Capítulo ocho: Realidad.

549 61 42
                                    

ESTIGMAS

Capítulo ocho: Realidad.
La locura de una persona, es la realidad de otra.


Fugaku estaba más que furioso, a pesar de la gran multitud que los rodeaba podía sentir como su mirada se enfocaba exclusivamente en ellos. El rubio que tenía entre sus brazos estaba tenso; no podía culparlo, su padre siempre había tenido mal genio. Sabía que lo estaba desafiando, metiéndose a la boca del lobo, pero solo era un paso más para tener lo que realmente deseaba.

—Itachi no creo que tu padre me permita estar aquí, hm.

—De eso me encargare yo...

Deidara suspiró y se pegó un poco más a él, buscando una protección inexistente. El azabache fingió quererlo tan bien, que absolutamente nadie era capaz de ver toda aquella mentira. El mayor de los Uchiha se acercó a ellos, estaba completamente seguro que no haría un escándalo, era algo irrefutable; Fugaku preferiría cualquier cosa a estar en el ojo de la prensa.

—No creí que te atreverías a tanto.

—Es porque no me conoces bien, padre.

—Te conozco perfectamente para saber que estás encaprichado... — giró la vista a su pareja; no dudo ni por un segundo en hacerle saber su lugar. — Eres tan poca cosa... Jamás estarás a la altura de un Uchiha, prostituto — susurró con desdén, sus ojos destilaban el desprecio que tenía por los de su clase.

—Basta, padre. No voy a permitir que le hables así...

—¿Qué pensabas al traerlo aquí? ¿Es que quiere caridad? Creí que con el dinero que le dabas le bastaba a tu ramera.

No podía soportarlo, sabía que debía de estar justo por debajo de todo aquello. Amaba mucho a Itachi, daría cualquier cosa por él, pero soportar un desprecio que sentía merecer lo hacía sentir demasiado quebrantable ¿Es que el amor no podía ser más fácil? Menos doloroso. Soltó su mano, dejó que ese calor tan ameno se esfumara, necesitaba salir de ahí. 

No cabía en el mundo de Itachi y lo sabía. Sin embargo, este siguió sus pasos mientras ambos llegaban a los sanitarios. Deidara se escondió en uno privado de donceles y una chica impidió que pasara por asegurar. Sin embargo, antes de que pudiera protestar su padre lo jalo de la solapa de su camisa y lo estrelló contra los lavamanos mientras cerraba la puerta. 

El baño estaba completamente solo.

—¿Es que acaso eres estupido? 

—No lo entiendes.

—¿Qué es lo que no entiendo, niño estupido? ¡No estás pensando! ¿Quieres arruinar tu futuro por un prostituto? 

—¡Ya no lo es!

—¡Claro que si! Solo que ahora solo tiene un cliente — ante la mirada atónita de su hijo guardó silencio. Tratando de que ambos recuperaran la compostura. El chico rubio era un aprovechado, una peste que se había infiltrado a su familia y no dejaría que derrumbara todo aquello por lo que generaciones de Uchiha habían luchado, su prestigio —. Haz lo que tengas que hacer con él y demuéstrale lo que es... una ramer...

—¡Usted no puede hablar así de Deidara 'ttebayo! — exclamó Naruto mientras abría uno de los cubículos. Sasuke salió detrás de él acomodándose el pantalón. El cabello desarreglado de ambos y la camisa mal abotonada del rubio demostraban claramente que estaban haciendo ahí, sin embargo, sólo él parecía no darse cuenta que tan fuera de lugar estaban.

EstigmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora