Capítulo 7

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¿Un baile puede revivir todo?

El Duque tuvo que respirar profundo al ver a su hija con el vestido que como todos los años la reina enviaba para ella. Sin embargo, deseó mandarla a cambiar por segunda vez pero se detuvo, ya tenía 17 años y tenía que ser realista, debía empezar a mostrar en la sociedad de la realeza lo hermosa y preparada que era. Pero, eso  no evitaría que hablara bien fuerte con la reina.

-¿Papá? ¿Tan mal me veo con este vestido? Le preguntó al borde del colapso. -Creo que la Reina Amalia se excedió un poco este año y me da tristeza no usarlo.

Su amado padre viéndola con amor asintió. -En eso estamos de acuerdo, en que se excedió. En que eligió la confección más hermosa para ti y eso es un mensaje subliminal, quiere que te prepares para la búsqueda de novio.

Los ojos de ella se humedecieron y el estaba listo para escucharla gritar y patalear pero solo asintió. -Haré todo lo que enorgullezca a mi adorado papá. Soy el ejemplo a seguir de Cici.

El Duque la abrazó fuerte. -No cambies tu esencia por ningún hecho del pasado. Vámonos.

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Llegaron al castillo que tenía un año sin visitar y se sorprendió al ver tantas caras conocidas pero que ahora la veían como a una desconocida.

Su corazón iba a mil y a lo lejos vio a la reina. Siguió a su papá y le mostraron reverencia a los reyes. La Reina se levantó de su enorme silla de oro y la abrazó.

-Mi hija querida ha vuelto a casa, te extrañé mucho parlanchina.

-Lo siento mucho majestad, yo también la extrañé. El próximo año ya estaré aquí trabajando para el reino.

Amalia, la Reina, achicó sus ojos. -¿Qué crueldad te hicieron vivir en el sur que te trajeron tan seria?

Amaya rió y negó. -Solo estoy creciendo Majestad.

La reina se sentó notablemente cansada y la llamó a que se acercara. -Tú eres mi segunda hija independiente de lo que haya pasado con mi hijo.  -Le susurró. -Tú eres el único diamante en todo este reino y quiero que lo reconozcas.

Amaya se sonrojó y tuvo que reír otra vez. -Usted es muy especial para mi, la quiero con todo mi corazón. Pero ahí se equivoca, solo soy una más.

-No eres una más. -Reconocía aquella fuerte y romántica voz-

El príncipe heredero estaba allí y la reina le tendió la mano. -Pequeño, aquí tengo a lo más hermoso de este reino, Amaya Linden.

No pude mirarlo a los ojos y el tomó mi mano. -Te hemos extrañado mucho por aquí molestosa.

Levanté mi mentón y disimulé mi nerviosismo. -Un placer verlo joven alteza.

Me miró extraño y dolido. -¿Me permites abrir la pista de baile contigo mamá?

La reina asintió anonadada con aquel ángel caído del cielo. -Amaya, espera aquí quiero decirte algo.

Sentía que mi corazón se iba a salir y la vergüenza por lo ocurrido un año atrás me estaba dejando sin aire. Evité hacer contacto con el temido Duque, porque me conocía demasiado y conté 10 segundos sin respirar para tranquilizarme y la ví. Dalia Hill había llegado al baile y ubicó con sus ojos a su prometido en la pista de baile.

LAS CARTAS DEL DUQUEWhere stories live. Discover now