Capítulo 2

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"El amor llega cuando menos lo esperas"

Había gozo en Prussia, un nuevo heredero había nacido. Los reyes presentaron al reino a su pequeño Sebastián y para la alegría o tristeza de muchos, había nacido con el sello de rey en su cuello.

El duque lo bendijo y sonrió al ver lo parecido que era a su mejor amigo.

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El rey llamó al duque a su palacio y le presentó a Cecille Vena, la hija del Marqués de su reino vecino.

Le sonrió inocente, ignorando los sabios poderes del duque. -Nuestra querida invitada desea conocer las técnicas usadas para que las plantaciones sean siempre fructíferas en su reino como lo son en nuestro reino.

El duque lo miró y el rey celebró el enojo en la cara de su mejor amigo. Albert lo conocía tanto que sabía que no se opondría a aquello. -Como ordene majestad, qué extraño! No es que sea machista, pero en nuestros tiempos ninguna mujer se interesa en ensuciar sus manos en una plantación.

Le mostró su reverencia y antes de dirigirse a la puerta miró a la valiente mujer. -Mañana la Espero en mi despacho a las 5 de la mañana. Sea puntual por favor.

Se marchó y la joven se arrodilló ante el rey y la reina. -Siempre he amado al duque en secreto pero no creo poder enamorarlo.

La reina la miró serena. -Solo se tú. Nosotros deseamos que nuestro mejor amigo se enamore y solo confiamos en ti.

La joven los miró inquieta. -¿Por qué? No tengo ningún título. Solo soy la hija menor del marqués y la única mujer que ha desobedecido a sus padres y le gusta la ciencia. Además, me siento muy inferior ante un Duque y un ser tan poderoso como el. Mis hermanas hablaban de la cantidad de propuestas que había rechazado.

La reina rió y besó la frentecilla del pequeño príncipe. -Nuestro duque no se deja llevar por títulos, lo único que atrapa su atención es el arte del saber.

La joven doncella, aún habiendo concurrido con el duque en cientos de eventos no entendía cómo los reyes se habían enterado de su amor secreto y la estaban ayudando a cumplir su sueño.

La reina se levantó y le tendió la mano. -Tus padres nos pidieron que te buscáramos esposo. Luego, tu madre se acercó a mi en secreto y me comentó tus pasatiempos, experimentos y lo buena que eres en las fórmulas para eliminar los insectos de las plantaciones del sur. Tu madre lo decía aterrada y yo sonreía más y solo pensaba en el Duque. Luego te confieso cómo nos enteramos de que lo amabas.

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El Duque recibió a la invitada o "estudiante" con toda su cordialidad y la mujer le mostró reverencia.

La observó en cámara lenta y la encontró demasiado perfecta para su gusto. Era todo lo opuesto a él. Tenía cabello oscuro como la noche, ojos color madrugada y un rostro de ángel. Era pequeña, tanto que no tocaría ni su hombro.

¿Para qué había hecho aquel análisis si no tenía pensado casarse nunca? Se preguntó molesto. No traería un Niño al mundo a vivir todo lo que el ha vivido. El príncipe heredero tendría un rubí de otro reino, no de su sangre. Además, conocía muy bien el riesgo que era vivir con alguien como él, alguien "codiciado" en todos los reinos.

Ella lo miraba ansiosa y se dedicó por toda una semana a mostrarle cómo Prussia era el más competente en las plantaciones.

Durante toda esa semana, Cecille siempre llegó puntual y le sorprendía con sus propios conocimientos. Era una mujer tan inteligente como pulcra. Tan educada como sincera. No tenía pelos en la lengua pero a él le tenía vergüenza.

LAS CARTAS DEL DUQUEWhere stories live. Discover now