Era viernes por la noche lo recuerdo perfectamente, ese día saliste tarde de trabajar. Había decidido darte la sorpresa de llevarte a cenar, quizá tomar unas copas de vino y entrar en confianza, no pienses mal no planeaba emborracharte jamás caería tan bajo.
Apunto estaba de bajar de mi lujoso jaguar negro cuando te vi salir, ibas sonriendo cuando de pronto tu linda sonrisa se torno en una mueca. Seguí la dirección de tu mirada y note la silueta de un hombre recargado sobre la farola de luz. Un hombre aparentemente mayor, se notaba que estaba ebrio por cómo le costaba mantenerse en pie.
Me extrañó lo tensa que te pusiste con tan solo verlo.
¿Quién era ese hombre?
Tu amiga intentó ponerse entre tú y ese tipo pero el la empujó y te tomó por el brazo, tu ni si quiera pusiste resistencia, parecías en shock.
Eso me molesto, eras mía. Aun cuando tu no lo sabías yo lo decidí así desde el primer momento en el que te vi. Solo yo podría poseerte y hacer que hicieras mi voluntad, si había un hombre que pudiera dominarte tenía que ser yo, pensaras que era un psicópata y quizá si lo era.
Me bajé del auto como alma que lleva el diablo, estaba furioso.
Empuje al desconocido quien se tambaleó un poco y de verdad deseaba que pusiera resistencia. Le haría pagar por tocar lo que me pertenecía.Y así fue, intento golpearme y sin mucho esfuerzo por su estado lo esquibe y yo si le acerté un gancho derecho. Si era mayor, pero no como para sentirme culpable por golpearlo.
Cayó de espaldas contra la cera y se levantó enseguida.—¿ Quién es este imbecil Aranza?
Sentí que no merecía ni si quiera nombrarte, en ese momento no pensaba con claridad porque si lo hubiese hecho me abría dado cuenta de lo que significabas para mi, como para odiar a un hombre solo por mencionar tu nombre de esa manera.
—El que te enseñará a respetar.
Y no me refería a que debía respetarte, debía respetarme a mi y no meterse con lo que me pertenecía.
— ¿Respetar?
Soltó una carcajada.
— ¿A esa puta?
Te mire por que el te señalaba con un desdén que me hizo dudar de ti.
No parecías una puta, yo nunca me equivocaba en escoger las mujeres que me llevaría a la cama. Tus ojos se llenaron de lágrimas y la vergüenza te invadió, lo note.—Papá...
Fue la única palabra que salió de tu boca y fue suficiente.
El era tu padre y eso me hizo dudar de sí me había equivocado contigo. Al final de cuentas un padre conoce a su hija ¿no? Y yo te acababa de conocer.
Y si había algo que me diera mucho asco era una mosquita muerta. Una mujerzuela con cara de ángel.Mi cara no debió disimular mucho mi decepción porque al verme te soltaste a llorar.
Tu amiga te abrazo y con sus dos manos sujeto tu cara.
—No, para. No llores lo prometiste.
Se giro y me miró con odio.
— No la mereces.
Me hizo a un lado y continuó contra tu padre le soltó una patada en las bolas que hasta a mi me hizo estremecer.
— Si pudiera te cortaría las bolas en estos momentos, eres una escoria, una mierda.
Y lo escupió, el hombre se retorcía de dolor en el suelo por el golpe mientras soltaba maldiciones hacia claudia.
Ella me pasó por un lado y te abrazo, hizo lo que yo debí hacer en esos momentos y es una de las mil cosas de las quesiempre me arrepentiré de no haber hecho.
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Mi Verdad
Short StoryAun recuerdo como si fuera ayer la primera vez que te vi ¿Cómo podría olvidarlo? Hasta parece que aún puedo oler tu perfume, ese lindo y delicioso olor a vainilla. Ni el sonido de las balas ni los gritos de Zarco pudieron apartar mi atención de ti...