CAPÍTULO 3: DÍA DOS.

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                            "Debes estar cansada hoy, después de todo lo que hicimos en mi sueño anoche."

                                                                                                                                                                             Anónimo.

Desperté con su bello rostro frente a mis ojos; una mañana fría y húmeda, olor a tierra mojada, su rostro, mis piernas entrelazadas con las suyas, mis manos en su espalda, su rostro y su rostro, que hermoso era verlo dormir, me tomé el atrevimiento para besar sus labios carnosos...

—Buenos días –Despertó Roberto.

—¡Ay! Buenos días Roberto –no logré mi cometido.

—Parece que la lluvia se ha calmado un poco, pero el día está muy frío, bajaré a preparar unas tazas de café.

Salió de la cama y pude observar esa espalda marcada, que linda figura masculina. Me paré para meterme a bañar, abrí la llave caliente ¡Maldita sea! Todo el sistema de agua caliente necesitaba de la leña, ni modo me bañé con agua fría....

—Dejaré el café por aquí, no tardes para que no se enfríe –dijo Roberto- Pondré un poco de leña para calentar la sala.

Cómo deseaba que se metiera conmigo a la bañera, siempre había sido un sueño húmedo, hacer el amor en una bañera, sentir como nuestros cuerpos reciben el agua mientras nuestros cuerpos se confunden y nos sentimos una y otra vez.

Salí del baño, me puse la toalla y fui hacia mi cuarto para vestirme, al dar la vuelta me topé con Roberto y la toalla se me cayó, sus mejillas y las mías tomaron un color rojizo, Roberto se agachó cogió la toalla y me la dio, volteando su rostro para no ver lo que ya había visto.

—Gracias –contesté apenada y seguí mi camino presuroso a mi cuarto.

Todo me pasa a mí, qué pena ¿Qué habrá pensado de mí? Seguro pensaba que lo había hecho apropósito, ¿Le habrá gustado lo que vio? Me terminé de vestir, me coloqué mis botas, un pantalón con mayas por debajo por el frío, una sudadera gruesa y una chamarra encima.

Al bajar tomé el café con Roberto sin dirigirnos la palabra, de vez en cuando volteábamos a vernos y sonreíamos.

—Tengo una idea –dijo Roberto- salgamos de la cabaña para poder ver cómo sale el sol.

Salimos de la cabaña y el paisaje era verdaderamente hermoso, había una neblina densa, que hacía que la respiración se dificultará un poco, la lluvia había disminuido pero no parado totalmente, podíamos sentir el lodo y una ligera inundación.

Roberto tomó mi mano para caminar seguros sobre el lodo que rodeaba la cabaña, mientras más caminábamos la niebla se disipaba, podíamos ver las siluetas de los árboles y de la pequeña choza que cubría la madera cortada.

—Tendremos que meter madera y cortarla dentro –dijo Roberto- ahora se encuentra muy mojada para poder prenderla.

Los dos caminamos alrededor de la cabaña, después de haber metido la leña suficiente.

Nos encontrábamos caminando juntos de la mano, cuando tropecé con una piedra en el camino, quise enderezarme y mi pie resbaló con el lodo, Roberto no me quiso soltar y caímos al suelo, rápidamente Roberto se giró y cayó primero, yo caí encima de su cuerpo.

Siete días juntos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora