Prólogo

289 22 10
                                    

Caí al suelo con una fuerza increíble, golpeándome fuertemente con uno de los muebles que decoraban mi sala. Él se acercaba a mi, podía sentir sus fuertes pisadas chocar contra el suelo. Y luego de varios segundos agonizando lo sentí, sentí como los pedazos afilados de su botella de vidrio me lastimaban el estómago.

Me ardía, las heridas me dolían. Levante un poco mi cabeza, solo para ver como su bota chocaba cruelmente contra mis costillas, no importa cuanto gritara. Sabía que nadie me ayudaría. 

—Eres tan estúpida.—Me dijo.—Tal vez, eso te enseñe a lavar la ropa antes de que yo llegue a casa.—Y sin dudarlo ni siquiera una vez, volví a sentir otro golpe en mi estómago. 

Vi sus ojos, estaba ebrio. Sus oscuros ojos estaban impregnados en sangre por el alcohol que tenía él en su sistema. Respiraba entrecortadamente, la sensación de tener a tus pulmones intentando recobrar el oxígeno perdido por el golpe era increíblemente dolorosa. 

Gimiendo, intenté ponerme de pie, pero de inmediato caí por el dolor de mi pecho. Fue ahí cuando supe que me había roto otra costilla más. Sacando fuerza mental y física, volví a intentarlo y me levanté, tambaleándome. Me aferré de la mesa desgastada de madera para evitar caerme. Bajé la vista.

—Lo siento mucho padre.—Me disculpé, de nada me servía intentar explicarle que me quedé hasta tarde en el colegio por culpa de la hija de su socio quien me había acusado de haber ensuciado la biblioteca. Cuando no fue mi culpa.

—Vete, te quiero fuera de mi vista.—Me ordenó, estaba por mover un pie pero el me detuvo bruscamente.—No has ganado tu comida esta noche ¡Lárgate! 

Y volvió a empujarme contra las escaleras, asentí, e ignorando el dolor de mis costillas, caminé hasta el cuarto de servicio intentando no caer.

Me dejé caer en la cama, mientras buscaba bajo mi almohada una gasa elástica. Me la coloqué sobre mis costillas, apretando firmemente y evitando así más daño en mi interior. Yo debía de subir este tipo de abuso casi todos los días, pero no podía detenerlo, no tenía la fuerza para hacerlo. Él era mi padre, una figura importante en la política, simplemente no podía contra él.

Mi madre, Diana Hofferson nos abandonó cuando el alcoholismo de mi padre comenzó, desde Nueva York ha hecho todo para sacarme de esta casa, pero simplemente no ha podido, por la sencilla y maniática razón de que  mi padre le paga al juez para evitar que yo me fuera con ella. 

 Mi primer golpe fue cuando tenía 15 años, me había tropezado y caído sobre la alfombra, y accidentalmente mi pie chocó contra la mesa que contenía una botella casi vacía de cerveza. Papá se enfureció conmigo y me golpeó tan fuerte el brazo que me lo fracturó. 

Supongo que le quedó gustando esa sensación de superioridad que sentía cuando me levantaba la mano, que siguió así cuando veía en mi cada pequeño error que cometía. Los daños a veces eran graves, por eso tomé clases de primer auxilio en mi escuela todo un mes.

Allí aprendí y logré aprender a curar mis heridas yo sola, incluso fracturas de esta magnitud. Esta no sería la primera vez que mi padre, golpeándome, me rompía las costillas. Lo bueno es que estas se han curado bien, tan bien que casi ni se notaba que me las hubiera roto.

Suspirando entrecortadamente, apreté las vendas y me acosté en el incómodo y desgastado colchón que tenían en el cuarto de servicio, no puedo ir a mi habitación, simplemente me trae horribles recuerdos. 

Rezando por que mañana fuera un día mejor. 

*

*

*

Continuará. 

¡Hola! bueno esta es mi primera historia en colaboración con la bella Hiccstrid_Star. Esperamos que les guste como a nosotras nos esta gustando escribirla. 



Believer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora