Capítulo dos: Recuerdos amargos.

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¿Adivinen que volvió? Mi beeetaaaa~ Así que la historia tiene que finalizar para septiembre :) Sólo para aclarar que lo que está en cursiva son recuerdos.

Sin más, el capítulo :) Leeees amooooo <3

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Estigmas.

Capítulo dos: Amargos recuerdos.


Nosotros recordamos, naturalmente, lo que nos interesa y porque nos interesa.
John Dewey.


«—Desde hoy nada nos separará, Naruto-kun... — le susurró para tomar su barbilla y dirigir su vista hacia arriba. Se había inclinado hacia su cuello hasta depositarle un suave beso sobre la piel desnuda».

Una parte de sí le gritaba que todo aquello era una locura, pero sólo era un ligero zumbido en su cabeza, un insecto con la modesta idea de molestar. Sus planes ya estaban tirados sobre la mesa, esparcidos entre el juicio nublado de su realidad, su convicción.

Naruto era suyo, de nadie más.

No había camino que recorriera lo contrario. Los naipes de su jugada estaban situados a su favor. Todo había sido trazado con cautela, sutileza y precisión. En unas horas más no quedaría un Namikaze que buscar, se perdería con la misma delicadeza que las hojas de otoño en el cruel invierno.

El rubio se había resistido a su contacto con desdén, asco y repugnancia. Giró su rostro con impulso estrellando ambas frentes con el único fin de hacerle daño y él sólo pudo sonreír de medio lado ante su resistencia, todo iba a caer por su propio peso, su arrogancia y soberbia. Aquella reacción le despertaba los sentidos, porque lejos de desagradarle, le demostraba que el trigueño estaba ahí, bajo su seno.

Volvió a acariciar sus mejillas mientras el contrario se retorcía por alejarse de su tacto. ¿qué importancia debería darle a ello? Próximamente lo tendría para sí, exclusivo. La ferviente locura reflejada en sus ojos era la justificación a sus acciones, a un amor tan puro que juró profesar.

¡Es que ese rubio lo volvía loco! Tenerlo a su merced era lo único que había querido desde el primer momento en que lo vio, arrebatarlo de brazos ajenos y tomarlo como correspondía. Su vista cegada de un amor impuro le impedía ver las lágrimas del rubio, no le dejaban entender el miedo que crecía dentro de si.

«¿Por qué, por qué yo?» pidió clemencia su mente, no comprendía a Itachi. Desde que lo conocía sólo habían intercambiado momentos en que Sasuke estaba entre ambos, jamás habían tenido una conversación más allá de una fraternal y nunca podría mirarlo con otros ojos que no fueran de amistad.

—Calma, todo pasará, — musitó con quietud, mirando como los ojos del trigueño resplandecían, violentos por la verdad —. Es sólo volver afrontar esta nueva realidad, Naruto-kun — confesó con calma tomando su barbilla y enfrentándose a su ferocidad.

—¡¿Qué?! — trató de comprender, que lo verosímil de los hechos hablara por ambos, pero un golpe en su mejilla le hizo entender que Itachi no bromeaba, que no jugaba con sus acciones, que nadie vendría a decirle "sorpresa, es una broma". El azabache no iba a soportar una falta como su incredibilidad.

Lo miró escéptico, incapaz de creer el golpe que ardía sobre su pómulo. Debía ser una pesadilla, una tontería creada por su cabeza. Sí, sólo eso, no podía ser otra cosa. Negó con la cabeza tratando de negarlo todo, de ocultarse de sus propias mentiras. No fue hasta que el otro lo tomó fuertemente de ambas mejillas para mirarse directo a los ojos que comprendió un poco de su locura.

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