Capítulo 2: No me he ido, sigo aquí

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      Sí, la vida de Damien era perfecta, hasta ese día, a sus veintidós años ya no recuerda un momento que estuviera más triste que ese instante. Sus padres murieron cuando él era pequeño, aunque en aquel entonces era valiente y curioso, pues tenía una edad en la que no entendía muchas cosas, así que su abuelo se convirtió en lo más parecido a un padre. Lo llevó a la misma escuela en la que él trabajaba cuando fue maestro, también a clases de béisbol y lo acompañó a pescar incontables veces. Sus consejos quedarán grabados en su mente para siempre, así como hubiera querido tener los de sus padres, pero los que le tocó tener en su vida son de sus abuelos, por lo que debe aferrarse a ellos y brindarle su eterno respeto. Sus abuelos y su perro son toda la familia cercana que tiene, aunque a Jasper no lo ha vuelto a ver desde ayer que corrió tras el automóvil de esos desconocidos, también ha intentado llamar al celular de su tío Luis que vive cerca, pero como es de esperarse, no le contesta, de seguro se encuentra de vago como es usual en él; también le avisaron a la hermana de la abuela, la tía Susy, pero vive muy lejos por lo que no pudo acudir al funeral. Damien fue a casa de Rosalía, tocó mucho a la puerta pero nadie salió, sólo tiene a su abuela ahora, tendrán que luchar juntos para pasar este amargo momento.

     Curiosamente, por alguna extraña razón, la abuela Lola se encuentra tranquila, bastante tranquila, no parece estar descontrolada, ni llorando mucho como otras viudas, Damien piensa que cada quien tiene su propio modo de lidiar con el dolor, así que no la juzga, esperemos que en un futuro cuando se dé cuenta que extraña al abuelo, no le duela tanto, pero puede asegurar que no será así, ya que eran unos viejitos inseparables.

      Damien se encuentra pensando también en quiénes podrán ser esas agresivas personas que fueron a su casa, traían ropa un poco extraña, vestían pantalón y camisa color blanco, con un saco sin botones, se veían con ropa elegante; por lo visto discutieron pero no sabe cómo fue que lastimaron al abuelo ya que no tenía marcas de golpes físicos o balazos. Damien piensa que tal vez forcejearon fuertemente y de la impresión el corazón del abuelo no pudo contener la situación produciéndole un infarto. Algo buscaban que el abuelo se resistió a dárselos, además y no menos intrigante, ¿quién era esa persona con ese traje tan extraño?, no pudo verle el rostro porque tenía la cara cubierta con esa máscara tan rara, si el desconocido fue el que arrojó a esos sujetos, ¿por qué a Damien no lo lastimó?, ¿será que ya lo conocía?, ¿habrá huido porque no quería ver a Damien?, ¿acaso será que no quería responder sus preguntas?, ya que se fue sin dar oportunidad de brindar cualquier tipo de explicación. Para Damien todo esto es muy extraño, nunca habían pasado cosas agitadas en su vida mientras era pescador en aquel puerto tan tranquilo, a veces le preguntaba al abuelo que si porque se habían ido a vivir a un lugar tan lejos de sus demás familiares, pero cuando recuerda que ahí es muy feliz con lo que tiene, viendo el tiempo pasar en aquellos interminables atardeceres junto a sus seres queridos, dejaba de reclamar.

      Además, ¿qué es ese artefacto que le dejó su abuelo?, le dijo que cuidara de la llave, pero, no parecía una llave, inclusive tiene un cerrojo en medio y se ve algo antiguo, tiene forma parecida a una estrella de siete puntas un poco redondeada, con grabados de metal, en uno de los lados tiene una forma de número uno resaltado, tal vez la llave que se introduce esté en alguna parte del sótano que su abuelo tenía repleto de cosas debajo de la casa, ¿debería decirle a su abuela lo que él le dio?, tal vez sea mejor no darle más preocupaciones por el momento.

      — Tanta sabiduría que tenía mi abuelo —piensa Damien— ¿Por qué tuvo que terminar así? Esto es tan repentino, nadie me preguntó si quería ser privado de su compañía, me pregunto si acaso seré capaz de cuidarme solo, sin su consejo, sin su compañía, sin sus palabras de aliento, ¡Dios!, hace tanto que no recordaba lo que se siente que te arranquen a un ser querido, es... frustrante.

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