Capítulo 4: El Engaño

118 27 7
                                    

   Semanas después de que soltaran al gato y cerraran el caso del asesinato de Firulais:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   Semanas después de que soltaran al gato y cerraran el caso del asesinato de Firulais:

   —¡Serán ilusos! —rie el cartero.

   El minino se pasea entre las piernas del amable repartidor, frotando su pelaje contra el pulcro pantalón del característico uniforme del cartero, sin el cual, muchos vecinos no serían capaces de reconocerlo.

   —Ya te lo dije Minino. Salimos de esta con las manos limpias y nuestra venganza cobrada de una vez por todas.

   El gato se deja alzar por las amables manos de Ernesto y con un ronroneo muestra su total conformidad por lo que su amigo recién había dicho.

   —A partir de ahora este vecindario será más tranquilo. ¡Con esta hazaña hemos matado dos pájaros de un tiro! A nosotros el chucho nos estorbaba, estaba demasiado cerca de averiguar y sacar a la luz nuestra relación, mi peludo amigo. —Suspira el hombre y acaricia al felino que yace acurrucado sobre sus piernas—si los vecinos supieran de lo nuestro, los negocios se verían afectados y tendríamos que volver a empezar de cero en un lugar nuevo.

   Ante esto, el gato bufa y se revuelve, mostrando su descontento con la hipotética situación que su colega acaba de plantear. Vuelve a acomodarse y desde el regazo, le lanza una mirada al hombre, dándole a entender, sin necesidad de sonido alguno, la cuestión que todos tenemos en mente ahora mismo: «¿Y la vieja?».

   —Dudo que nadie eche en falta a esa vieja cascarrabias.

   El gato asiente conforme.

   —Sus hijos hace años que se alejaron de ella por aquella escandalosa discusión familiar tras la misteriosa muerte de su padre. Aunque ellos lucharon por que se le realizara una autopsia al difunto, al no haber sospecha de homicidio, se les negó y la vieja aprovechó para incinerar los restos de su marido, eliminando con ello toda posible prueba. ¿Tú crees que lo hizo?, ¿que envenenó al bueno de Miguel?

   El minino parece asentir y el cartero se encoge de hombros para decir:

   —Esa mujer no era una santa precisamente y los vecinos empezaban a estar cansados de sus constantes quejas. Pero sobro todo de los altercados que se generaban en el barrio, porque ella metía sus narices donde nadie sin haber sido invitada. Esa mujer vivía con el único objetivo de repartir discordia por donde quiera que pasara.

   Un escalofrió recorre el pequeño cuerpo del gato, erizando el pelaje de su plateado lomo.

   —Si esa mujer llegaba a enterarse de nuestras actividades, nos hubiera echado abajo el negocio sin pestañear. Y todo con el único objetivo de saciar el aburrimiento, que la consumía a causa de la soledad y que ella misma se había ganado.

   El gato vuelve a bufar. Cierto era que a nadie le caía bien la vieja, pero él en particular tenía sus propios motivos por los que la aborrecía.

   Aquella excéntrica mujer le perseguía allá donde fuera y lo arrastraba a su casa. El minino odiaba aquel lugar con toda su alma. El olor a naftalina se le pegaba al hocico y le dejaba medio atontado por varias horas.

   Además, la vieja insistía en torturarle para que le contara los chismes más jugosos del barrio, pues sabía que él era bienvenido en todas las casas del vecindario y, por tanto, disponía de la información más íntima de todos los habitantes de La Calle 24.

   La vieja cogía al gato y lo zambullía repetidas veces en el fregadero lleno de agua tibia y jabón. El trauma quedo tan profundamente enraizado en el subconsciente del gato, que cada vez que percibía el olor de la naftalina sentía un escalofrío recorrer su cuerpo, los pelos se le erizaban y sentía que los pulmones se le llenaban de agua.

   El cartero percibe en seguida la agitación de su pequeño colega y con suaves caricias trata de calmarlo mientras sigue hablando con su pausada y agradable voz.

   —El resto de vecinos no presentan ningún problema, pero por ahora debemos ser precavidos. No podemos dejar que nos vean juntos en un largo periodo de tiempo o el mequetrefe del inspector Williams no tardará demasiado en sumar dos más dos.

   El gato y el cartero siguieron reuniéndose clandestinamente durante años. Nadie sabría de su relación hasta que el crimen que habían orquestado hubo quedado definitivamente archivado.

   Para escribir este capítulo me he inspirado en el comentario de uno de los lectores de esta tonta, aunque divertida, historia (Tunanterrante)

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   Para escribir este capítulo me he inspirado en el comentario de uno de los lectores de esta tonta, aunque divertida, historia (Tunanterrante). Tan solo espero que os haya resultado una lectura entretenida en conjunto y que animéis a otros a conocerla y echarse unas risotadas, que la vida es corta y reírse la alarga.

#PrayforFirulais

   Espera, espera. ¿Pensabas que ya se había terminado? ¿Acaso has visto un banner que indique que este es el final de la historia? Te invito a quedarte un poco más y averiguar la verdad oculta detrás de toda esta locura  

El asesinato de mi perro© |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora