Capítulo 3

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Nos Volveremos a Encontrar

Había tomado la mano de Cecille y la había besado otra vez. -Vamos a tu casa.

Todo el camino no dejó de abrazarla y de sentirla temblando. -Tranquila, yo te protegeré.

Al entrar a la mansión del marqués le fue arrebatada de inmediato aquella pequeña mujer que amaba.

El marqués le mostró reverencia y le sonrió. -Alteza, pido disculpas en nombre de mi hija. ¿Acaso sigue molestándolo con la idea de las plantaciones? Le agradezco mucho que la trajera en persona a mi residencia.

Vio sus lágrimas caer y pudo ver en sus ojos lo que ella pensaba. No tendrá el valor de pedir mi mano y se irá.

El Duque se acomodó su costosa camisa. -He venido a traerla y a llevármela.

La esposa del marqués lo miró confusa pero fue el marqués quien habló.-¿Detenida? No lo haga Alteza, mañana empezamos con los preparativos para su boda.

Por primera vez en su vida se sentía nervioso. -Estoy enamorado de Cecille, quiero pedir su mano en matrimonio.

Me arrodillé ante el Marqués y este hasta se asustó y me paró de inmediato. -Es un delito que se arrodille ante alguien tan simple como yo, me siento privilegiado pero lamentablemente ya le dimos nuestra palabra al príncipe.

Cecille lo miró perdida y lloró en los brazos de su madre. -Prefiero morirme si no he de vivir junto a mi amado Duque.

El marqués angustioso se sentó en su elegante silla y pidió una copa de vino. -Mi hija prefiere morir si no se casa con usted mi estimado Duque... Déjeme pensarlo por favor. Mañana le envío a mi mensajero.

Marco asintió devastado y se acercó a su amada. Estaba pálida por la respuesta de su padre y lo miró sintiendo que se derrumbaría. -Lo siento mucho alteza. En ocasiones, los sueños no se cumplen.

El duque asintió y se despidió de los presentes pero dejó su corazón en aquel hogar.

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Amaya se levantó de prisa a ayudar a su madre con una planta que traía en manos. -Gracias mi pequeña.

Amy asintió sonriente. -¿Por qué mi hermano ha durado tanto en nacer? Tiene como 6 meses ahí mamá, lo quiero conocer. Jum!

Cecille rió del carácter de su pequeña. Sin lugar a dudas era muy parecida a ella en todo. El pobre Marco no ha podido controlarla y lo único que hace es apreciarla.

El Duque después de una semana sin estar presente hizo su entrada y ambas lo miraron de la misma manera.

-Usted, Duque de Prussia, ha hecho mucha falta por aquí. Le susurró la embarazada.

Amaya asintió. -Papá, estás castigado.

Los dos adultos rieron y el Duque besó a sus debilidades. -Siento mucho haber estado ausente todo este tiempo, moría por verlas.

Miró preocupado a su esposa y sus ojos se llenaron de lágrimas pero pudo disimular a tiempo. -Le traje una sorpresa a mi pequeña para que me levante el castigo.

Salió de prisa y regresó con el príncipe heredero. Amaya al verlo corrió a sus brazos y lo abrazó como siempre solía hacerlo. -Hermano mayor!!! Te extrañé mucho!

Erick despeinó su oscuro cabello y le sonrió gentil. -Pequeña escandalosa, me hiciste mucha falta.

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Marco caminó en círculos en el despacho del rey por varios minutos y Albert se levantó a detenerlo. -Bien! ¿Por qué estás tan nervioso? El marqués viene en
Camino, ¿Crees que vendrá a decirte que no? Para eso te habría mandando una carta, no seas idiota.

LAS CARTAS DEL DUQUEWhere stories live. Discover now