. Durante el interrogatorio este no lo negó en ningún momento, pues era demasiado evidente que le aterraba la idea de que el chucho pasara de los ladridos a hincarle los dientes. Sin embargo, su cuartada también era sólida. Tanto sus jefes en el trabajo como los vecinos del barrio aseguraron que en el momento del crimen, él se encontraba repartiendo paquetes dos calles más abajo.

   Los niños del barrio también quedan descartados, pues a pesar de tener antecedentes por armar revuelo con alguna que otra gamberrada, en el momento del crimen se hallaban jugando con la pelota o saltando a la comba en el parque. Los padres lo confirman y yo los creo. Los niños adoraban al bendito perro.

   Solo nos queda la vieja del barrio. Todos la han oído quejarse de los ladridos, pero queda descartada, pues es una víctima más en este misterioso caso.

   Tres jóvenes hermanos viven en la casa frente a la que tuvo lugar el macabro espectáculo. Cantan una canción al ritmo de la cual dan palmas y saltos. Escuchándoles atentamente resuelvo el enigma que envuelve este brutal asesinato.

 Escuchándoles atentamente resuelvo el enigma que envuelve este brutal asesinato

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El asesinato de mi perro© |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora