La Cascabel de Cici
La boda iba maravillosa y traté de evitarlo por completo. Su prometida no estaba presente y aquello era más malo que bueno, pues, todas las señoritas querían con él.
A las damas de la novia nos tocó el baile de animación y me divertí mucho haciéndolo. Me encantaba cantar y bailar pero al chocar con su mirada noté que el hombre de mis sueños no estaba muy contento.
Salí con una copa de vino a tomar aire fresco o más bien a esconderme de su mirada y algo dentro de mi sabía que el me buscaría y aunque me asustó, así fue.
-Amaya Linden, hoy no diré que es un placer verla. Saludó no muy contento.
Su traje real era hermoso y ni decir ese rostro angelical. Le mostré mi reverencia sorprendida al escuchar aquello. -Lamento mucho ser un malestar para usted en esta noche, pero no imaginé que un príncipe tan importante como usted se presentaría. Ahora mismo me retiro...
El respiró profundo y se acercó aún más a mi. De inmediato sus ojos cambiaron a un azul intenso y apretó mi mano fuerte pero sin hacerme daño. -Mi deseo no es que te vayas, yo soy el que se irá. No me gustan los lugares donde todo el mundo me ve como un bocadillo o con tanta estima que resulta hipocresía. Tampoco me gustan los lugares donde te ven a ti de la misma manera.
Lo último no fue un grito pero sí había levantado un poco la voz. -Tampoco me gusta que estés bebiendo vino sin un chaperon o adulto a tu lado.
Aún seguía con mis manos envueltas en las suyas y levanté mi mentón. -Pensé que ya estaba adaptado a ser un príncipe heredero. Ah, y otra cosa Alteza, se le olvida que ya tengo 18 años? Puedo tomar sin la compañía ni el permiso de nadie.
No sabía cómo tenía la fuerza para responderle cuando se veía frustrado y con sus ojos fuera de lo normal. Además, sus manos me estaban quemando las mías y el parecía no notarlo.
-A lo que no estoy adaptado es a que mi mejor amiga me haya abandonado y me odie por haber visto sus preciosos pechos dos años atrás y ahora anda exhibiéndolos en todos los eventos sociales provocando a todo el que la ve y haciéndome sentir un completo idiota.
¿Preciosos pechos?
Al notar mi semblante o rasgos de dolor alejó sus manos de mi y Mateo se acercó de prisa.
Erick tenía un descontrol en su sello real y al parecer yo era la responsable. -Mateo busca un vaso con agua muy fría por favor, yo sé ayudarlo.
Su guardia real obedeció y regresó de inmediato.
No me importó lo ardiente que estaban sus manos o lo azul en su mirada y lo senté. -Toma esta agua por favor, trata de tranquilizarte.
El me miró perdido y lo hizo. Cerró sus ojos unos segundos mientras respiraba profundo. Mis ojos se cristalizaron y mi corazón dolía. Nadie tenía un sello real como el suyo y desde pequeño sufría esos terribles descontroles. ¿Pero y por qué yo había provocado uno o dos?
Tomé su mano y la apreté. -Perdóname por alejarme de ti. Los sentimientos de aquella adolescente de hacen dos años no han cambiado y me duele mucho hasta estar cerca de ti. Tienes razón, te mostré mis pechos pero no solo la vergüenza me aleja de ti, también lo hace el amor que siento por usted Majestad.
Me había confesado otra vez y el abrió sus ojos triste o decepcionado. A veces no podía leer lo que había en su mirada. -Amy, no me digas eso por favor... tu sabes que te veo como a una...
Y lo besé.
Sus labios ardientes fueron los dueños de mi primer beso pero el no me respondió. Sentí mis lágrimas caer y me alejé con una sonrisa perdida. -No me veas como a una hermana porque sabes que no lo soy.

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LAS CARTAS DEL DUQUE
FantasyNacer en la realeza era lo más importante para esta época y a la vez, el peor castigo. Un amor verdadero nace entre el príncipe heredero al trono y la joven Duquesa con la que jugó desde que eran niños. Ninguno podría imaginar jamás, que su amor, im...