—¡Auch! —se queja Jen llevando sus manos hasta la zona abofeteada en su cara

—¡Mierda! —murmura Irina y rápidamente se acerca a socorrerlo

—Debes tratar de mejorar las bienvenidas

—Debes de dejar de meterte a mi casa como un loco, y encima darme esos sustos —se defiende ella y el rubio se le queda viendo como tonto —Después de todo, hasta lo merecías —agrega recordando que se fue de misión sin siquiera informarle

—Nena, sólo no quería que te preocuparas. Sabes como son todas estas cosas, siempre te preocupas cada vez que debo salir —repone el chico que sabe perfectamente el porqué del mal humor de Irina

—¿Y crees que el hecho de no informarme y que me entere por el idiota de tu mejor amigo me calma? —reprocha ella

—Imbécil de Bran —se queja Jen

—Ese no es el punto —le acusa ella con el dedo

—Exacto, el punto es que quiero mi beso de bienvenida ya —dice, y jalándola por el mismo dedo con que lo apuntaba, la atrae hacia sí para besarla alocadamente

—No quiero —lo empuja rompiendo el contacto

—Vamos Irina, estoy aquí. No me ha pasado nada —dice tratando de calmarla. Lo cierto que es siempre que Jen sale de misión ocurre lo mismo, ya que según él, informarle que debe salir le perturba mucho a Irina

—No me interesa Jen, estoy cansada de siempre discutir por lo mismo. Esto no es lo que quiero para mí, esta relación se está volviendo ponzoñosa —recrimina ella demasiado segura de sí

—¿Relación? —pregunta incrédulo con una ceja alzada —Creí que éramos amigos

—No te hagas el idiota, sabes de sobra a lo que me refiero

Jen, chico rubio de ojos café. De rostro alucinante, pero el tipo de hombre que apenas está floreciendo. Es cabeza y media más alto que Irina, y su constitución física es buena ya que la mayor parte del día realiza ejercicios. Irina y él se conocen desde los ocho años, cuando ambos fueron acogidos y enviados a la academia. Siempre fueron amigos, sólo que cuando comenzaron a crecer en ellos se fueron despertando otros sentimientos que pasaban de sólo una amistad; y fue cuando comenzaron a tener esa relación de amigos con beneficios, o algo similar. La regla de no tener devaneo con nadie fue lo que desató las ansias que ambos sentían por experimentar y descubrir que había en el más allá. Fue entonces cuando tuvieron relaciones por primera vez, ambos, juntos se desfloraron mutuamente. Y luego de descubrir lo placentero que era, lo hacían cada vez que tenían oportunidad. Todo esto en a penas sus diecisiete años de vida, es decir, hace ocho años.

—Irina, ¿en serio vamos a discutir por lo mismo? —le pregunta ofuscado

—¿En serio me estás haciendo esa pregunta, Jen?, te lo dije la vez pasada, te lo advertí. Pero acá estas tú otra vez cagándola como siempre

—Es verdad, lo siento por preocuparme por tí y no decirte nada. Lo lamento. No te molestaré más Irina, desde hoy seremos sólo amigos si eso es lo que tu deseas —dijo vencido y salió de la cocina listo para marcharse a su casa

Dejó a Irina allí, con la boca abierta por esa confesión, y para colmo, verle con ese pantalón de camuflaje verde olivo, y esa camiseta blanca que resaltaba sus músculos, era toda una tortura para su vista. Además de que Jen no se veía nada mal de espadas.

Uff, que mala es la tentación

—Tú te vas sólo cuando yo lo diga —aseguró precipitada parada delante de la puerta, impidiéndole salir 

Operación Fantasma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora